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En una habitación de color azul, con pocos pero variados juguetes, una cama con un cobertor de triángulos multicolores, un armario de puertas blancas como los muebles y varias fotos encima de estos, se encontraba un pequeño niño de cabello negro, piel clara y ojos negros, estaba sentado en la alfombra azul marino de su habitación. Tenía su pijama de autos coloridos, llevaba despierto hacía minutos. Algunos gritos alteraron sus tímpanos y lo obligaron a dejar su sueño, ya no se oían, solamente estaba el silencio de una mañana...

Frente a él había cuatro muñecos de distintos animales, todos se los había ganado en una maquina de grúa de cada vez que iba a su restaurante favorito. Allí estaban; un oso de peluche con ojos azules, sombrero y moño negro, un micrófono en su patita izquierda y una sonrisa, después había un conejo de un azul obscuro, ojos rosas, casi rojos, un moño rojo y orejas largas, luego estaba una pollita amarilla con un babero blanco con las palabras "Let's Eat" grabadas en él, pico y patas naranja y ojos morados, y al final un zorro rojo con el pecho de pelaje claro, con un parche negro en su ojo derecho que se le podía alzar, ojos amarillos y unos pequeños dientes que sobresalen de su hocico. Estaban en una fila mientras el pequeño estaba con las piernas cruzadas y cargando su peluche favorito, un oso muy parecido al café, sólo que éste era de color dorado y su sombrero y moño de color morado, el primero que consiguió en aquel juego.

-¿Pelearon por tu culpa?- se oyó que alguien hablaba, una voz ligeramente gruesa con un tono maduro, y el chico no respondió.

-Últimamente tú eres el tema por el que más pelean- ahora una voz femenina habló, era muy cálida y al mismo tiempo su tono era muy juvenil.

-No es que queramos decir que sea tu culpa...- la siguiente voz fue muy infantil, pero no se oía de niño, sino que se oía inocente,era de un tono algo agudo pero grave a la vez.

-Ellos no saben lo que hablan, solo pelean por pelear...- la cuarta era una voz rasposa, con un tono firme y fuerte.

-No sé por qué peleaban...- dijo en un susurro el niño.

-Escucha... Sea lo que sea, estaremos contigo...- la ultima voz, una madura, una que le recordaba a alguien pero que no sabía a quién, cálida y tranquila, de un hombre, más específico, del oso dorado que entre sus brazos se hallaba.

El pequeño pelinegro observó a todos sus muñecos, cada voz representaba a cada uno, los oía hablar sabiendo que no lo hacían, su enfermedad era algo que su familia peleaba por curar y mucho más por entender, su padre era el único que realmente lo comprendía, su madrastra era otro asunto, cuando ellos dos se juntaron decidieron que podrían pasar todos los obstáculos que la vida les diera, pero esa enfermedad era uno que ella no estaba dispuesta a querer pasar junto con él, y mucho menos su hijo, el producto de su primer matrimonio con un drogadicto.

-Oigo pasos...- dice el oso café. El niño no reaccionó a sus palabras.

-Sabes que vendrá a ver si oíste la pelea- ahora quien hablaba era el conejo azul. Todos los ojos miraban al chico, esperando a que se moviera o volviera a su cama, pero se quedaba allí sentado.

-Deberías ir a tu cama y fingir estar dormido para no oír el discurso- la pequeña pollita fue la que hizo que el pequeño alzara un poco la mirada y viera la puerta.

-Vamos grumete, ve antes de que llegue, no falta mucho- sus ojos negros fueron de la puerta a su amigo dorado, se miraban fijamente uno al otro.

-Cual quiera que sea tu decisión habrá consecuencias- fue lo que dijo su oso y en un instante unos golpes llegaron a la madera blanca de su habitación. Miró a todos sus peluches, a cada uno y suspiró.

Tomorrow Is Another Day. (FanFic en Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora