¿Esto está pasándome a mí?
¿Perdí todas mis defensas?
¿Debo esperar y ver
lo que se siente perder mis sentidos?
Los rayos del sol caen contra la ventana en la que se encuentra apoyado, su cabello despeinado y sus ojos arrugados por la persistente luz del sol que no lo deja descansar ni 5 minutos. El viaje dentro del autobús es largo, han pasado alrededor de 3 horas desde que pararon en la estación de gasolina y dentro es un asadero, aunque posiblemente al salir se arrepentiría y querría colocarse su abrigo de lana lo más rápido que pueda.
¿Cuándo llegarían a Haenam? ¿Cómo era posible que se encontrara tan apartado? Los únicos paisajes que alcanzaba a ver desde su ventana eran montañas y prados salpicados del amarillo de los botones de oro. Era relajante, pero también de alguna forma exasperante al no ver que el lugar cambiase. Todo seguía de una forma constante.
En Gagnam todo era muy diferente; edificios grandes y pequeños, cafeterías, metros, bibliotecas, parques, varias esculturas y mucha gente, todo saturado, incapaz de mirar algo con mucho detalle. Mientras que a lo mucho que podía ver en ese mismo instante, eran ranchos o casas de campo a lo lejos de los prados que veía. Algo bastante hogareño, para una familia, piensa él recargándose de nueva cuenta contra su asiento.
Posiblemente por eso era que la casa hogar en la que trabajaba la amiga de su madre se encontraba por ahí, un lugar tranquilo y hogareño, perfecto para que los niños se desarrollen de manera saludable y libertina. Tal vez aprendiendo los valores de la vida y cosas así, ¿tendrían un sembradío? ¿Vacas y cabras? Dios, jamás había visitado el campo, no tenía ni la mínima idea de lo que podría suceder.
Al inicio del transcurso en el autobús habían colocado una película llamada "Children of the Corn" o "Los chicos del maíz", logrando que una y mil ideas entraran a su cabeza al haber aceptado la invitación de tía para hacer de voluntario en la casa hogar. ¿Envenenarían su café? ¿Le cortarían su garganta? ¿Matarían a su perro?
Un momento, él no tiene perro.
Su mente se ve durante un momento aturdida y aparta su visión de la ventana para entretenerse con algo más que sus locas ideas de lo que sería su estadía en Haenam.
A su lado se encuentra una señora mayor; que posiblemente podría ser su abuela; se encuentra tejiendo a punto, y se queda embobado mirando como une cada hilo, aunque eso no dura mucho después de que la señora le dedica una mirada de reojo. Había sido atrapado.
Abulta su labio inferior y suspira derrotado devolviendo su vista hacía la ventana, ahora siendo recibido de un par de tiendas y una gasolinera. A lo lejos, se lograba ver un cartel, que se hacía ver más claro a medida que el camión avanzaba hasta que logra leer lo que las letras blancas tenían escrito.
"Heanam
9 kilómetros"Es un alivio, piensa dejándose caer contra el respaldo de su asiento de nueva cuenta, logrando calmarse, y tratando de relajarse en los 9 kilómetros y algunos metros más de trayecto.
El autobús para y es cuando el chofer anuncia su llegada para que todos los pasajeros empiecen a bajar, JunMyeon se ve bloqueado por la señora que se encontraba a su lado, ya parada, sacando varias cajas de los compartimientos de arriba, una por una, con una lentitud sumamente exasperante.
Cuando la señora termina, sale lo más rápido posible del asiento, tomando su maleta del compartimiento, y adelantándose a la señora, pasando a su lado susurrando un "Con su permiso" recibiendo de esta un "Estúpido citadino" logrando calentar sus orejas; sacude sus hombros antes de salir, agradece al chofer y baja del autobús.