Mi nombre es Conrad Veidt

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Mi nombre es Conrad Veidtt, pertenezco a la tripulación A-K19, mejor conocida como la tripulación Escarlata, somos agentes de élite, o más bien... eso éramos; desde que el planeta se declaró oficialmente inhabitable a finales del siglo 22, hemos estado aquí sin mucho que hacer, en cada una de éstas naves. Nuestro superior es el sargento Naville Stewart un veterano respetado en la disciplina aeronáutica y onceavo tempus, fundador de la Comarca dorada (la más próspera entre la ciudadela tempus) ha muerto. más allá de eso, la última orden que recuerdo es la que dijo antes de salir de expedición "Por nada del mundo salgan aquí" me hizo un poco de gracia, pues ese mundo en sí ahora estaba muy lejos, asentí en silencio como señal de que habíamos recibido la orden, en realidad, sólo éramos 4, Charlotte, mi hermana menor,  Stella, la más pequeña,y Ronney, tan sólo medio año mayor que yo, ninguno de ellos era hermano de sangre, pero a partir de que uno hace el juramento tempus, todos somos hermanos.

Aquí Conrad Veidtt, arribamos más o menos a 500 años luz de la comarca dorada, en el siglo XIV, el sargento Naville falleció hace poco más de dos horas, y nos queda un 5% de energía, si alguien puede ayudarnos, nos dirigimos al limbo temporal.

Ese fue mi último reporte, que envié por radio, varados en un limbo temporal y espacial, se nos agotaba la energía vital de la nave, sólo rezaba, por que este mensaje fuera escuchado por alguien. Verán, en el limbo temporal la energía tarda, con suerte, el doble de "tiempo" en agotarse, por lo que invertimos un poco de energía en trasladar la nave ahí, con la esperanza de perpetuar un poco más la energía que quedaba.

Bueno, seguro que quieren saber qué hacíamos exactamente,  Los tempus, una especie de agentes encargados de salvaguardar la humanidad, el flujo del tiempo, y en general de mantener el orden de las cosas, también solíamos proteger a las personas de las amenazas extraterrestres, que también se hicieron presentes y cada vez más constantes a mediados del siglo 22, en una guerra por el planeta tierra,  pero ahora, ya no había nada que proteger, no había tierra, ni gente, sólo unos cuantos en las islas una especie de super estructuras flotantes que fueron creadas para salvaguardar la raza humana o lo que quedaba de ella, habíamos perdido muchas cosas, y entre ellas, nuestro propósito, ahora sólo estábamos en ésta nave, a la deriva, y prácticamente teníamos nuestros días contados, a menos que un milagro nos salvara.

 Irónicamente, para un tempus el tiempo ya no significaba nada, llevábamos aquí hacía mucho que perdí la cuenta, no distinguía entre horas ni minutos... Y dado que flotábamos en el limbo, tampoco tenía una noción clara de los días, podía ser mi cumpleaños y no saberlo, pero ahora, más que nunca, el "tiempo" recuperó el valor que había perdido hacía años, no poseía nada para calcular el tiempo exactamente, sólo contaba segundos en mi cabeza, sabiendo que un segundo más, era también uno menos para  la batería de la nave, nunca imaginé que aquella misión que nos fue otorgada, nos enviaría de la ciudadela dorada directo hasta nuestra muerte.

Y de súbito, vi la imagen de lo que, por lo que me habían contado, era un atardecer -Todo va a estar bien- murmuró Stella por sobre mi hombro, haciéndome salir del trance en el que me encontraba con un ligero salto.Desde que abandonamos la ahora inhabitable tierra, ella no ha perdido esa compostura, esa actitud sarcástica pero de alguna forma optimista...básicamente era Stella, y de cierto modo me aliviaba esa aura estoica que irradiaba a mi caótica mente.

A callar interrumpió Charlotte con esa actitud socarrona y autoritaria...y, así era Charlotte...

Estaba a punto de responderle cuando vino a mi mente otra escena ambigua y espontánea.

Era un cuadro

No se parecía a nada que haya visto antes, además, no distinguía mucho de lo borroso y efímero que fue, aquella imagen en mi mente vino como un flash dejando mi cabeza un tanto aturdida.

Mi nombre es Conrad VeidtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora