Capítulo 2

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[Notas al final]

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El sábado es un día lento, cosa que realmente resulta rara en una ciudad como Nueva York.

Manhattan es uno de los distritos más importantes del estado, así que se vuelve costumbre el hecho de que el bullicio de los automóviles esté en tus oídos.

Nico y Will son vecinos desde hace un tiempo; el alquiler no es demasiado costoso y es accesible para un par de estudiantes universitarios, así que, cuando vinieron a ver, el italiano vivía en el apartamento frente al de Will.

El más bajo suspira, saliendo con una camiseta de una banda que ni siquiera le gusta y unos pantalones de dormir. Toca el timbre, con un cuaderno bajo el brazo y frotándose el párpado con el reverso de la mano.

Jamás ha sido una persona madrugadora (para él, las ocho de la mañana sigue siendo madrugada) y la noche anterior se quedó en vela leyendo una nueva historia.

¿Y por qué está despierto, si debe descansar para no parecer un muerto viviente, entonces?

Fácil: Will colocó un sinfín de alarmas en algún momento del día anterior y estas no pararon de sonar hasta que el sueño se dispersó totalmente, sin quedarle otro remedio que levantarse de la cama.

¿Y para qué Will haría eso? También es fácil: porque, al final de todo, Nico sabe investigar y Will analiza bien.

Hacen un gran trabajo con las tareas juntos, así que el mayor siempre insiste en despertarlo en contra de su voluntad.

Will abre la puerta, con el cabello revuelto a causa de rodar una y otra vez sobre la almohada, pero con una sonrisa amigable en los labios.

—¡Hola, Chico Muerte!

—Solace, deja el escándalo y toma —Le lanza el cuaderno, acostándose luego en el pequeño sofá, con la cara enterrada entre los cojines—. Esa alarma "Nico, Nico, Nico, Nico, Nico" con tu voz, me amargó la mañana.

—Bah —Will se encoge de hombros—, aun así viniste.

—Cállate —Se voltea, con los ojos entrecerrados y las manos sobre el abdomen—. Estoy agotado. Dormí sólo tres horas, Will.

—¿Tres horas? ¿Y qué demonios hacías? —Desde su lugar, ve al rubio fruncir el ceño con la laptop en el regazo, encendiéndose, y las gafas de lectura sobre el puente de la nariz.

—... Existía, Solace. Justo como existo ahora —Suspira, desordenándose el pelo oscuro, evadiendo la respuesta que tuvo que dar en realidad.

—Me estás mintiendo descaradamente, ¿no será que andabas jalán-...?

—¡Will, cierra la maldita boca! —Nico al instante le lanza una de los cojines al rostro, con las orejas pintadas de carmín—. ¡Esas cosas no se preguntan!

—No me dejas otras opciones en las cuales pensar, Di Angelo.

Basta. Analiza, trabaja y yo dormiré mientras te ignoro —Al fin y al cabo, es sábado y las mañanas de sábado siempre se disfrutan más.

(Aunque no puede dormir).

Hay un gato maullando en la acera.

(Tiene los ojos cerrados pero su mente se enfoca en todo y en nada al mismo tiempo).

Hay niños corriendo de un lugar a otro.

(Se escuchan las teclas de la computadora sonando cuando Will las presiona).

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