El refugio

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-¿Que haremos ahora?- dijo impaciente apuntando su arma a la vieja ventana del refugio que poco a poco se venía abajo, esta no aguantaría una noche más pues ya estaba desgastada y hecha de un material de poca resistencia, al llover goteaba y el frío entraba por medio de ella.

-Preocúpate de tu trabajo, no sería agradable que por un descuido termináramos siendo uno de ellos, es algo que por ahora se puede evitar.- Suspiró al pensar en que tal vez sólo tendrían que dejarse atrapar por los individuos y morir para ser uno de ellos.

-Ya no... ¿Ya no hay nada que hacer? eso es... ¿Verdad?- su voz se quebraba y sin querer poco a poco bajaba la guardia, se apoyó en la pared mirando a la nada, se sentía perdido. 

-¡No digas tonterías!-dijo alterado, caminaba de un lado a otro buscando sus armas, se pasaba las manos por el cabello, manifestando su enfado por aquellas palabras.- ¡Te he dicho que no bajes la guardia!

Al oírlo sin pensarlo dos veces volvió a su posición y apunto su arma a la vieja ventana de ese lugar. El refugio se vendría abajo en cualquier momento y no tendrían tiempo de arreglarlo, se encontraban rodeados de infectados, su agresividad era demasiado intensa, atacaban sin razón, ellos la habían perdido y tenían un solo propósito.

El refugio estaba débil, sus paredes de madera no resistirían un golpe mas, el techo se derrumbaría, caería en escombros si otro infectado mas se situaba sobre el, las ventanas se encontraban trizadas, tenían uno que otro agujero producto a las balas. El lugar estaba desolado, a su alrededor se podían divisar muchos arboles, la tierra se encontraba húmeda y llena de posas de agua, la lluvia era abundante en ese lugar y el frío junto a la neblina no pasaban desapercibidos. Dentro de aquel refugio no tenían mucho, tampoco podían dedicarse a buscar objetos para crear un ambiente de agrado, solo bastaba con tener un lugar donde pasar la noche, provisiones, medicina y abrigos. Cerca de los escombros tenían apilados viejas cobijas, algo sucias pero mantenían el calor por las noches, por otro lado había un mesón con unas pocas municiones y junto a el dos bolsos que en su interior contenían comida y medicina, sus chaquetas se encontraban tiradas cerca de las sucias cobijas apiladas. Las velas y cerillos eran muy necesarios ya que la electricidad fue acabándose al comenzar la epidemia, sus cinturones y armas siempre estaban a su alcance, no podían bajar la guardia en ningún momento, al primer error morían. 

Cuando las provisiones y municiones comenzaban a acabarse la preocupación era abundante, debían recorrer todo el bosque y llegar al pequeño pueblo que se encontraba escondido. Ellos habían decidido irse y tomar un nuevo rumbo por la razón de que ese pueblo sería infectado en cualquier momento, la epidemia se propagaba muy rápido y ya habían muchos infectados cerca, sólo volverían ahí cuando sus provisiones o municiones comenzaran a agotarse. No mucha gente vivía en ese pequeño pueblo, eran pocos los sobrevivientes pero producto a su desobediencia y egoísmo por la opinión de sus familiares que si querían salvarse morirían como todos.

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2016 ⏰

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