Kibum iba caminando por las frías calles de Seúl, era de noche y no había un alma rondando. Pero ese detalle era irrelevante para él, pues estaba sumido en sus pensamientos de su relación con Jonghyun.
Al principio todo era viento en popa, la sociedad los había aceptado pensando que era sólo una época adolescente, pero ya tenían veinticinco y veintiséis años. Eran casi diez años de relación. Que etapa ni que nada. El problema era que él pensaba que Jonghyun podía estar algo harto de él. Últimamente, pasaba mucho tiempo en el trabajo, incluso llevaba ropa para su oficina y pasaba la noche allí. Su corazón estaba destrozado, pues él seguía amando a Jonghyun con cada partícula de su ser.
Habría intentado arreglar las cosas con él, llegar a una solución. Pero uno de los compañeros de trabajo de Jonghyun le había dicho que al parecer lo estaba engañando con una chica de la empresa. Que no dormía en la oficina, sino en la casa de ella.
Ese día había aprovechado que Jonghyun no se había ni asomado por el hogar que compartían juntos y lloró, lloró toda la noche sobre la fría almohada de algodón de Jonghyun, que tenía su olor impregnado en ella.
Aprovecha el olor, porque podrías no volver a olfatearlo, se decía a si mismo.
El sólo pensamiento de esas palabras logró que rompiera en llanto de nuevo, en mitad de la calle, que por suerte estaba desierta.
En un parpadeo, pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer del cielo estrellado, empapando su cuerpo y rostro. Ahora sus lágrimas se confundían con el resto de gotas que habían caído en su rostro.
Suspiró, le tocaba una larga caminata hasta su hogar, pero no tenía auto y no quería molestar a Jonghyun.
Estuvo durante horas caminando, imaginando la voz de su novio cantándole en el oído para tranquilizarse. Estaba logrando su cometido cuando se dio cuenta de que estaba tan distraído que sus pies tomaron la ruta que no era, guiándolo a la oficina de Jonghyun.
Trago saliva, indeciso de que hacer. Podía entrar, entonces tal vez vería la realidad de que Jonghyun lo estaba engañando; pero también podía irse y afrontar la rudeza mas tarde.
Ña, ya que, pensó mientras sus pies entraban en el recinto. Varias miradas fueron en su dirección, no era de extrañar, pues no es común ver a un chico empapado de pies a cabeza y con el rostro cubierto de lágrimas.
Se acercó a la recepcionista, carraspeando para aclarar su voz—: ¿Puede decirme en que piso esta la oficina de Kim Jonghyun? Por favor—No era la primera vez que venía al edificio donde trabajaba Jonghyun, pero habían cambiado a la recepcionista y a él lo habían ascendido de puesto hace poco, por lo que era razonable que también lo hubieran cambiado de piso.
La señorita detrás del mostrador le lanzó una mirada—¿Sabe él que viene usted a verlo? El señor Kim me dijo que sólo dejará subir a los que él tuviera una notificación previa de que vinieran a visitarlo.
—Y-yo... No, pero soy su novio y necesito verlo, ¿puedo?—La miró profundamente a los ojos, intentando convencerla.
—Lo lamento, cariño. Pero no. Tienes que avisarle. Si eres su novio, dile tu que baje—mencionó, de repente teniéndole la confianza suficiente como para hablarle informalmente.
—¿No puede llamarlo, entonces? Hacerle una llamada a su piso—rogó, desesperado por tener algo de contacto con él (o con la realidad, tal vez).
Ella suspiró—De acuerdo— Tomó el teléfono que tenía en frente y presionó durante un rato el número tres—. ¿Aló? ¿Vicepresidente Kim?—habló cuando probablemente contestaron—. Lamento la interrupción, pero aquí abajo hay un joven que dice ser su novio—Hizo una pausa, y antes de que contestaran, agregó en un susurro—... y esta todo empapado y parece haber llorado—Kibum la miró entrecerrando los ojos—. ¿Su nombre? Espere un segundo—Apartó el aparato de su oído un momento—. ¿Cómo te llamas, querido?—preguntó.