Una de la noche.
Las calles se comenzaban a llenar de gente bebida, consumiendo cosas variadas, sin entrar en detalles. Chicas vomitando, odio cuando una mujer no se controla bebiendo para acabar así.
Alguna que otra me echaba la mirada encima al ver mi rostro asomado en la ventana de mi BMW mientras terminaba de acabar mi ultimo cigarro, no soy un gran fumador pero siempre va uno antes de entrar a alguno de los clubes que frecuentamos.
Aparqué lo antes posible, en el primer hueco que divisé. Rumbo hacia el punto donde Sehun y yo habíamos concretado.
Caminaba por la calle, mirando la gran masa de cola en la puerta principal del club al cual íbamos a entrar, bastante popular en la ciudad y con un gran número de clientes y socios, dos de ellos éramos Sehun y yo. Caminaba viendo como la mayoría de mujeres esperando por entrar gratis lucían vestidos demasiado cortos, buenos escotes y un maquillaje nada natural. Lo típico por aquí.
- Byun, buenas. - Oí la voz de Sehun por detrás de mi.
- Ostia, ¿no habíamos quedado en vernos en la puerta trasera? - Detuve mi caminar para ponerme de frente a él.
- Si, bueno, quería echar un ojo. Vayamos. - Su mano respaldó mi hombro por un momento y empezamos a caminar por igual.
Miraba a izquierda y derecha mientras caminábamos, pero algo chocó contra mi mientras observaba a una chica con un cuerpo realmente exquisito. De esos que te gustarían recorrer cada centímetro con tu lengua, saborearlo hasta dejarlo sin gusto alguno. Absorberlo en todos los sentidos.
Di un paso hacia atrás, coloqué el cabello de mi cara, el cual se había movido a causa del golpe. Cuando me di cuenta de qué había chocado contra mi, no podía aguantar la risa que mi boca necesitaba echar. Aquella chica, la cual seguía tirada en el suelo, empezó a mirar hacia todos lados, viendo como la gran cantidad de gente ponía su atención en ella. Cuchicheos, risas y miradas de vergüenza se lanzaban.
Aquella chica miró hacía arriba para encontrarse con mi mirada, la cual se posaba en ella. Se levantó bruscamente recogiendo su bolso, con los puños cerrados. Su outfit era un poco extraño para ir por aquí. Su pelo revuelto, una falda larga y negra colgaba de su pequeña cintura y una blusa del mismo color, con una pequeña transparencia que a penas se podía apreciar. Gafas de ver, pero con un maquillaje bastante en su punto, ni simple ni cargado que sabía como pronunciar sus facciones.
- ¿Es que no puedes mirar por donde vas? - Su voz dirigiéndose hacia mi, un tanto dulce como miel.
- Ts. - Rodé mis ojos. - ¿Para ver a niñatas como tú? - Lancé una mirada a su cuerpo de arriba a abajo - Prefiero no mirar.
- Idiota. - Dio un paso hacia delante, haciendo que su rostro quedase a escasos centímetros del mío. Pude fijarme bien en lo bonita que era. Unos ojos grandes y negros, los que a penas podía ver ya que unos cuantos mechones ondulados y castaños caían por su frente. Unos pendientes en forma de aro, plateados. Sus hombros finos, cortos, perfectos para una chica baja como ella. Solté una pequeña risa al ver como inclinaba sus pies para ponerse a mi altura.
— ¿Quién te crees? - Pegó en mi hombro con dos de sus dedos, haciéndome dar un paso hacia atrás, abriéndole el paso. Yo no podía apartar mi mirada de ella mientras se alejaba. ¿Quién se creía que era ELLA?
Iba a perseguirla pero una mano me agarró del brazo, deteniéndome.
- Va, déjala. No tiene importancia. - Me dijo Sehun, el cual había quedado al margen de lo ocurrido.
Asentí, para por fin entrar al club. Un hombre corpulento, musculoso, alto, los típicos gorilas de las discotecas nos pidió mostrar nuestros documentos de identidad, así lo hicimos. Me miró por unos segundos, yo había cambiado bastante físicamente en los últimos meses y era notable. Sehun repitió todo, para después adentrarnos entre toda la gente. Una gran masa se concentraba en el fondo de la gran pista de baile que el recinto tenía.
Muchas mujeres me lanzaban una que otra mirada con un intento de seducción, lo cual me hacía sonreír levemente por cuan ingenuas eran. Seguía mi camino hasta la barra del bar, con Sehun siguiendo mis pasos por detrás.
- Ostia Byun, tu por aquí; ¿Qué se te ofrece? - Me preguntó la camarera ya conocida que se encontraba al otro lado del gran muro de mármol.
- Lo mismo de siempre, ya sabes. - Respondí. Giré sobre el taburete para poner mi vista en la gente, de un momento a otro mi teléfono móvil empezó a vibrar.
Llamadas incontables, mensajes largos suplicando una noche conmigo, rogando por ello.. Y yo solo podía reír ante la situación.
Noté como la gente más cercana a mí soltaban comentarios de asombro por algo, no sabia la razón hasta que una mujer de pelo largo ondulado, vestido corto negro que hacía enseñar sus cortas pero finas piernas, un tanto bronceadas, algo difícil de ver en en país, y unos labios de en sueño. Su flequillo caía por su cara, lo que no dejaba ver al completo su rostro. Su andar se me hacia algo familiar pero con una familiaridad escasa. Casi inexistente.
Pensando que caminaba hacía mi, me sostuve de pie sobre mis talones esperando por su llegada, pero volví a mi sitio al ver que no se dirigía a mi, sino al hombre que se encontraba a mi lado izquierdo. Mi mirada se clavaba en ella en lo más profundo posible, recorriéndola de arriba a abajo.