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La humanidad conforme iban pasando los siglos, iba destruyendose poco a poco. En busca de lo inexistente y el poder. Se destruían unos con otros, destruían lo que los redeaba y lo más importante... a ellos mismos.

Después de muchas guerras, epidemias y catastrofes, el mundo pidió una voz... una revolución. Pero no fue escuchada y las consecuencias vinieron después.

¿Quién iba a pensar que los humanos se volverían unos contra los otros cuando más lo necesitaban? ¿Quién iba a pesar que el mundo como tú y yo lo conocíamos iba a cambiar?

El dinero corrompió el alma vacía en busca de amor, de un refugio. El poder quebró la sociedad, los estereotipos a las personas y las personas a ellas mismas.

8 de Junio 1989.

—Mamá... ¿A dónde vas?— dijo la pequeña arrastrando su cobija con su peluche descuidado. Frotó sus ojos mientras miraba a su madre con una maleta, su madre se maldijo por hacer tanto ruido y se giró para cargar su hija de tres años. Aún cuando se arriesgaba, trataba de proteger la inocencia de su hija, pero las cuatro paredes no la mantenían alejada de la realidad y ella debía irse. ¿Por qué su hermana tardaba tanto?—. Tengo miedo mamá ¿Qué son esos ruidos?

Su madre pensó muy bien la respuesta antes de responder: — Son juegos artificiales amor, es que allá afuera todos están muy felices.

— ¿Y por qué no vamos a celebrar con ellos?

—Mi amor, porque tú y yo nos divertimos mejor aquí ¿No crees? — le hizo pequeñas cosquillas a su hija y de ella manaba una dulce risa, sabía que su debía irse lo más lejos posible para mantenerla a salvo, pero era su niña, le iba a doler.

—Mami te amo— murmuró a la pequeña.

—Y yo a ti amor, y si un día tienes miedo Phoe, mira este dije y cuenta hasta diez, imagina que una brecha de fuego te ilumina. Y cuando sientas que te quemarás mi amor, no corras si no enfrenta cada situación y haz ese fuego tu valentía y tu victoria— la mujer sacó un dije de un pájaro de la cartera que llevaba. Porque sabía perfectamente que no la iba a volver a ver y debía dejarle un recuerdo para que le recordase, la niña fascinada se giró para que le pusiera su dije, era su amuleto. Y no solo eso, lo que más adelante iba a ser es la respuesta de sus preguntas.

—Es una linda ave— la madre sonrió y besó la mejilla de su hija.

—Se llama el ave Fénix, el ave de fuego— susurró acariciando la cabellera llamativa de su hija, roja y naranja.

— ¿Me cuentas de nuevo la leyenda mamá?

—Muchas leyendas cuentan sobre un ave poderosa que es consumida y nacida por el fuego. A lo largo de los años creían que sus lágrimas sanaban a los enfermos, otros que se le otorgaban dones celestiales, mientras que muchos relataban que poseía una fuerza descomunal, control sobre el fuego y gran resistencia física. Fueron relatos que se pasaban de generación a generación pero sin ninguna prueba física. Esta ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte pico y garras ha sido un símbolo del cuerpo físico y espiritual, del poder de  la inmortalidad. Se dice que al morir el mismo fuego le consumía, luego de otros quinientos años resurgía de sus cenizas la pequeña sonrió al escuchar de nuevo la fabulosa historia que su madre le contaba. Su madre siempre le decía que su nombre provenía de esa ave majestuosa, su pelo era como el plumaje, y sus ojos eran como el mismo cielo. Pero nunca supo, que esa iba a ser la última noche con su madre, ella nunca imaginó que todo estaba por cambiar. Y que esa historia lo iba a cambiar todo, porque no solo era una leyenda, era el principio de una nueva.

Mientras que la niña dormía plácidamente a su lado en la puerta se oían golpes desesperados, suspiró y besó la cabeza de su hija por última vez. Salió hacia la entrada con un arma, aún cuando podía ser su hermana, también podía ser alguien no tan deseado. Sonrió al ver a su hermana mayor y le abrazó.

— ¿Estás segura de ello? — inquirió la mayor y está asintió dejándole el arma.

—Cuídala, y amala como si fuese tuya. El futuro del mundo depende de ella y si estoy un minuto más con ella, sé que la buscarán y le harán daño— cogió la maleta que tenía a un lado, la que ya había preparado de antemano, miró por última vez la habitación donde su pequeña debía de estar durmiendo.

— ¿Qué planeas? — desvió de nuevo su mirada y la fijó en su hermana.

—Protegerlas— sonrió y esa fue la última vez que se supo de ella.

Cuando nací solo era una pequeña criatura, nacida en el caos y concebida en lo prohibido. Las grandes potencias mundiales peleaban por lo que estaba dentro del cristal, dando y quitando la vida de muchos, era una época en donde no podías confiar en nadie.

Los gobiernos democráticos, las peleas sociales, las organizaciones mundiales que buscaban el bienestar de las personas, fueron descubiertas y ahora son contadas como hechos históricos. Nada existía, ni siquiera los países, tampoco el congreso o cualquier institución pública que antes haya sido conocida. Todo se restableció, nada era como antes. Ni las idealogías ni la religión. Los que etaban en el poder fueron derrocados y todos aquellos que estaban en contra del sistema, fueron penalizados con la muerte.

Ahora con más de veintiún primaveras me he dado cuenta de la realidad, no eran juegos artificiales que mi madre solía decirme, si no era la destrucción de cada hogar, cada calle y cada memoria de ellos. Sabía perfectamente que me ocultaban en las profundidades del bosque, que mi madre nunca iba a volver y lo único que me quedaba era mi tía.

Ya no podía permanecer un minuto más en esta casa, tenía que salir y por lo menos descubrir que había allá afuera.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2017 ⏰

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