Spinn Off Harley

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Beth  se  estaba congelado,  tratando  de  averiguar lo  que  estaba pasando.  Un  montón  de  gente había subido  las cámaras y  tomado  fotos de  ella.  ¿Qué  demonios? El sheriff  jadeaba un  poco  por los seis  escalones que  había tenido  que  subir para llegar a ella. —Vamos dentro  señorita  Goss. Ella no se movió, estaba un poco sorprendida de que supiera su nombre. — ¿Qué  está  pasando? Él la agarró  y  la obligó  a  girar, casi tropezando  con  en  él en  el  proceso. Ella fue  empujada hacia adentro  y  luego  hacia  la parte  trasera  en el interior  del edificio.  La soltó  y  se  secó  la frente sudorosa, soplando una ráfaga frustrados de aire. —Maldita gente.  ¿No  podían  hacerlo  cuando  en  invierno?  Estamos a  cien grados. Beth  observó  la parte  delantera de  su uniforme  al lado, tirando  de  él lejos  de  su  pecho  en un  triste intento  de  conseguir  el aire  a  su piel.  El  destello  blanco  le  aseguró  que  llevaba  una camiseta.  El frunció  el  ceño. —Está  en los  medios.  Eso  es lo  que  está  pasando. Estoy  seguro  de  que  esos  malditos periodistas aparecerán  pronto. Beth estaba todavía pérdida. — ¿Qué  pasó?  ¿Fue  atacada la reserva?  —Eso  le  dio  miedo  a  ella, pero  ella  tenía fe  en  que  Vanni estaría a  salvo. Su  marido  haría cualquier cosa para  protegerla. Smiley  era un  tipo  duro,  y   él estaba loco  por ella.  Ella  sentiría  lástima por  alguien  tan  estúpido  como  para  tratar de herir  a  su mejor amiga. Había pasado  tiempo  en su casa  y  en  la  Reserva. La  Organización  de  Nuevas Especies NSO, se  preparaban  para  casi cualquier cosa  y  podrían  lidiar  con  lo  que  estuviera pasando. —Llamé  a la  Reserva.  Están  enviando  a  alguien  a  por  ti. — ¿Por qué? Sacudió la cabeza. —Ellos  hicieron  un  reportaje  sobre  ti. — ¿Quién lo  hizo?  ¿De  qué  está  hablando? —Están  mostrando  una historia  escandalosa sobre  ti.  Eso  es  todo  lo  que  sé. Tengo  la cabeza revuelta, cuando  empecé  a  recibir llamadas de  algunos de  los lugareños preguntando  si  fuera cierto  que  trabajabas en  la  corte  y  si  era  cierto  lo  que  vio  en la  televisión. Salí  de  mi reservado,  mi oficina  y  encontré  a  toda  esa gente  en el  césped.  Esa  gentuza  paga  dinero  por las fotos.  Tenía la esperanza de que  ya  habías salido  del edificio.  Muchos de  los empleados salen  temprano  los viernes.  Espera.  — Él agarró el comunicador conectado a su hombro. —Ella  está  en  el palacio  de  justicia.  La tengo. Informa  eso,  Mable. —Estoy  en eso  —respondió  una  mujer. Beth  estaba confundida y  metió  la  mano  en su bolso.  Encontró  su teléfono  celular, lo  saco. Ella trató  de  encenderlo, pero  la pantalla  sólo  mostró  que  no  tenía  pila.  —Maldita  sea. Olvide  cargarlo. —Me  dijeron  que  la Reserva trató  de  comunicarse  con  usted.  La centralita  está  sobrecargada. Sólo tenemos  tres líneas  y  no  podemos conseguir hacer  una llamada.  Demasiadas  llamadas  entrantes. Todo  el  mundo  está  llamando  a  la  corte  después  de  no  conseguir llamar  a  nuestras líneas. Ellos quieren entrevistarte. " — ¿Para qué?  — Beth  empujó  a  su  teléfono  de  nuevo  dentro  de  su bolso. —Algo  que  ver  con  la  ONE. Beth  dejo  que  la información  la llenara.   —En realidad  corrió  una historia  que  me  yo  me  mudaría  para  pasar  tiempo  con  Vanni?  Eso  es tan falso.- — ¿Vanni?-  El sheriff  frunció  el  ceño. —Ella  está  acoplada a  una  nueva especie.  Es  por eso  que  me  mudé  aquí.  Estamos  muy  unidas. Voy a verla  ella  ya su  marido  cada pocos días.  Cené  con  ellos anoche. Su  comunicador  sonó, la  mujer  en el  otro  lado  de  ella  habló.   — ¿Sheriff?- Él agarró  el comunicador.   — ¿Qué? —El equipo de ellos estará ahí en unos cinco minutos y quieren saber si ella está segura. Volvió la cabeza, mirando por las puertas de vidrio. —Más personas se  están presentándose.  Diles  que  se  den prisa.  No  tenemos suficientes  guardias para mantenerlos apartados de  ella  si deciden  allanar  el edificio." —Les  diré,  —  prometió  a  la  mujer.  El  micrófono  se  quedó  en  silencio. — ¿Por qué  están ahí fuera?  —
Beth  miró  hacia  fuera  también, al darse  cuenta  de  que  más  personas se  habían  reunido. Algunos de  ellos  trataron  de  conseguir  más allá  de  los  guardias. —Esos tipejos pagan  un  montón  de  dinero  por las  fotos.  La  mayoría  de  los  residentes  no  quieren tener  nada que  ver  con  ellos, pero  los  tiempos son  difíciles en  todo  el mundo. Unos cientos de dólares  por una foto  de  usted  podrían  tentar a  cualquiera.  Eso   compra un  montón  en  las tiendas de  comestibles.  Nosotros también  tenemos un  festival cerca de  veinte  millas  de  aquí.  No reconozco  la  mayoría  de  esas caras. Supongo  que  pensaron  que  habían  tenido  suerte  en  mi ciudad para esta  mierda.  - —Guau.  — Beth  no  estaba segura de  qué  más decir.   — ¿Quién diría  que  a alguien le  importaría si  yo  soy  amiga de un  compañera? —Esto  supera la  mierda,  —el hombre  mayor  resopló.  —Pendejos.  Todos  ellos.  —Sus palabras la irritaban. —Las nuevas  especies son  grandiosas. Se encontró  con  su  mirada  y  ladeó  la cabeza.   —Me  refiero  a  esos gilipollas por ahí.  Me  gusta  la  ONE. Ellos  no  arruinan  un  perfecto  viernes por la tarde. Beth  relajó.   — ¡Oh! — ¿Sheriff?  —La mujer  en  el comunicador habló.  —Sácala ahora.  Ellos  tienen un  miembro  de  su grupo  de  trabajo  cerca.  Va  todo  de  negro,  pero  no  en  uniforme.  Él tiene  un  casco  y  no  puedes verle  la  cara.  Pero  dijeron  que  no  podemos pasarlo  desapercibido. Hay  que  entregarla a  él. —Lo tengo.  — El sheriff  reacomodo  su  micrófono  y  abrió  la puerta.   —Quédate cerca. Beth  habría  protestado,  pero  el  hombre  la  agarró  por  la muñeca  y  tiró  de  ella.  Estuvo  a  punto  de tropezar  en sus  tacones. Era más  fuerte  de  lo  que  parecía para su  edad. Ella luchó  para mantenerse  al  paso  después  de  bajar  las  escaleras al lado  del  edificio.  Las  voces  subieron  de volumen,  ella volvió  la cabeza, casi  tropezando  de  nuevo. Algunas de las  personas en  la  multitud lograron  sortear a  los  guardias.  Corrieron  hacia  ella. El sonido  de  los guardias  gritando  a  ellos  para  volvieran  no  logro  ahogar  el sonido  de  un  fuerte motor  acercándose. El sheriff  se  detuvo  en  la  acera y  Beth  volvió  la  cabeza,  mirando  por  la calle. Una gran  motocicleta negra llegó  disparaba  por la  calle  residencial.  El que  la  conducía tomó  la vuelta  de  forma  tan  rápida  que  tuvo  que  virar de  una forma tan  aguda que  su rodilla casi tocaba  el pavimento,  pero  no  lo  hizo.  La  moto  se  enderezó  en la  calle  principal y  aceleró.
El conductor  se  levantó,  su  cuerpo  no  estaba abrazando  a  la  moto.  Parecía ser  un  hombre  bastante grande. Vestía de  negro, desde  la  chaqueta de  cuero,  guantes a  juego, hasta  su  casco. Sus pantalones  eran  negro  también, junto  con  sus botas  de  motorista. Él pisó  el  freno  y  se  detuvo  el arrastre  a  sólo  unos pasos  de  la calle.  El  olor  a  goma  quemada irritaba la nariz. —Sube,  —el loco  conductor exigió  con  voz  áspera. El sheriff  le  soltó  la  muñeca  y  maldijo,  dándole  la espalda.   — ¡Vuelve!  No  creas  que  no  voy  a  disparar! Beth  torció  la  cabeza y  se  horrorizó  al  ver  al  menos diez  hombres  que  se  dirigían  directamente  en ella.  El sheriff  puso  su cuerpo  regordete  entre  ella  y  ellos. En realidad  saco  su  arma  y  apuntó  a ellos.  Los hombres se  dispersaron, uno  cayó  de  culo. El motor de  la  moto  aceleró. Volvió  la cabeza, sorprendida de estar  casi de  frente  al enorme hombre. Estaba cubierto  de  pies a  cabeza para  que  no  pudiera  ver  a una pulgada de su piel.  El motor  se  silenció. —Sube  a la puta  moto,  —él gruño  entre  dientes. Tenía una voz  muy  profunda y  parecía enojado. Ella  tragó  saliva  y  bajó  de  la  acera.  La NSO le  había enviado  a  recogerla.  Ella llegó  a su lado,  pero  se detuvo  y  miró  hacia abajo.  Ella  usaba unos  tacos de  10  centímetros  y  su  falda llegaba a  mitad del muslo.  Estaba  apretada  a  su  piel.  Ella levantó  la barbilla. —No puedo  a  menos que  quieras que  yo  muestre  mi  culo  a  todo  el  mundo  con  las cámaras. Soltó  el  manillar  y  golpeó  rápido. Él enganchó  su brazo  alrededor de  su cintura  y  su mano  se  clavó en su cadera, obligándola a  girar. Aterrizó  contra su pierna  apuntalándola  contra  la moto  en posición  vertical  y  el  brazo  se  apretó, levantándola.  Encontró  a  su culo  cómodamente  atrapado entre  sus  grandes  muslos.  El brazo  todavía agarraba  el manillar  en  el  otro  lado, lo  que  hizo  que  al otro  lado. —Aférrate  a  mí. No esperó  a que  ella lo  hiciera. Le  soltó  la cintura  y  agarró  el  manillar  de  nuevo,  dejándola enjaulada entre  su cuerpo,  sus dos brazos,  y  el tanque  de  gas. El  motor de la  moto  se  hizo  más fuerte  y  se  fueron. Ella se  aferró  al  cuero, aterrorizada de caer. Cogió  velocidad  y  metió  la  cara en su  chaqueta  mientras su cabello  voló  a  su  boca. Era una locura y probablemente  también  era ilegal montar  una  motocicleta con  alguien  sentado  de  lado  en el regazo  del  conductor,  pero  él no  parecía  importarle.  Lo  hizo  de  todos  modos  y  ella era la pasajera, incluso  si  ella no  había planeado  serlo. —Joder, —ella gritó. — ¿Estás  loco? —Solo  relájate  —le  exigió.
