Prólogo

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Había una vez... Un pequeño niño llamado Izan. Él era muy miedoso cuando se trataba de tormentas y, siempre que se avecinaba una, construía un pequeño fuerte de almohadas para intentar protegerse.  Su madre, conmovida por la actitud de su pequeño quien siempre se mostraba valiente y seguro de sí mismo —pero, cuando se trataba de una tormenta salía corriendo como alma que lleva el diablo a resguardarse en su fuerte de almohadas—; la madre del pequeño Izan siempre lo sacaba de su fuerte para llevarlo en brazos hasta su cama, sentándolo sobre su regazo para contarle una de tantas historias sobre los hombres lobo con el sonido de la lluvia de fondo y así tranquilizarlo hasta quedar dormido.

Irina, la madre de Izan, había quedado viuda cuando Izan era sólo un bebé de apenas 1 año recién cumplido, ¿cómo se enteró? Algo dentro de ella se había roto, era un dolor desgarrador, sentía que moriría ahí mismo, pero en eso llegó Izan gateando al rescate de su madre.

Tal vez era un bebé de apenas un año pero sentía esa necesidad de ir hasta su madre y abrazarla para hacer que su llanto parase.

Oh mi pequeño Izan, eres lo más importante que me queda ahora, y juro por mi vida que haré hasta lo imposible para protegerte y evitar que te encuentren como a ellos... decía Irina mientras cargaba a Izan —Aún si tengo que morir en el intento.

«—§★§—»

Izan...

¿Qué pasa?

...creo que...deberíamos terminar aquí

¿Qué?

No me hagas repetirlo Izan

Pe-pero...¿por qué? No lo entiendo

No tienes que entenderlo, esto nunca iba a funcionar Izan, y lo sabes

...s-supongo...que...t-tienes razón

Sólo quiero que sepas que realmente aprecio mucho lo que ha pasado entre nosotros y jamás lo olvidare...jamás te olvidaré Izan

Yo tampoco te olvidaré... Supongo que este es el adiós

, así es...adiós Izan

Adiós...

Izan —una voz se hizo escuchar detrás suya.

Esa voz...no, no podía ser él.

No puede ser... —giró lentamente temiendo que aquello no fuese mas que un sueño, realmente eres ..., estás vivo

Tantas emociones a la vez, pero ninguna respuesta coherente para todo aquello que le sucedía en tan poco tiempo.

Pero en su mundo ya nada tenía sentido.

Mi Amigo El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora