La universidad. Tan llena de personas que comienzan a encarar su futuro con altas expectativas de ellos mismos. Risas. Corridas.
Grupos charlando. Esa es la imagen que se puede observar desde la entrada al campus. Jóvenes repletos de sueños de un buen porvenir.Ciertamente, la universidad es la mejor época de la vida de un joven. Todos encuentran su manera de lucirse haciendo lo que les gusta y produciendo orgullo en sus padres y familiares. O, al menos, es lo que pasa generalmente.
Como en todos los ámbitos de la sociedad, hay personas que rompen estos esquemas y se quedan al margen.
Ahora mismo, recorriendo el camino que hay desde la entrada al campus hasta la del edificio, se ven pasos lentos y despreocupados en apariencia. Un joven con la mirada fija en la puerta camina despacio, ignorando las miradas curiosas de algunas personas que lo conocían de la secundaria. Los murmullos que llegan a sus oídos no sirven de nada.
Apático, sigue su camino y se pierde entre la gente del pasillo al entrar en el edificio.Las horas pasan lentas. Aburridas. El mismo joven de lento andar se encuentra en su pupitre, con una mano apoyada en la cara en señal de puro aburrimiento. A su lado, un joven de cabello oscuro más claro, mira de reojo cuando escucha un leve suspiro. Sabe que ese chico no presta real atención a nada. Lo ha estado observando disimuladamente las últimas dos semanas, en esa clase y en otras que comparten. Aún no sabe su nombre y no sabe si estaría bien preguntarlo.
Y así, los días continúan pasando sin cambios. Una semana. Dos semanas. Un mes.
Hasta que luego de un mes y una semana. La oportunidad de Yokosawa de conocer a ese misterioso e intrigante compañero se presenta.
Ese día, la universidad no presentó ninguna novedad. Los exámenes estaban bastante cerca, se encontraba preparado para ellos así que no tenia mucho más que hacer hasta que llegaran.
Caminando de regreso a su casa, por la vía más larga sólo porque el tiempo se lo permitía, se detuvo en el parque al ver a su compañero de cabello oscuro sentado en un banco, cabizbajo, con un cigarrillo en la mano. Antes de que pensara que era exactamente lo que estaba haciendo, su boca ya había exalado las palabras.
- ¿Me prestas tu encendedor?
Unos segundos pasaron en silencio, hasta que el chico levantó un poco la vista y lo enfocó.
- Hmm- fue su respuesta mientras le alcanzaba lo pedido, volviendo la vista hacia abajo.
- Gracias.
Y por inercia, se sentó en el mismo banco mientras le devolvía el encendedor y exhalaba el humo. Los primeros minutos pasaron en un silencio extrañamente cómodo para ambos.
- ¿Quién eres? -su voz había sido baja y grave. Quizá podrían tener una conversación normal.
- Soy Yokozawa Takafumi, compartimos algunas clases.
- Ya veo.
- ¿No eres alguien muy hablador, eh?
- No hay necesidad de hacerlo.
- Esa actitud no te llevará a ningún lado. Como sea, aún no sé cómo te llamas.
- Takano Masamune -dijo en voz con poca convicción. Ciertamente, sonó extraño para ambos.
Masamune exhalo lentamente el humo de su cigarrillo y cerró los ojos mientras sus palabras daban vueltas en su cabeza, haciendo eco. Sonaba tan extraño su propio apellido, aún no se acostumbraba. Muchas cosas habían pasado en ese tiempo, desde que había vuelto a Tokio luego del divorcio de sus padres. Encarar una vida independiente no era el problema, el sentirse solo tampoco lo era, sino, el vacío que sentía que lo consumía por dentro. Eso dolía, aún. Y ese dolor parecía no querer desaparecer de su interior. Ni de sus sueños, esos momentos una vez hermosos volvían a su mente dormida para atormentarlo cada noche. Sin embargo, aún en el fondo de su alma, una pequeñita esperanza en el destino se mantenía, aunque la negaba alegando que cuando lo encontrara, tomaría venganza por haber sido abandonado y entonces, sólo entonces, volvería a estar en paz consigo mismo.
Suspiro y volvió la visita al muchacho que aún se hallaba sentado a su lado, dándole la última calada al cigarrillo.- ¿Quieres acompañarme por una cerveza? -le preguntó cuando apagó el cigarrillo contra el piso.
- Suena bien.
Así, ambos muchachos se levantaron del asiento, emprendiendo su camino a un bar, mientras una gran amistad comenzaba a esbozarse.
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Buenoooo. Hace tiempo no entraba y publicaba. Me da penaaaa, pero disfruten!
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Triste Necesidad
FanfictionLos humanos damos nuestras almas a otros sin siquiera darnos cuenta. Masamune, luego de leer esto en libros, se da cuenta lo cierto que es sólo cuando pierde a Ritsu. ¿Cuando entregamos y perdemos nuestra alma y corazón, qué nos queda para nosotros...