¿Relajarse?  ¿Hablaba  en serio?  Lo  había  visto  casi  caer  al tomar  esa  vuelta. Sus pies  sobresalían como dos  banderas desde  un  lado  de  la  moto  y  ella  lo  imaginó  haciendo  otro  giro  brusco. Sus tacones  golpearían  pavimento. Tomo más  velocidad  y  el  viento  la  empujó  con  más fuerza  contra él.  Uno  de  sus zapatos  voló  fuera de  su pie.   Beth  apretó  su chaqueta de  cuero  en  un  abrazo  de  muerte. Él  dio  un  giro  y  ella jalo  sus rodillas tratando  de  hacerse  más pequeña  en su regazo. Se iba a  hacer  daño  si  se  estrellaba. Ella  ni siquiera  tenía un  casco.  Dolería  el infierno. Él iba a  hacer que  muriera. Trató  de  volver  la  cabeza  para  ver  a  dónde  la llevaba  pero  su  pelo  se  lo  hacía  imposible. Ella  tuvo  que  escupir algo  de  su pelo  fuera  de  su  boca.  Acurrucó  su  cara contra  su  chaqueta de nuevo,  prefiriendo  respirar  el  olor del cuero  que  su propio  cabello. Los dedos  de  sus pies  se cerraron  y  el aire  se  precipitó  entre  ellos, un  recordatorio  de  la  pérdida de  su zapato. Ella  había amado ese  par. Ellos eran cómodos. Ahora sólo tenía uno. Él tomó  otro  giro  y  Beth  gimió  cuando  inclinó  sobre  su  espalda. Su  brazo  se  sentía sólido  y  ella no fue  expulsada la  moto. Sus  pies se  elevaron  en el  aire,  al menos no  estaban  en peligro  de  ser raspados por la acera.  La  moto  se  enderezó  y  respiró  mejor. La NSO iba a  conseguir un  pedazo  de  su  mente.  Estaba furiosa. Habían  enviado  a  algún  bastardo loco  a  recogerla.  Nada de  esto  era necesario.  ¿Y  qué  si  la gente  quería tomar fotos de  ella?  Habría sólo  sonreído  y  esto  se  hubiera acabado. Recordó  la  tormenta  mediática  cuando  Vanni había sido grabada en  vídeo  con  Smiley  en  el hotel. Claro, que  ellos habían  sido  bombardeados con  una gran  cantidad  personas que  les  ponían  lo pelos de  punta  por la cantidad  de  personas que  habían  acampado  delante  de  su  apartamento  con ganas de tomar fotos de  la  mujer  que  había tenido  relaciones  sexuales  con  una nueva  especie, pero  todos  ellos habían  desaparecido  después  de  dos semanas. —Estamos casi  en el   punto  de  control. Eso  la  hizo  ponerse  furiosa. Normalmente  le  llevaba diez minutos  en coche atravesar las puertas de  la reserva. Había  conducido  suficientes  veces  durante  las  últimas  semanas para saberlo.  Tenía que  estar  haciendo  algo  más de cien millas  por  hora  para  llegar a  él punto  tan  rápido. No  podían haber  pasado  más de  unos  pocos  minutos  desde  que  la había recogido.  Mejor dicho  me  había agarró, se  corrigió. Se sentía  impotente. Ni siquiera podía gritarle. Tenía  el pelo  pegado  a  la parte  posterior de  la cabeza.  El  viento  la  empujó  contra  él  tan cerca que  sentía pegado  a su cuerpo. Su  otro  zapato  voló. Beth  apretó  los  dientes.  La  NSO realmente  iba  a  escucharla una vez que  llegara allí. Esas  fueron unos zapatos Jimmy  Choo.  Ella  las había comprado  en  una tienda de descuento, pero  todavía le habían  costado  unos cientos de  dólares. Habían  sido  su  regalo  de  cumpleaños para sí misma  el año pasado.
Su  bolso  estaba atrapado  entre  sus cuerpos, ejerciendo  presión  sobre  sus costillas. Esperaba que se  le hubiera  clavado  al  maníaco. La  moto  finalmente  redujo  la  velocidad  y  se  dio  cuenta que  en sus oídos sonaban  un  poco  del sonido  del  motor.  Redujo  la  velocidad  lo  suficiente  como  para  que se  sintiera  segura para  tratar de girar  la  cabeza de  nuevo.  Ella  en  realidad  lanzó  su  chaqueta con una mano  y  empujó  a su cabello, tratando  de  ver. Las puertas se  alzaba delante, pero  él no  tiene  que  parar y  ser  revisado  en  la  forma en  que siempre  lo  hacían. Las barreras de  metal acaban  de  abrir  cuando  se  acercaron  y   condujo  a  través de  ellas.  Eso  la enfureció  también. Ella  siempre  tenía que  salir de  su coche para  ser cateada.  Ellos comprobaban  su  identificación,  y  llamaban  para  asegurarse  de  que  Vanni la  esperaba,   tenía que esperar a que  los guardias inspeccionen cada pulgada  de  su vehículo,  como  si  ella  estaba  tratando de  contrabandear drogas  o  algo. Un  jeep  la  acompañaba para que  ella  no  fuera a  ningún  otro  lado que al que tenía que ir. Ella  volvió  la  cabeza  y  miró  hacia el cristal reflectante  que  cubría  el rostro  del hombre. —Quien te  dio  la  licencia  debe  ser  despedido. —Te conseguí sacar de  allí. —Sin  mis zapatos. Condujiste  tan  rápido  que  fueron  arrancados de  mis pies. Ella  juró  que  lo  oyó  reír, pero  no  podía  estar  segura.  La moto  era ruidosa  y  estaban  probablemente haciendo  treinta  millas por  hora.  Ella  empuñó  su pelo  para mantenerlo  fuera de  sus ojos  y mantener  un  buen agarre  en  su chaqueta. —Casi estamos allí.  —Ella  vio  el  edificio  de  seguridad  por delante. El hotel se  levantó  en  la distancia. —Llévame  con  Vanni.  Ella  está  en Seguridad. ¿Ella  está  bien?  —La preocupación  golpeo  a  Beth. —No sé  qué  diablos  está  pasando. Yo  estaba  tomando  mi  moto  cuando  mi  teléfono  sonó. Me  preguntaron  dónde  estaba y  me  dijeron  que  estabas en  peligro.  — Tenía una  voz  profundamente  seria,  ni siquiera  tenía  que  gritar para ser  escuchado.   —Yo te tomé. —Me  agarraste  —le recordó.  —Tienes  suerte  de  que  no  haber  acabado  con  la  mujer  equivocada. —Me  dijeron  que  estabas con  Sheriff Helport.  Es  un  poco  difícil  de  equivocarse. Tenía un  punto.  Cerró  la boca para  evitar  comer  más  pelo  cuando  este  golpeó  sus  labios. Redujo  la  velocidad  de  motocicleta  y  se  detuvo  frente  al edificio. Sus  piernas bajaron  de  la  moto  y las utilizo  para  ella apuntalar la moto,  antes de  apagar  el  motor. —Ya  puedes  bajarte  ahora."
Beth  apretó  los  dientes.  —Gracias por  el paseo  suicida.  — Ella  lanzó  su  chaqueta  y  trató  bajar  con  gracia de  su regazo. No  funcionó.  Su  culo  estaba firmemente  atrapado  entre  sus  muslos. Tenía que  agarrarse de  su brazo  y  tirar  hacia arriba. Su falda se  subió  peligrosamente  para  exponer  sus bragas que  se  habían  enganchado  contra los vaqueros pero  tenía que  mantener  aferrada su cartera, en  lugar de  tirar hacia  abajo  el material enganchado. Una gran  mano  enguantada se  deslizó  bajo  su nalga  izquierda y  le  dio  un  empujón. Ella  abrió  la  boca, pero  luego  sus pies descalzos  tocaron  el pavimento. Ella  se  tambaleó  por un segundo, lo  soltó  y  empujó  su falda de  vuelta  en  su  lugar. —Gracias.  —Ella  esperaba  que  él entenderá  el tono  sarcástico. —No hay  problema. Él se  bajó  de  la bicicleta  después  de  colocar  el pie  de  apoyo. Ella  volteo,  ya  que  parecía aún  más grande  en sus pies. Tenía  que  medir un  poco  más   de  1.88  metros  y  su  cuerpo  desplegaba  aún  más volumen.  Él  extendió  la  mano  y  se  arrancó  el casco. Beth  estaba pasmada cuando  reparo  en  sus características. Ella había  estado  lo  suficiente alrededor de  las nuevas  especies para  identificarlos. Él era un  canino  con  el  pelo  marrón  peludo que  estaba  necesitando  un  corte. Sus  ojos  marrones  intensos  fijos en  ella.  Tenía  unas largas y gruesas  pestañas. Ella  contuvo  el  aliento, impresionada un  poco  con  lo  guapo  que  era. Sus labios carnosos se torcieron  en una  mueca,  aunque  por lo  que  le  parece  un  poco  pesado. Entró  en su  espacio  personal y  bajó  la  cabeza.  Contuvo  la respiración,  preguntándose  si iba  a besarla.  Su  corazón  se  aceleró. A  ella no  le  habría  importado. Su  mirada parecía  buscar sus  ojos mientras  seguía pulgadas de  ella. —Pensabas  que  yo  era humano.  Te  ves sorprendida.  ¿No  tienes  miedo  de  mí? El tono  más  suave  que  usó  fue  algo  sexy.   —No. Tu conducción  sin  embargo  es  otra  historia. Todavía  me  atengo  a  lo  que  dije. El  que  te  dio  una licencia debe  ser  despedido. Las comisuras de sus labios levantaron en una sonrisa. — ¿Quién dice  que  tengo  una? —No esperaba esa  respuesta. Se  enderezó  y  retrocedió.  —Ellos nos están  esperando  dentro. Soy  Harley.  —No  ofreció  su  mano. Ella agarró  su  bolso. —Beth. — ¿Sabes por qué  los seres  humanos fueron  tras de  ti?"
—Mi  mejor amiga está  acoplada con  Smiley. Él  es  un  primate.  ¿Lo  conoces? —Por supuesto. Tiene  sentido  ahora por  qué  eres  tan importante  de  proteger.  Eres  la  mejor amiga De  Vanni que  se  mudó  a  la  ciudad  local para  estar  más  cerca.  — Él levantó  su  mano  enguantada y  señaló.   —Vámonos.  —Alzó  la  mano  y  tiró  de  un  pequeño  dispositivo  de  su  oreja. Ella  vio  el cable negro  se extendía bajo  el cuello  de  su  chaqueta de  cuero.   —Están  esperando. Se dio  la  vuelta  y  camino. Sus pies descalzos  sobre  el pavimento  le  recordaban  a  la pérdida de sus queridos zapatos. Harley  la  pasó  con   zancadas  más largas. Ella  tomó  cada paso  cuidadosamente para evitar herir a  sus pies.  Lo  último  que  quería era  un  corte  o  moretón. Llegó  a  las puertas  y  tiró un  lado  abierto,  esperando  que  ella llegara. —Creo que  ellos te  quieren  ahí  más  rápido. Beth  resistió voltear a verlo  mientras le pasaba. —Esos fueron  unos costosos zapatos. —Eran  unos rompedores  de  tobillos. Él la siguió  y  se  apoderó  de  su brazo, dándole un  tirón  a la derecha.  Dejó  ir tan  rápido  y  la  tocó.  — Por  acá.  La primera puerta  a la izquierda. Ella  no  tuvo  que  abrir  la puerta. Se  apresuró  hacia  adelante  y  la abrió.  Ella tuvo  que  dar crédito  a las nuevas  especies  por tener  buenos  modales. Era  sus  habilidades  de  comunicación  y  la forma  de hacer  cosas  sin  pedir permiso  con  lo  que  tenía un  problema. Beth  se  detuvo  junto  a  la puerta. Vanni estaba con  Smiley. No  estaban  solos. Al  menos  otros seis hombres  nueva especie que  nunca había conocido antes estaban esperándola en lo que parecía ser una sala de conferencias. Vanni se  precipitó  hacia  delante,  mirándose  aliviada.  —  ¡Gracias a  Dios que  estás bien!" Beth  la abrazó  y  dejó  caer  su  bolso  en  la  mesa  cercana  tan pronto  como  ella la  soltó. Levantó  la  mano  y  trató  de  cepillar  el pelo  suelto  algunos  con  sus  dedos.  —  ¿Qué  demonios  está pasando? Smiley  se  adelantó  para  estar junto  a su compañera.  Él suspiró.   —Parece  que  unos paparazis han  estado  ocultándose  a lo  largo  de  la ruta de  las  puertas  a la ciudad. Ellos han  estado  viéndote  ir y  venir. — ¿Y qué?  — Beth  ajusto  su ropa  un  poco. Sus líneas  de  la  falda a  lo  largo  de  sus caderas habían  cambiado gracias a  su paseo  salvaje.
El alto  especie  primate  puso  su brazo  alrededor de  Vanni, sosteniendo  a  su  mejor amiga  —Ellos  te identificaron,  Beth. A ella realmente  le  gusta  Smiley,  le  gustaba como  él tocaba su  mejor  amiga. Mostrando   lo  mucho que  la amaba.  —Está bien.  Así  que  saben que  me  mudé  a la  ciudad  para  vivir cerca de  mi  mejor amiga. ¿A  quién  le  importa?" Un hombre  se  adelantó.  Tenía preciosos  ojos  verde  brillantes en  forma de  gato  y  pelo  negro azabache. Su  piel bronceada y  los rasgos faciales  fuertes  insinuaban  herencia  indígena americana, junto  con  sus  rasgos felinos. Él guapísimo. —Los seres  humanos  lo  hacen. Corrieron  una historia  sensacionalista  sobre  ti que  afectó  a  las estándares  hoy  y  había un  par de shows  televisados que  hablaban  de  la noticia  también. Nos enteramos de  lo  que  decían  y  tratamos  de  inmediato  alcanzarte. Beth  se  detuvo  de  jugar  con  su ropa  y  le  tendió  la  mano.  —Sabes  mi nombre,  pero  ¿quién  eres tú?" Él tomó  suavemente  la  mano  y  le  dio  un  apretón.  —Soy  el concejal Jaded Wild.  —Él la soltó  y retrocedió.   —A la  NSO  nos gustaría pedir disculpas por la  interrupción  en  tu vida,  pero  yo  estaba seguro  que tu sabias  de  los  riesgos de  estar relacionada  con  nuestros residentes.  — Él miró  a  Smiley  y  Vanni, y  luego  a  ella.   —Te pone  en  el  objetivo. —Está bien.  —Ella  se  encogió  de  hombros.   —Así  que  me  van  a  perseguir durante  una semana  o  dos. He  estado  allí,  ya lo  he  hecho. No  es  gran  cosa.  — No le  molestaba.  —Puedo  manejarlo. —Um, Beth?  —Ella  cambió  su atención  a  su  mejor amiga. — ¿Qué?" Vanni se  sonrojó.  —Ellos piensan  que  eres  um..."  Ella  miró  a  su  marido.  —Dile  tú. Yo no  puedo. — ¿Qué soy  qué?  —Beth  miró  a  Smiley. Él le  sostuvo  la  mirada.  —La historia  decía que  tú  eras  una especie  de  scort   pagada por las Especies. Beth  parpadeó, dejando  que  la información  se  asentará. Se tomó  unos  segundos. — ¿Como una prostituta? Smiley  asintió  bruscamente.   —Dijeron  que  se  te  paga para compartir  sexo  con  nuestros  hombres  aquí.
