Nunca vi tu rostro, ni oí tu voz,
solo leí tus palabras,
escritas en una nube
que se desvaneció.
Me protegeré en el recuerdo,
en ese adiós melancólico,
tan atónito y voraz,
con un reflejo de hasta pronto.
Pensaré en ti como un rostro vacío
que a veces me recuerda,
y sin quererlo, sonríe.
Lo más correcto es olvidar,
no pensarte ni un segundo más
en una mente tan caótica,
que ama volar.