Mucho tiempo atrás, en un pueblo cerca del bosque vivía una niña junto a su madre. La pequeña se caracterizaba por usar siempre una caperuza roja que le había regalado su abuela, al punto que todos la apodaban "Caperucita". La abuela tenía con su nieta una fuerte y sana relación. Vivían a pocos kilómetros de distancia por lo que solían verse a menudo.
Una mañana, el leñador del pueblo llegó a la casa de Caperucita a entregar un reparto. Tocó la puerta y la niña abrió diciendo:
-Hola, señor Smith.
-buen día, Caperucita. ¿Está tu mami en casa?
-Si, señor. Está cocinando pan. Dijo que pase.
la niña, alegremente y danzando, lo invitó a pasar. Al llegar a la cocina, el señor Smith saludó a la madre de Caperucita.
-Hola, Juliet. Eso huele delicioso. ¿Estarán listos pronto?
-¡Oh! Hola, señor Smith- Respondió algo temerosa, Juliet- Pronto estarán listos.
-Juliet, te he dicho que me llames Charles. No hay que tener una relación fría... Y mucho menos si te traigo con que calentar las cosas. -La mujer rió de la broma y contestó:
-Es verdad, señor...eh, Lo siento... Charles. Has traído la leña.
-Si, Juliet. Pero no todo son buenas noticias. -El leñador se acarició el cuello y mirándola a los ojos terminó la frase -Hace unos meses no has pagado y me exigen la paga.
Juliet, se empalideció de pronto y tartamudeando llamó a su hija, le entregó una canasta con unos panes y una botella de vino y le ordenó que se lo llevara a su abuela. La niña se quejó:
-¿Por qué cada vez que el señor Smith viene yo debo ir a la casa de mi abuela?
-No discutas, hija. ¿Acaso no te gusta visitar a tu abuela?
-Me encanta visitarla pero...
-Nada de "pero". Vete ahora mismo, no quiero que vuelvas de noche. -La niña tomó la canasta, saludó a los adultos y se fue saltando y cantando.
La casa de su abuela estaba al otro lado del bosque, por lo que el único camino era a través de el. Si bien era algo sinuoso, el camino era tranquilo y la niña lo conocía bien. Ella cantaba por el bosque mientras su caperuza danzaba su melodía gracias a la brisa. Se internaba en el bosque con alegría hasta que de pronto, un lobo gris, grande y algo maltratado por la vida salvaje se presentó ante ella. Al principio la niña se asustó pero no era alguien que juzgue a primera vista por lo que decidió saludarlo:
-Hola, señor lobo ¿No le parece esta una mañana hermosa?
-Hola, niñita. Si, la mañana está... muy linda. Veo que llevas una canasta.
-Si, es para mi abuelita. Me llaman Caperucita, por cierto.
-Y ¿Qué llevas ahí dentro, Caperucita?
-Algo de pan y una botella de vino. A mi abuelita le gustan esas cosas aunque a mi no me gusta el vino, es demasiado feo. Lo probé una sola vez, por insistencia de mi abuela, pero no me gustó. Pero a ella le gusta mucho. Cuando lo toma se pone muy alegre... y algo extraña. Es graciosa pero solo por un rato. En cuanto al pan, si me gusta. Lo hace mi madre y lo comemos con...
-¡Basta ya, niña! ¿Es que no te callas nunca? -Caperucita, asustada por el grito, intentó razonar con el lobo.
-Señor lobo, no debería enojarse conmigo. Sin embargo reconozco que hablo mucho. Le pido disculpas por eso.
-Te perdonaré si me das algo de comida. -El animal se relamía los labios- ¿Qué te parece darme la mitad de la canasta?
-No creo que eso sea posible. Esto es para mi abuelita.
-Sólo será un pan y media botella de vino. No se dará cuenta. Vamos niñita, no he comido en días.
El lobo estaba muy maltratado debido a la falta de comida e higiene. Su pelaje se veía seco y en algunos lugares inexistente debido a las enfermedades que acarreaba. Sin embargo, la niña aun lo miraba como si estuviera viendo a un viejo amigo.
-Voy a tener que negarle lo que me propone. Discúlpeme.
-Entiendo. -Dijo dando un suspiro- Entonces tendré que quitarte toda la canasta.
El lobo se lanzó sobre la niña. Ambos cayeron y la bestia comenzó a forcejear la canasta con Caperucita. La niña, sumergida en un frenesí, pateó el estómago del lobo y aprovechó la oportunidad para escapar. Llorando se emergió en el bosque mientras el animal le juraba a gritos que la encontraría.
(La historia tendrá un desenlace en el capítulo 2).
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Alicia Y El Gato Y Otros Clásicos
Kinh dịAlgunos cuentos clásicos son tomados en este libro para formar una serie de relatos más oscuros. Los personajes, originalmente buenos, dejan de lado cierta parte de su moral para enfrentar situaciones que no pueden controlar.