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Imágen: Cortesía de Tragalgar D Robin
-Lo está sobrellevando bastante bien a pesar de que ha pasado varios meses desde que la alianza con Law se deshizo...- comentaba Zoro a Sanji.
Estaban en la caseta y podían ver perfectamente el mascaron del Sunny, unos metros más allá. Miraban preocupados a Luffy, y aunque el muchacho parecía ser el mismo de siempre, sus nakamas podían sentir que no era del todo feliz.
Sanji estaba entre las piernas de Zoro, apoyando su espalda en el cuerpo del otro, que se ayudaba a darle soporte con sus piernas, mientras su compañero jugaba con su cabello dorado mirando también en la dirección en que lo hacia Sanji.
-Y pensar que hace unos meses ibas a casarte...- decía apartando la vista del mascaron del barco para fijarla en el rubio que tenía entre sus brazos, mientras besaba aquella melena dorada.
-Aquel entonces no se me pasó por la cabeza que tuvieras los mismos sentimientos que yo, y rechacé a aquella joven por ti...- respondía el rubio mirando hacia arriba a su amante peliverde.
Hacía unos meses que Trafalgar Law, había abandonado el barco de la tripulación de los Mugiwara, y volvían a ser "enemigos" sin embargo, los capitanes de ambas tripulaciones, habían tenido su despedida más temprano de lo que hubieran querido, y ninguno sabía nada del otro, o al menos uno de ellos no sabía nada de su antiguo aliado.
Monkey D. Luffy, Capitán de los Mugiwara, no solía leer el periódico, pues no era un hombre al que le gustara informarse de lo que ocurría en el mundo.
Era de noche y el joven se hallaba mirando hacia el mar iluminado sólo por la luz de la luna, en posición de loto, con sus ojos cerrados, sonriendo, con su característico sombrero de paja colgado de su delgado cuello y con el viento meciendo suavemente su cabello. No parecía que en verdad estuviera triste o nostálgico, pues su expresión sonriente era un excelente camuflaje.
De pronto oyó una suave voz proveniente de la cubierta. El joven abrió sus ojos y se volvió a mirar a quien le llamaba, con expresión sorprendida.
-Luffy...-
Una hermosa y esbelta mujer de larga melena negra atada en una coleta, le hablaba desde las escaleras de la cubierta, a la que el joven le regresó la mirada.
-Robin... ¿Qué haces despierta a estas horas?- preguntaba el muchacho poniéndose de pie y mirando a la mujer.
-Tienes una llamada, deberías ir a responder, es a ti a quien solicitan-
-¿Una llamada? ¿Quién es Robin?- preguntó perplejo.
-¿Por qué no vas y lo descubres tú mismo? El den den mushi está en la cocina-sonrió la mujer invitando al joven a que entrara al barco.