Capítulo V: Quinto viaje

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El ruido del motor del avión llevaba horas molestándome. Me había despertado tantas veces como cuantas había logrado concebir el sueño. Llevaba horas en aquel cubículo de metal con varios pasajeros más. Quizá más que varios. La música de mi reproductor hacía horas que se repetía. Lo mismo con mi vida. Volvía a repetir el mismo viaje un año después, a petición de mi padre.

Iba de camino a América.

Como el año anterior, realicé los mismos movimientos: bajé del avión, recogí mi maleta y me reuní con uno de los secretarios de mi padre. Ni siquiera él se había dignado en ir a recogerme.

Mientras iba en el coche, el reproductor de música repetía una y otra vez la misma canción. Los paisajes también se repetían, al igual que las conversaciones. Fue como retroceder un año.

Una vez localicé la entrada de la casa en la que actualmente residía mi padre con su mujer, bajé del coche, dejando atrás mis pertenencias. Sabía que antes de que pudiese llegar a la habitación que me asignaran, estarían allí.

Mientras cruzaba la entrada, nadie me preguntó por mi llegada. Ninguno de los siete asistentes que se inclinaban a modo de saludo frente a mi presencia. Ridículo cuando solo eres una simple estudiante de último curso de preparatoria.

Lo único que se escuchaba era el sonido de mis zapatos contra el mármol del piso.

Nadie me dijo nada, sabía dónde buscar al causante de que mi vida se viese revuelta en apenas dos años. Respiré hondo y llamé a la puerta de lo que correspondía a su despacho. Dos golpes secos y su voz me dio paso a que entrara.

Ni siquiera sé por qué seguía haciendo aquello. Incluso junto al rencor que tan firmemente le tenía guardado, había cierto cariño. A fin de cuentas era mi padre.

-Feliz Navidad, Mei-saludó viniendo hacia mí. Su perfume era el mismo que el de hace dos años.

Olía a mujer y a colonia cara de hombre. Olía igual que cuando engañó a mi madre con su actual esposa.

-Me congratula especialmente que hayas decidido pasar conmigo estas fiestas- prosiguió una vez hubo finalizado su abrazo, al cual no me digné a corresponder.

-Eres tú quien me obliga a ello.

-No seas así, es el único modo que tengo de que pasemos juntos.

-Además de exponerme frente a todos los socios de tu empresa.

Aquello, más que una conversación padre-hija, era como un campo de batalla en donde las armas son dagas afiladas. Él sabía que le guardaba cierto rencor y yo sabía que él apenas me tenía aprecio.

Sin embargo, como única primogénita suya, por desgracia, heredaría gran parte de su negocio llegado el momento y por tanto, debía introducirme en su mundo. De no ser así, la fortuna iría a parar a sus hermanos, con los que estaba en total disputa.

Resumiendo, las conexiones de mi padre se basaban en sus socios, su mujer y yo.

-Algún día me lo agradecerás- no me digné a responder. Era la misma conversación que tuvimos la última vez, y ya sabía cómo acabaría todo esto.- Espero que hayan mejorado tus modales, porque esta noche tendremos una fiesta de bienvenida.

-¿Una fiesta de bienvenida?- me digné a preguntar.

Él, mi padre, se recolocó la corbata mientras volvía a su asiento frente al escritorio de la habitación. Yo le seguí con la mirada, esperando su respuesta.

-La tuya. Advertí a todos mis socios, y ciertos contactos, que llegarías esta semana. Como ya te conocieron el año pasado, estaban deseosos de ver cuánto has cambiado desde entonces.- Lo último lo dijo con cierto énfasis.

La Ironía Del Destino [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora