Parte 1

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A veces los sueños están mas conectados a la realidad de lo que nosotros pensamos y me darán la razón al conocer esta historia , que no solo está llena de dolor , pasión ,amor y ternura .

La injusticia y la avaricia, la envidia y la ambición, la lujuria y el poder mal usados para satisfacer los más bajos instintos......... Son los instrumentos de esta historia.

Todo comenzó en el año 1903 en estado de Jalisco, en ese pequeño pueblo hubo un día, un rico hacendado llamado Don Fernando Rocha y su esposa dona Joseba de Rocha, ellos eran los dueños de la hacienda más productiva de la región. Don Fernando Rocha todos los días al clarear el Alba se disponía a recorrer a caballo orgulloso los inmensos sembradíos de agave y hasta donde sus ojos alcanzaban a mirar era de él.

Ese día decidió llegar hasta la laguna que dividía su hacienda con los hacendados vecinos como la de don Jacinto Elizondo el cual era su vecino y enemigo desde siempre, el odio que se tenían lo habían heredado de generación en generación y su competencia era quien tenía las mejores cosechas, los mejores gallos, el mejor ganado y parecía que don Fernando y don Jacinto competían en todo e incluso contrajeron matrimonio casi al mismo tiempo.

La esposa de don Jacinto se llamaba Amada... Cuando se embarazo de su primer hijo Juan Manuel , don Fernando se puso furioso con su esposa Josefa porque al parecer ella aparentaba tener un problema es decir ellos tenían anos de casados y no habían logrado tener un hijo.

Por el contrario cuando nació el hijo de Don Jacinto Elizondo y dona Amada el hacendado hizo tremenda fiesta...... Todos los hacendados de los alrededores fueron invitados a celebrar el nacimiento de su primogénita y heredero. El orgullo de don Jacinto era muy grande, no solo le había ganado a Fernando a tener el primer hijo, sino que aparte de toda su esposa Amada le había dado el primer Varón.

Ese mismo día en aquella celebración don Jacinto Elizondo se acercó a Don Fernando y con voz apacible de dijo.......

Fernando, quiero que seas el padrino de mi hijo! mi heredero ! y así iremos acabando con esta enemistad .

Feliz don Jancito tomo a su hijo en brazos y lo puso en los brazos de don Fernando.

Y dijo Don Jacinto con voz tranquila y a la vez un tanto burlona a su esposa Amada..... Verdad que nadie mejor que don Fernando y doña Joseba para ser padrinos de nuestro hijo Juan Manuel?

Dona Amada asintió con la cabeza mientras que doña Josefa dejaba que una tímida lagrima asomara a sus claros ojos, mientras contemplaba el dulce rostro del recién nacido, que con su llanto parecía presentir lo que se avecinaba.

Doña Josefa puso él bebe en los brazos de dona Amada y sintió un gran vacío en el alma, ella anulaba tanto o más que su esposo tener un hijo. La celebración continúo y fue por todo lo alto. Mientras tanto el Mariachi, el tequila, la comida se servía en grandes cantidades y grandes mesas con manteles bordados a mano y colores vivos adornaban los lugares que fueron arreglados con jarrones y amarillos girasoles. Sobre la mesa había molcajetes de piedra con delicioso guacamole y pedazos de crujiente chicharrón.

Las cocineras de la hacienda Hacían tortillas de maíz hechas a mano, que se cosían en grandes comales de barro los cuales se calentaban con Lena. El olor de la carne fresca que se cocinaba era tan apetecible para todos aquellos acaudalados invitados, los cuales se daban tremendo ataron, por supuesto no falto el reposado y fino tequila.

Dona Amada y doña Josefa ocupaban la mesa de honor...... no solo por ser la Madre y la futura madrina del recién nacido, sino porque eran las dos damas más importantes de la región .Mientras tanto la fiesta transcurría alegre y el cura de pueblo llamado don Bernabé hospicio misa en la capilla de la hacienda. La jóvenes casaderas de las haciendas vecinas aprovechaban el baile ya que todos se conocían e incluso hasta tenían destinado quien con quien contraria nupcias . Entonces cuando los invitados comenzaron a despedirse Don Fernando y su esposa se despidieron también. Un criado acercó un elegante carruaje donde doña Josefa viajaba, aquel hermoso carruaje era jalado por dos hermosos caballos Zarcos y don Fernando ayudo a su esposa a subir después de despedirse. Don Fernando monto en su bien educado caballo y emprendieron el regreso a su hacienda.

Tu Tierna MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora