Bienvenidas

6 1 0
                                    

-¿Alguna vez pensaste que terminaríamos en un lugar como este?- dijo aquella pelinegra que mantenía sus bellos ojos fijos en algún punto del techo.

-¿Juntas?- aparté la mirada de la reja y posé mis ojos en los suyos pero no pude soportar el pesar que estaba alojado en su mirada por mucho tiempo, así que desvié la mirada hacia aquella oxidada reja que parecía no tener intenciones de abrirse nunca-. No. Juntas, no.

Ella se levantó de sobresalto de la banca y me miró con extrañeza.

-¿Crees que sería capaz de dejarte en un lugar como este por tu cuenta?- supongo que esperaba alguna respuesta de mi parte, lástima que no obtuvo ninguna-. Bueno, la respuesta es no, querida. Nunca podría separarme de tu lado, no después de todo lo que hemos pasado juntas. No ahora.

Lágrimas corrían por mis mejillas como si quisiesen escapar de algún monstruo que habita dentro de mi mirada. Estaba devastaba, me sentía culpable. Aún no podía creer que yo fuese la causa por la cual todo este viaje haya tomado un camino que lo condujo a la ruina.

Nos mantuvimos en silencio sentadas en aquella fría banca de cemento, ella apoyaba su cabeza en mi hombro mientras esperábamos a que alguien nos sacara de esta pocilga.

Pasaron alrededor de 15 minutos de constante actividad fuera de nuestra celda, policías yendo y viniendo de un lado a otro de la recepción.

Estábamos a punto de quedarnos dormidas cuando un robusto y alto hombre abrió la puerta de nuestra celda provicional.

-¿Ya nos vamos?- Camila se levantó de sobresalto y la alegría que se había apagado en su interior volvió como una recarga de energía.

En ese momentos casi me sentí mal por ella. Sabía que esa no era nuestra salida.

Al haber pasado por el mismo repetitivo proceso de todos los reformatorios para menores de esta ciudad, crees que ya nada te sorprende pero ahora la diferencia es que estás en una cárcel de verdad y aquí tu futuro tanto como tu estadía son inciertos.

El guardia solo sonrió y desvió la mirada mientras que yo me levanté con pesar y la guié hacia la puerta.

El hombre nos dirigió en silencio hacia una habitación donde nos tomaron fotos mientras sosteníamos carteles con muchos números escritos. Casi me ponen las esposas dos veces por hacer gestos obscenos frente a la cámara, en mi defensa, solo lo hice para ver como una sonrisa se dibujaba en los labios de mi Camila, quien miraba por la ventana de la puerta esperando a que yo terminara mi "sesión fotográfica".

Dos policías nos entregaron unos horribles uniformes anaranjados y unas sandalias negras. Nos condujeron por un largo pasillo de baldosas blancas hacia un ascensor con abolladuras y deformaciones que habían sido originadas desde el interior.

"Sutileza ante todo, hija mía"- las palabras que alguna vez mi madre me dijo cruzaron por mi mente una y otra vez.

Al fin, el ascensor se detuvo, la puerta se abrió y los policías nos empujaron hasta llegar a un celda demasiado pequeña con un camarote y un inodoro.

-Vistanse y tiendan sus camas- el guardia más joven cerró la puerta de nuestra celda compartida y guardó la llave en el bolsillo trasero de su pantalón- Bienvenidas a sus nuevas vidas.

La sonrisa burlona del guardia hizo que Camila saltara al ataque como una leona lo hace para cazar a un venado.

-Ni creas que estaremos aquí por mucho- la rabia que crecía poco a poco en su interior hizo que por un instante sus hermosos ojos verde claro se tornarán a uno oscuro en cuestión de segundos.

No pude evitar sonreir con el simple hecho de que ya estaba creando un plan de escape en mi mente.

-Al parecer alguien ya tiene un plan, ¿verdad, Lauren?- Camila me tomó por la cintura y comenzó a repartir pequeños besos por mi nuca. Al sentir sus suaves labios recorriendo mi piel, mi cuerpo se tensó casi de inmediato.

- Siempre tengo un plan- me volteé y la tomé por la cintura para después, besarla en aquellos rosados labios que deseaba con locura.

-Ahora no, mi amor. No es ni el momento ni el lugar- me separé a regañadientes de ella-. Tranquila, ya tendremos tiempo- me guiñó el ojo y comenzó a desvestirse en una esquina de la celda.

-¿Cómo quieres que espere si te estás desvistiendo para mí?- no podría contenerme, quería tenerla a mi merced, quería que fuese mía otra vez.

Ella sonrió y me dio un beso rápido para luego seguir con las instrucciones antes de que los policías viniesen.

Al terminar de arreglar todo, nos recostamos en la cama de abajo sin hablarnos, sin hacer ningún comentario sobre lo que pasó esa noche, sin recordar.

-Lauren, lo que hacemos no está mal, ¿verdad?- su delicada voz rompió el silencio absoluto en el que nos habíamos sumergido.

-Solo porque todos digan que algo está mal, no significa que lo sea. Además, no le hacemos daño a nadie, ¿no es así?- con su silencio me invadió un fuerte sentimiento de tristeza de tan solo pensar que ella podría llegar a creer que lo que somos y lo hacemos está mal.

-Mis recuerdos aún están un poco borrosos.

-Es porque el alcohol aún no sale de tu sistema. Ayer fue una noche bastante agitada, ¿no lo crees?

-Ni que lo digas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 18, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Love Always WinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora