Una vez dentro de un ataúd las personas que cuando estabas en vida te despreciaban van a sentir la sensación de culpabilidad que tenías tú cuando te mirabas al espejo, van a llorar como lo hacías tu por las noches recordando cada insulto suyo, pedirán perdón al cielo, pero las cadenas de culpa les arrastraran durante el resto de sus vidas, pero tú no te preocupes, tú por fin descansas en paz en un sitio donde verdaderamente eres feliz.