Única parte

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"A lo lejos se asomaba una mujer y su hijo caminando tomados de la mano del otro. Se notaban felices. Ella le hablaba y el niño sonreía o reía, en respuesta a sus reacciones, su madre le miraba con una sonrisa que demostraba todo el amor maternal que sentía. Después de aquella caminata paran a descansar, más bien ella es quien para a descansar, ya que su pequeño se dedicaba a jugar como si fuera un avión.

De un momento a otro, el hijo para en seco al notar que su madre no estaba, lo que hace que se empiece a preocupar y se dé cuenta que el cielo azul pasa a uno gris en un pestañeo, entonces, es cuando empieza a sentir que su corazón va a salirse de su pecho de tan rápido que latía, además, que el viento pasaba con gran fuerza detrás de su espalda como si tuviera cólera contra él. El pequeño nota como lágrimas empiezan a caer de sus ojos, haciendo que vea nebuloso, en aquel momento una mano se posa en su hombro, a lo cual responde con un escalofrío que recorre su espalda por el pánico de la situación, en consecuencia, gira lentamente hacia la persona al tener la esperanza de que supiera el paradero de su madre, pero cuando ve sus ojos, que le miraban con ira, solo decidió salir corriendo, sin embargo, reaccionó tarde, el individuo le había agarrado el antebrazo y se lo estaba llevando.

El niño solo se dedicaba a gritar llamando a su madre una y otra vez, pero en respuesta a ello, el sujeto que lo arrastraba le dice que ella ya no estaba y que se ha ido a un mejor lugar donde no tiene que soportar su presencia. Al escuchar ello, no lo acepta, no lo quiere aceptar, ya que sabe que su madre lo ama y nunca lo abandonaría, así que decidió zafarse del agarre, lo cual estuvo tan cerca de lograrlo, pero el hombre al notar su acción, le da una golpiza y todo se vuelve oscuro."

Despierto alterado, respirando agitadamente y me siento en la cama, empiezo a agitar mi cabeza de un lado a otro negando para despejar el mal sueño y paso las manos por mi cara, ya una vez que me despabilé, observo la habitación con detalle como si quisiera reconocerla, me fijo en mi cama para pasar a ver las paredes deteniéndome en la puerta del lugar, la cual me hacía recopilar recuerdos tanto buenos como malos.

Uno de esos recuerdos nace cuando miro las marcas que mamá hacía en el marco de la puerta en cada uno de mis cumpleaños, sonrío con melancolía al ver la última marca de mi altura hecha por ella cuando tenía cinco años, desde entonces, yo he seguido haciéndolas para sentirme más cercano a ella, ya que siento como si estuviera conmigo.

Otro recuerdo que me viene a la mente es cuando mi papá entraba ebrio al dormitorio, yo siempre fingía estar durmiendo cuando llegaba, lo cual no lo hacía por tenerle miedo, él nunca me hizo daño físico, sino que venía, se fijaba si dormía y se iba; en realidad, mi razón de fingir dormir era que no me gusta verlo en ese estado, incluso en el presente no me gusta verlo así.

Sigo observando aquella puerta y un escalofrío recorre mi espalda, debido a que el recuerdo de papá, que no sabría si decir si es malo o bueno, pero sí que era traumático, me hacía pensar en las veces en que la tía Alessia, hermana menor de mi madre, me lanzaba dentro con fuerza o me golpeaba y cerraba violentamente el cuarto con llave para que no saliera hasta cuando ella quisiera, todo sin siquiera razón alguna, solo daba de excusa que era un insolente, lo que siempre me llevaba a pensar en que sentía celos de mamá y que quizás ella tuvo alguna relación con su inesperada muerte, tal vez por ello me maltrata constantemente, debe sospechar que le diré a alguien mi hipótesis sobre ella y mi madre.

Lo bueno de esta puerta es que mi primer beso con Isabella fue allí, en aquel tiempo no éramos nada serio, solo amigos con fuertes sentimientos hacia el otro que ninguno se atrevía a mostrar, ese día apareció en la puerta de mi casa sabiendo que de forma constante le repetía que no viniera, que nos juntáramos en otro lugar o incluso en su casa, pero no podía negarle la entrada, abrí la puerta y se lanzó a mis brazos sollozando en mi hombro, no comprendía que le pasaba, en clases se veía tan bien, sin ningún indicio de sentirse mal y ahora solo sentía sus lágrimas caer una y otra vez junto a sus sollozos, decidí llevarla a mi habitación por si mi tía o mi papá llegaban; la estuve abrazando y acariciando su pelo hasta que se tranquilizara, ya al estar tranquila me explicó el porqué de su repentina visita, otra vez sus padres habían peleado al punto de golpearse e irse uno de la casa, eso era habitual para ella, pero creo que esta vez fue peor que las otras, después de estar un tiempo conversando y animándola, me doy cuenta que es tarde y que en cualquier momento podría llegar Alessia, le digo que se tiene que ir, pero que nos veremos mañana, ella comprende de inmediato, entonces, es cuando ocurre, estábamos saliendo de mi habitación cuando me detiene y me besa, ese beso, tan nervioso, algo torpe e inexperto, pero el mejor de todos, desde aquel día nuestra relación se volvió más seria y empezamos nuestro noviazgo.

El chico de los tatuajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora