El frío de la noche se desvanecía al igual que mi efímera vida, si tan solo hubiera sabido que esta noche era el comienzo del fin.
El vacío de mi habitación no tenía mucho que contar, ocupado con un ventanal que reflejaba las luces artificiales de la calle Esmeralda, un espejo tamaño completo, el estante de los libros antiguos y envejecidos con el tiempo, una mesa vieja de madera con bocetos, cuadernillos y lápices, la cama desecha, y el objeto más destacable; un diario tamaño bolsillo con las anotaciones de los sueños más retorcidos e increíbles de mis padres fallecidos.
Este diario me pertenece desde hace cuatro años, ese día a lo recuerdo perfectamente, después de todo, nos cambió a todos, con diecisiete años creía que tenía la vida perfectamente organizada, pero me había equivocado al despertar ese fatídico día.
La alarma sonó a las siete en punto, salí de mi cama con ánimo, me cambie mi ropa de dormir por prendas más cómodas (la mayoría negras u oscuras) peiné mi cabello azul algo enmarañado frente al espejo un poco sucio y me dirigí al piso de abajo, al no escuchar el matutino "buenos días" y al notar tanto silencio me empecé a preocupar mientras bajaba a la cocina. Me pregunté: "¿Se habrán quedado dormidos? Tal vez están cansados y siguieron durmiendo..."
Mientras pensaba teorías me prepare un desayuno no muy saludable y lo termine gustosamente. Me dije a mi misma: "Si, seguro se quedaron dormidos."
Sin prisa me dirigí a su habitación compartida y al abrir la puerta estaba todo completamente a oscuras, el ambiente dentro de este era pesado y sombrío, casi imposible de describir, no me faltaban ganas de correr lejos de allí tan rápido como pudiera, no podía ver nada.La luz que entraba a duras penas por la puerta no me permitía ver mucho y tampoco ayudaba que fuera de noche y que todavía no saliera el sol. Caminé al interruptor pero no prendía la luz, me pregunté: "¿Se cortó la luz? Imposible, si sonó mi alarma hace poco, entonces ¿Por qué? " Se me puso la piel de gallina.
Me dirigí corriendo hacia la ventana y casi resbalo con un gran charco oscuro que había en el piso, tenía el corazón en la boca, corrí de par en par las pesadas y oscuras cortinas y deje que la luz de la calle entrara e iluminara todo el cuarto. Después de eso, el mundo cayó a mis pies y todo se movía en cámara lenta.
Sangre. Sangre inundando todo como si fuera un matadero. Sangre de mis padres colgados y ahorcados del techo. Cada uno con una daga clavada. Desangrados. Muertos.
Y explote.
Cerré mis ojos fuertemente y grité todo lo que podía, rompiéndome las cuerdas vocales, raspando brutalmente mi garganta, hasta el punto que mi cabeza no soportaba el ensordecedor grito. Mis pies se movieron por su cuenta, corrí como nunca lo había hecho, chocándome contra todos los muebles de la casa, sin darme cuenta ya había bajado las escaleras y me encontraba atravesando la puerta de entrada, solo podía pensar en correr, salir de esa casa, despertar de esta pesadilla.
El helado viento cortaba mi rostro como una cuchilla, sentí mis piernas fallar y caí al frío asfalto como un peso muerto, las imágenes asaltaban mi cabeza una y otra vez, un horrible sabor ácido en la boca empezó a recorrerme la garganta, todo lo que había en mi sistema ahora lo estaba vomitando al lado de la acera.
Los vecinos escucharon mis gritos y llamaron a la policía, en menos de treinta minutos toda mi casa se encontraba envuelta en cintas que decían "No pasar-Peligro", personas con uniforme registrándolo todo y haciéndome muchas preguntas que no podía contestar.
Encontraron un diario personal de mi padre con anotaciones de los sueños que tenía y que compartía con mi madre, los policías llegaron a la conclusión de que ambos estaban locos y que fue un suicidio premeditado, aunque no estaban seguros cómo explicar las dagas, no había sido asesinato. Al final el caso se adhirió a la gran torre de casos inconclusos y me pusieron al cargo de mi tía, afortunadamente, cuando cumplí los 21 años pude liberarme de ella por la gran falta de aprecio que me tenía, le hice un favor a las dos al mudarme a un pequeño Loft donde vivo actualmente.
Pasaron cuatro años pero el recuerdo de ese día sigue presente, pude conseguir el diario gracias al testamento que me dejo mi padre, lo más inquietante era no solo que él sabía que iba a morir pronto, sino que lo único que me dejo fue solo el diario con una nota algo inusual:
Tenes que mantener la fortaleza de tu mente, luchar contra tus demonios internos y sobre todo y bajo ningún termino, nunca leas el ultimo sueño. Te amamos.
-Mamá y Papá.
Desde hace cuatro años que me contengo a leer su último sueño, me pregunto: "¿Vale realmente la pena saberlo y romper el último deseo de mis padres?" Miles de preguntas y pensamientos atormentaban mí cabeza mientras comenzaba a agitarme más y más, con desesperación llegue a la única conclusión: "Tal vez la solución es verlos personalmente" Agarrando una daga y estando ciega de mis actos, la atraigo hacia mí peligrosamente con el filo apuntándome y antes de lograr mi cometido, me despierto.
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Nobody's Hero.
Short Story"Save me from the darkest places, save me from myself" El recuerdo de hace cuatro años sigue allí como una herida abierta difícil de cerrar, me pregunto: "¿A que punto podre olvidar todo?" . . . . . . . . . . . Historia echa para un proyecto de Leng...