0. Primer encuentro

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—¿Qué los hace sentir vivos?— preguntó el maestro de literatura hacia sus alumnos de último grado, con su voz áspera, mientras miraba a cada alumno a los ojos.— ¿Qué cosa les hace sentir una calidez en el corazón?... y les hace decir ¡Esto quiero hacer el resto de mi vida!

En una esquina del salón se encontraba Christoper; el chico que todos pensaban que ya tenía la vida resuelta. El simplemente era un genio de pies a cabeza, lo más cercano que existía a la perfección en un lugar tan pequeño como ese.

Pero lo que ellos no sabían, es que el chico no tenía ni una mínima idea de lo que quería ser, él nunca había sentido una extraña calidez en el corazón, o no sentía amor suficiente por algo o por alguien en especial.

Su vida solo estaba basada en las comodidades que sus padres pudieron brindarle, su vida monótona, aburrida y en algún punto su increíble cerebro.

Y en la otra esquina del salón estaba Samantha Batres, la chica con una extraña pero chispeante  personalidad, su vestuario poco convencional y su cabello hecho en una cebolla desordenada, que siempre adornaba con una moño demasiado llamativo.

Ella era claramente lo contrario al chico; desordenada, sin una inteligencia sobre humana y con un corazón abierto a todo y a casi todos.

Cuando te acercabas al radar de la chica, era imposible no sentir un cosquilleo en el estomago.

Así que claramente, Samantha ya había sentido esa calidez demasiadas veces y sentía un cariño inmenso por demasiadas cosas, que obviamente ya no sabía lo que quería o no hacer en su vida.

—Necesito que piensen en eso por lo que resta del año escolar. En menos de seis meses se graduaran y pasarán al colegio chicos.— término la lección el maestro Rodriguez, para qué después la campana sonara y casi todos los alumnos salieran rápidamente del salón.

Samantha claramente sabía que con los grados que llevaba en esos momentos, sería algo difícil que calificara para alguna universidad, así que decidió esperar a que todos salieran para pedirle algún consejo a su maestro preferido.

Se aclaró la garganta y dio unos pasos hacia su escritorio. El señor de edad mayor, un poco canoso y con un claro parecido a un personaje de caricatura, solo levanto la vista y sostuvo sus lentes, observándola detenidamente.

—¿Necesita algo señorita Batres?— preguntó el maestro con seriedad.

—Si, creo.

—Esperó en el salón, sin salir corriendo, obviamente necesita algo...

La chica se quedó pensando en si debería decirle o no, no quería ser juzgada por el único maestro que no la trataba como una tonta.

—Es sobre mis grados. — dio una pequeña pausa.— no seré aceptada en ninguna universidad con mis calificaciones.— soltó la chica con sinceridad, para luego bajar la vista.

—El único consejo que le podría dar en estos momentos es que estudie.

—¿Usted cree que no lo he hecho?, simplemente estudiar no es lo mío, maestro.

Y si que no lo era, cada vez que intentaba hacerlo se distraía con la mínima cosa que se le apareciese en frente, una hormiga, algún pensamiento, algún chico... en especial el chico del que llevaba enamorada demasiado tiempo.

—Tonterías.— soltó el maestro con perspicacia. —Si usted quiere sacar mejores notas, va a encontrar alguna manera de estudiar sin distraerse.

Samantha solo bajo la vista, decepcionada no del maestro, si no de sí misma y salió arrastrando sus pies hasta la puerta del salón.

—Pida tutorías.— soltó el maestro casi cuando ella ya se disponía a salir.

A la chica eso le pareció una increíble idea, así que simplemente sonrío y de su boca salió un "Gracias".

Se apresuró a salir, antes de que todos los alumnos decidiesen que hoy era un hermoso día para estar afuera y ocuparán todas las mesas en el patio.

Pero como era de esperarse, en una persona como Samantha, terminó estampándose con lo que ella pensaba que era una pared, haciendo que todos sus libros y cuadernos cayesen directo al piso.

Subió la mirada lentamente, para encontrarse con la mirada neutral de Cristopher...o como a ella le gustaba llamarlo: el chico con el que seguramente me casaré.

El chico simplemente la tomó por los hombros y la alejo de su campo de visión, para seguir caminando sin ayudar a la pobre chica a levantar todos sus cuadernos.

Samantha no se pudo ayudar a sí misma a no sentir miles de fuegos artificiales en su estómago, simplemente porque esa había sido la primera vez que un chico como el la tocaba, o simplemente la rozaba y eso la hacía sentir más chispeante de lo normal.

Nota de autora

Esto no era en sí un capítulo, solo es como el prólogo a mi manera.

Espero les guste este nuevo proyecto en el que estoy trabajando. Nunca había manejado una novela donde la chica sea débil, así que esto será interesante.

Algunos capítulos serán narrados en tercer persona y otros en primera.

Créditos a la portada a CallMeeBaby  es buen talentosa jujuju. Vayan a pasarse por sus books.

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