Capitulo 1

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La misión debía ponerse en marcha, el golpe de estado era inminente y, la única forma de evitarlo -y de paso evitar una guerra civil- era exterminando a todo aquel que tuviera pensamientos revolucionarios. Todo aquel que portara el emblema del clan más prestigioso de Konoha, los Uchiha, debía ser eliminado. El elegido para esa difícil misión, fue el hijo del líder de dicho clan quien, además, era jefe de la policía militar de la Aldea.

Su orgullo, su primogénito, quien con tan solo 13 años de edad, ya era Líder de un escuadrón Anbu. Un chico que a los 7 años ya pensaba como un Hokage, aquel que despertó su Sharingan a los 8 años y que era un prodigio en la academia Ninja. Itachi Uchiha, fue quien aceptó la difícil misión de asesinar a todo su clan, renunciando a sus sueños y aspiraciones, aceptó con la única condición de que si lo hacía, podría dejar con vida a su pequeño y amado hermano menor.

Itachi se reunió con un enmascarado, a quién había investigado desde hace tiempo, deduciendo que se trataba del mismísimo Madara Uchiha. Le ofreció tomar venganza sobre el clan Uchiha con la promesa de no hacer nada contra Konoha ni contra Sasuke Uchiha, condición que aceptó sin dudar. Esa misma noche, la masacre comenzó: uno por uno fueron cayendo los shinobi dominadores del elemento 'katon'. Hombres, mujeres, niños y ancianos fueron asesinados sin compasión. De nada servía huir o luchar ya que, un Uchiha, con Sharingan normal, no podía hacerle frente al chico prodigio del clan quien, además, había despertado el legendario 'Mangekyo Sharingan'.

Madara, por su parte, una vez que había asesinado a todo aquel que se encontraba al interior del cuartel general de la policía, salió dejando, sin piedad alguna, sangre derramada a su paso. Iba caminando a paso despreocupado, cuando dos Shurikens pasaron frente a él, volteó su mirada encontrándose con una joven que lo miraba con desafío y valor.

- ¡vaya!, pero que buena vista. - dijo irónicamente el enmascarado. Frente a él estaba Izumi Uchiha, una bella gennin de cabellos largos color marrón, sus ojos eran negros como el carbón, pero en ese momento de furia, estaban rojos como la sangre derramada a su alrededor; Izumi nuevamente atacó al supuesto Madara, esta vez con Kunais, pero éste los esquivó sin siquiera inmutarse, lanzó una cadena atrapando en ella a Izumi hasta derribarla, el miedo comenzó a invadirla y en ese momento su mente solo pensaba en un único nombre: Itachi.

Madara se disponía a acabar con su vida pero Itachi apareció entre cuervos, mirando fijamente a Madara a través del agujero que solo dejaba ver uno de sus ojos.

- Comprendo, es toda tuya- habló con voz divertida, soltó a la muchacha y desapareció del lugar.

- Itachi... ¿por qué no lo detuviste? Debemos impedir que continúe con... - Izumi guardó silencio y observó que Itachi aun no la miraba a la cara, bajó su vista hacia la espada que él sostenía y vio como la sangre corría en toda su extensión; palideció al darse cuenta de lo que significaba.

-Itachi... ¿qué...? - le costaba hablar. Su consternación era enorme. Itachi, su amigo de la infancia, quien la salvó de una muerte casi segura el día que el Kyubi atacó la aldea, aquel muchacho con el que comía dangos junto al lago y quien desde hace mucho tiempo, había robado su corazón. El muchacho que amaba, estaba masacrando a su propia sangre.

- Dime que no es verdad...-dijo con voz temblorosa, lágrimas caían incesablemente por sus mejillas y el nudo de su garganta casi le impedía respirar con normalidad.

- Así debe ser...- habló por fin Itachi. Su voz era profunda y su mirada penetrante - tienes que saber la verdad de todo esto, Izumi... te debo, al menos, eso. - Sus ojos seguían mirándola con profundidad, no era la mirada dulce que Izumi recordaba pero, tampoco veía maldad en sus ojos, eso, sin duda, la confundía aún más. - ¡Mangekyo Sharingan! - Itachi le mostró a Izumi, mediante un Genjutsu, toda la verdad. La conversación con Shisui en el río, la inminente decisión del golpe de estado y la conversación que mantuvo con Danzo. Finalmente, ella comprendió que, todo lo que estaba ocurriendo, toda esa masacre, era para salvar una vida: la de su hermano menor. Izumi sabía lo mucho que Itachi amaba a su hermano; sin embargo, para ella, era una decisión egoísta, una vida no tenía más valor que otra y, por mucho que lo amara, sería algo que ella nunca le perdonaría. Itachi detuvo su ilusión y vio cómo la mirada de ella, cambiaba. Ya no era dulce, ya no era cálida ni de sorpresa, era fría y de rencor.

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