Noche 7

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Luego de la primera vez que la vi no pude parar de pensar en ella, se metió entre mis pensamientos y se hizo dueña de mi cordura reinando en mi subconsciente. No importaba si pasaba todo el día, o incluso toda la noche, sin pensar en ella; porque al final siempre me encontraba a mi mismo esperando por ella en la madrugada, en aquel extraño ritual, cuando no había oscuridad suficiente que me resguardase, ni luz, que me aclarase las ideas confusas que se mezclaban en mi cabeza.
Ella siempre estaba allí, yo siempre estaba aquí, un halo de quietud y calma la rodeaban. Ya no estaba seguro si realmente ella estuviera ahí, o si sólo era el producto de una mente retorcida.
La idea de conseguirla me habían nublado la mente, el insomnio seguía ahí pero no era tan insoportable, ya no recordaba la expresión de satisfacción en el rostro de mi padre, cuando me vio romper en llanto. Ni los ojos entornados de mi madre o su rostro desfigurado. Eso ya no existía, ya no importaba...

InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora