— Despierta, mi vida —. Oigo esas palabras resonar en mi mente, abro mis ojos debido a la gran cantidad de luz que golpea sobre mi rostro.
— ¿Dónde estoy? —. Preguntó lentamente, tratando de acomodar mi vista al nuevo lugar. No tenía idea de cómo había llegado aquí pero la sola presencia de esa mujer me decía que todo estaba bien.
— Estamos en el hospital, tuviste un leve desmayo y te golpeaste la cabeza —. Acaricio mi mejilla, una leve sonrisa se posó en sus labios.
Miré a mi alrededor y me paré en cada detalle, la mayoría de lo que se encontraba aquí eran pertenencias mías y eso me hizo dudar unos segundos.
— ¿Hace cuánto estoy aquí? —. La observé esperando a una respuesta saliera de sus finos y secos labios.
— No mucho, esta va a ser la cuarta semana —. Dijo ella sujetando mi mano.— Podría haber sido peor —. Exclamó cabizbaja.
— Eso es bastante tiempo madre, no puedo creer que me haya dado tal golpe...ni siquiera lo recuerdo —. Al fin y al cabo parecía ser que nunca había pasado, no tenía ningún registro en mi memoria de que algo así haya ocurrido.
— Disculpe, Sra. Tiene que acompañarnos unos minutos —. Dijo un hombre que había entrado en la habitación sin previo aviso.
Mi madre lo siguió fuera de la habitación, yo solo encendí la tv mientras esperaba a que volviera...pero no lo hizo en toda la noche.
— Aquí tiene su comida —. Dijo amablemente una enfermera, entrando en la habitación con una bandeja y mirándome con cariño.
— Gracias...¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Vio usted a mí madre? —. Mis labios temblaban levemente al hablar, conozco a mi madre y sé que si ella promete que volverá a verme lo hará.
Una mueca salió del rostro de la enfermera, tardó unos segundos en contestar a mi pregunta.
— Lo siento cariño, no he visto a tu madre...pero estoy segura de que mañana volverá —. Sus palabras no me habían tranquilizado en lo más mínimo.
Pero al final había acertado, al día siguiente mi madre estaba allí, sentada en un pequeño sofá leyendo un libro. No se había percatado de que me había despertado y aproveche eso para observarla unos momentos.
Miré como estaba vestida, y me sorprendí, mi madre nunca llevaba puesta ropa tan cómoda y ahora que lo notaba su rostro ya no se veía como antes...las bolsas debajo de sus ojos eran profundas, su piel parecía más pálida y había perdido un montón de peso.
¿Estaba enferma? O tal vez solo debe ser por cuidarme todos estos días que estuve internada...
El doctor volvió a entrar a la habitación, de la misma manera que lo había hecho ayer y así volvió a llevársela.
El día transcurrió silencioso, me traían comida y luego me hacían chequeos, varias personas entraban y salían de la habitación en todo momento pero nunca vi mi madre.
— Srta...debe acompañarnos unos minutos... —. Esa voz volvió a hacerse presente, pero esta vez parecía estar dirigiéndose a mi.
En otros momentos hubiese protestado pero algo me dijo que me quedara callada y solo siguiera al alto hombre de guardapolvo. Nos detuvimos frente a una puerta, un número de tres cifras la decoraba fríamente.
El doctor se quitó sus gafas y pasó su mano por su cabello, se veía frustrado.
— Escucha cariño —. El hombre se arrodilló frente a mí y me tomó de ambos brazos, me inquiete ante su acción pero no moví un pelo.— ¿Tú...¿Tú sabes lo que es el Cáncer? —. Preguntó mirándome fijamente a los ojos.
¿Qué si sabía que era el Cáncer? A los diez años lo único que sabía sobre aquella palabra era que dejaba familias incompletas, el Cáncer era dolor, sufrimiento, era malo.
Esos eran los únicos conceptos que tenía sobre el Cáncer, esa palabra nunca se pasaba por mi mente como si él solo recordarla creara un sabor amargo en mi boca.
Qué ironía que aquella palabra de la que pocos conocimientos tenía y que nunca recordaba se transformaría en un pensamiento diario por el resto de mi vida.
Por qué duele saber que existe en el mundo pero destroza cuando es tu turno de experimentarlo.
Esa noche cuando entré donde el hombre me indicó pude verla postrada en aquella camilla, rodeada del doble de doctores que había visto alguna vez entrar en mi habitación.
Sus ojos levemente cerrados, tenía cables conectados por todo su cuerpo, su pelo había desaparecido y la peluca estaba tirada en el suelo a unos metros de toda esa gente.
No fue más que un té amo lo último que escuche salir de aquellos finos labios, acompañada de aquella mirada amable. Sus ojos, que perdieron aquel brillo y se rostro, pálido, se apagaron completamente junto con el latido de su corazón.
Y es que yo había sido internada en ese hospital, por qué mi cerebro se había bloqueado y eso provocó un pequeño coma. Todo esto ocurrió por oír que mi mamá tenía un Cáncer...cuando al fin desperté resultó ser que mi mente se había desecho de aquel traumático recuerdo, haciendo que yo no recordara nada.
Estuve en coma durante un mes, aquel último mes que mi madre tenía de vida...
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Hello¿Bueno primero que nada quiero aclarar que todo esto es ficción, no es nada que me haya pasado en la vida real pero solo quería expresar que...
Hay veces que no nos damos cuenta de lo importante que es cada segundo con nuestras madres o seres queridos, y no somos conscientes de que en un segundo podríamos perderlos.
Sea una enfermedad, un accidente de tráfico o miles de situaciones que pasan día a día tal vez puedas terminar involucrado vos o tú familia.
Por eso solo dejare esto aquí para quien desee leerlo y ojalá que los haga reflexionar un poco¿ poquito¿
A todas las personas que hayan vivido una experiencia similar a esta, no les quiero decir que sean fuertes, porque estoy segura de que ya lo son.
Sin más que decir, me despido~
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Mom
General Fiction« ¿Qué pasaría si el despertar en un hospital cambiara tu vida para siempre? » Un pequeño One Shot por el cumpleaños de mi mamá.