Promesa

1.2K 179 51
                                    

Escuchaba aquella brisa de primavera, cálida y suave. Pequeñas aves cantaban haciéndole compañía al viento. Bella y armoniosa música que indicaba una tranquila tarde. El ruido de los columpios se volvía cada vez más lento y silencioso. Podía escuchar, escuchar todo a la perfección.

Mientras abría los ojos, un pétalo rosado pasó por sus labios. Aspiró y sopló con suavidad. El pétalo comenzó a moverse de un lado a otro para después ser llevado por el viento. Subía y subía más, pero el camino no lo recorría solo. Sus hermanas le hacían compañía, todas dirigiéndose al cielo que poco a poco se tornaba rojizo.

Levantó la vista y el árbol detrás de él lo bañaba de finas flores de cerezo, unas danzando hacia el suelo y otras volando hacia el cielo. El viento acariciaba su rostro como si le susurrara al oído mientras pétalos depositaban suaves besos en sus mejillas a modo de roces.

- Kei.

Escuchó su nombre. Volteó su rostro y al lado de la banca donde estaba sentado se encontraba esa persona, dueño de su corazón. Sus miradas se encontraron y no puedo evitar sonreír. Una sonrisa apenas perceptible pero sincera. Una sonrisa que sólo él tenía permitido ver.

- Kuroo-san.

- Ah - Suspiró cansado y se recargó en el respaldo de la banca - Y yo que quería que nuestra cita durara más tiempo. Bueno, creo que esta será nuestra última parada - Unió una de sus manos con las del menor.

- Kuroo-san - Habló.

- Sabes dónde estamos ¿Verdad?

Kei asintió y apretó su mano donde sus dedos yacían entrelazados.

- ¿Recueras cómo nos conocimos? - El menor volvió a asentir - Fue en este lugar, en este parque - Rio - Llorabas a más no poder.

- Estaba perdido - Se justificó - Además, tú también lo estabas.

- ¡No estaba perdido! - Desvió su mirada avergonzado - Sólo me separé de mi familia y no sabía cómo volver a casa.

- ¡Es lo mismo!

- Pero yo tengo justificación porque estaba de vacaciones en la ciudad. Mira que perderte por dónde vives.

- No... no salía mucho en ese entonces - Sus mejillas se tornaron de un ligero color carmín - Además de que tenía cinco años.

- Claro, claro - Levantó el rostro y observó las flores caer - Fue en un atardecer como este. Odiaba venir de vacaciones porque esta ciudad se me hacía muy aburrida. Me separé de mi familia porque estaba enojado. Me dijeron que no volveríamos hasta terminar las vacaciones. Cuando me di cuenta que no podía encontrar el camino de regreso a casa decidí jugar un rato en el parque. Estaba por subirme al columpio cuando escuché a alguien llorar. Quise investigar de dónde provenía y fue cuando te encontré. Estabas justo donde estás ahora. Llorabas y te cubrías el rostro.

- No me lo recuerdes.

- Por un momento creí que eras un fantasma.

- ¡¿Uh?!

- Mi tío me dijo que en este parque habitaba un fantasma, así que - Se encogió de hombros - Qué querías. Era un niño - Kei chasqueó la lengua y Kuroo rio - Me acerqué a ti y te pregunte si podía ayudarte en algo ¿Recuerdas lo que dijiste?

- "Estoy perdido"

Kuroo asintió - Pensé que eras una pequeña alma en pena. Que necesitabas ayuda y que irías al otro mundo a descansar en paz cuando alguien cumpliera tu última voluntad.

Una Promesa De EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora