Capítulo 3. Como intentar arreglar un espejo

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Eran las nueve de la noche y todavía era el día de mi cumpleaños.

Estaba en el balcón de mi habitación admirando el oscuro manto de la noche que por el día llamamos cielo cubierto de miles y miles de estrellas titilantes y refulgentes. Todo estaba en silencio.

La ligera brisa mecía mi pelo como a las hojas caídas en otoño. Cerré los ojos para saborear ese instante relajante e irrepetible. Suspiré.

Volví a mirar hacia arriba y vi a la luna creciente que brillaba con más intensidad que las demás. Y pedí un deseo, tal y como hacía de pequeña al ver a la luna en esta fase. Deseé que todos mis problemas se esfumaran. Algo que difícilmente se haría realidad.

Un ladrido me sacó de mis pensamientos y vi a mi querido cachorrito que aún no tenía nombre sentado a mis pies. Cogí al cachorrito y me lamió la nariz. Reí con ese pequeño acto de ternura y dije dirigiéndome al cachorro:

- ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?

Acaricié la cabeza del pequeño mientras este dormía acurrucado a mí. Al ver la acción del animalillo pensé que a veces los animales pueden llegar a ser más humanos que nosotros mismos.

Seguí acariciándole hasta que mi madre apareció en el marco de la puerta

-Cumpleañera a cenar- Asentí. El ruido de un timbre llamó nuestra atención. El perrito se sobresaltó y levantó la cabeza entonces saltó de mis brazos al suelo para ir hacía la puerta.

- ¡Voy yo! - Dije corriendo escaleras abajo

Al abrir, mi sonrisa desapareció al instante.

La felicidad es un sentimiento efímero en mi vida.

-Adiós- Dije a la vez que cerraba la puerta. Un pie se interpuso.

- ¿así saludas a tu querido hermano mayor?

- Tú no eres, ni serás, mi hermano

Dije con voz ronca. Odiaba su presencia en mi casa.

Mi madre llegó y al ver a la persona que tenía delante fue a abrazarle.

- ¡James, cariño!, ¿Qué haces aquí?

-Visitar a mi querida familia

Dijo mientras me miraba

-Pero, vamos, pasa. Que descortés de tu parte, Riley, no dejar pasar a tu hermano mayor ¿No le echabas de menos?

- ¿Me echabas de menos?

Dijo mirándome a los ojos.

- ¿Por qué iba a hacer tal cosa? Me lo he pasado de maravilla sin ti. Ya estoy acostumbrada a estar sola

Dije mientras subía a mi cuarto.

Lo que dije no era del todo verdad ¿echarle de menos? Claro que sí. Pero... ¿Qué echaba de menos si él nunca estuvo a mi lado?

Al llegar a mi habitación me tumbé en la cama y miré a la pared, me ayudaba a pensar y a veces a imaginar. Imaginar... es lo único que no podía fastidiar ni yo ni nadie ya que en mi cabeza estaba sola. Al igual que fuera de ella.

Al cabo de un rato decidí bajar al salón, pero me encontré con quien no quería

-Iba a ir a llamarte para cenar

Dijo sin apartar la vista de la tele

- "ibas" pero, como siempre, solo dices y no haces

Dije mientras iba a la cocina.

Yo siempre he sido una persona que cree más en los hechos que en las palabras ya que mi madre siempre me decía que las palabras se las lleva el viento

Me senté en una banqueta en la cocina y pregunté a mi madre

- ¿Qué hay de cenar?

-Comida

Reí

-Lasaña

Dijo con mirada graciosa.

-Vale

Dije mientras le daba un beso en la mejilla y salía de la cocina

Al cabo de un rato la comida ya estaba lista y nosotros tres comíamos en la mesa. Mi madre hablaba equitativamente con los dos para no crear problemas y yo se lo agradecía inmensamente ya que no tenía ganas de más dramas en mi vida.

Pero como el universo me odia alguien tuvo que abrir la boca y con ello empezar la discusión

-Riley, lo siento...

Solté el tenedor y alcé la mirada de mi plato lentamente. Me levanté de la silla y di un golpe fuerte y sonoro en la mesa

- ¿¡Que vas a sentir si tú no tienes corazón!?

Estaba furiosa. El abrió la boca, pero le hice callar

- ¡No! Cállate, ya has hecho suficiente daño

El imitó mi acción y se levantó de la silla

- ¿¡Qué te he hecho yo para que me odies de esa manera Riley!?

- ¿Qué has hecho?

Le miré a los ojos. Azul intenso, recordé a mi padre. James era su viva imagen. Era tan frio a veces. Era lo opuesto a mí.

-Nada

El me miró confundido

-Y ese es exactamente el problema. Nunca estuviste conmigo. Nunca jugaste conmigo cuando éramos pequeños. Nunca fuiste bueno conmigo. Nunca me ayudaste en los momentos difíciles y los tuve que afrontar sola. Parecía que no formara parte de tu vida.

Dije con la voz quebrada y lágrimas que corrían por mis mejillas.

- ¿¡Y lo único que dices es que lo sientes!? ¡Sentirlo no hará que olvide todos los años que tu no estuviste conmigo!

Dije golpeando de nuevo la mesa para mostrar mi enfado.

-Pues ¿Sabes que James? ¡Que yo siento mucho el hecho de que tú seas mi hermano mayor

Dije mientras miraba con odio infinito por última vez antes de correr escaleras arriba a llorar a gusto.

Cuando estuve en mi cama miré a la luna de nuevo y no pude evitar pensar que seguía destrozando mi mundo. Quería arreglarlo todo. Pero es como intentar arreglar un espejo, te harás más daño intentando arreglarlo con los trozos resquebrajados.

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