Beth  rió. Era ridículo, tenía  que  ser  una broma. Nadie  más se  rió. Ella se  puso  seria. — ¿Hablas  en serio?   La ira  que  vino  después. El concejal de  Jaded juntó  las manos delante  de  su cintura.   —Por desgracia,  eso  es  lo  que  ellos imprimieron.  Lo  hemos negado  oficialmente.  Queríamos  tu permiso  para  decirles la  verdad. Podría  ayudar a  convencerlos de  que  tu  verdadero  propósito  para  visitar  Reserva,  si  se  hacen conscientes de  tu asociación  con  Vanni.  Pero  podría  ponerte  que  en más peligro  también. Algunos pueden venir después  a  hacerte  daño.  Tenemos a  algunos humanos que  trabajan  para  nosotros  en esta área  y  se  quedan  solos. Tal vez sería  mejor si nos limitamos a  decir que  trabajas para nosotros a tiempo  parcial para  explicar sus  visitas. Hemos dejado  en  claro  que  no  eres una proveedora de sexo  para  nuestros hombres. Beth  se  trasladó  a  la  mesa  y  sacó  una silla. Se  dejó  caer fuertemente,  encantada  de  que  estuviera acolchada. —Hijo  de  puta. —Somos conscientes de  que  esto  podría  molestarte.  —  Jaded  tenía una  voz  profunda bonita. —Nos disculpamos. Miró  hacia  arriba,  mirando  a los  ojos bonitos.   —No es  su culpa que  la gente  sean  pendejos. No  puedo  creer  esto. ¿Han  establecido  eso  y  creen que  me  pagan  por  ello?  Me  reiría de nuevo  si  no  fuera  tan mal. —Beth.  —Vanni se  sentó  encima de  la  mesa.   —Entrevistaron  a  Mickey.  Él era su  fuente. La ira llego más alto dentro de Beth. — ¿Estas  segura?" Vanni asintió.  —Lo  vi  yo  misma. — ¡Esa rata  bastarda! —Él es  el que   dijo  que  tú...  —Vanni se  sonrojó  de  nuevo. — ¿Que yo  qué?  ¿Qué lo  deje?  ¿Lo  cabreado  que  se  quedó  por qué  decidí  mudarme  a  California del Norte? Smiley  se  sentó  al lado  de  su  esposa.  —Confirmó  que  tuviste  relaciones  sexuales  con  él por dinero. Beth  sabía que  su boca  estaba abierta. Ella  se  quedó  sin  habla.  Tardó  segundos para recuperarse. —Alguien  me  puede  dar un  teléfono.  El  mío  está  muerto. Un  poco  como  mi ex  está a  punto  de  ser. —Cálmate,  —  instó  Vanni.
—Ese  hijo  de  puta no  podría permitírselo  si  yo  realmente  estuviera  haciéndolo  por dinero. Quiero llamarlo  ahora.  Lo  voy  a  callar  rápido. Sólo  tengo  que  recordarle  cómo  él no  puede  incluso  llegar a levantarlo  y  cómo  estoy  dispuesto  a  compartir ese  chisme. Vanni palideció. — ¿Qué? —Él no  puede  llegar,  —repitió  Beth.  —Su  señor  feliz  está  roto.  Por eso  no  he  tenido  relaciones sexuales.  ¿Recuerdas  cuando  me  iba a  quedar  con  él?  Tenía  bastantes  sospechas  cuando  me  metí en la cama con  él y  él sólo  quería abrazarme.  ¿Qué  hombre  hace  eso?  Él  finalmente  admitió  que ha estado  pasando  por  cálculos renales  y  sí,  él  no  puede  conseguir pararlo.  Es demasiado doloroso. Para el  momento  en  que  se  sentía  mejor,  ya  no  estamos  juntos. Había decidido  venir aquí y  él  estaba  tirando  a una perra. Vanni parecía aturdida. Beth  cerró  sus  manos en  puños sobre  la  mesa.  —Yo  sabía que  él  estaba  molesto  de  que  decidí seguirte  aquí   ¿pero  hacer  todas estas  tonterías?  ¿Estos trapos sucios sin  tratar de  verificar  los hechos? No podía permitirse  una prostituta. Apenas puede  pagar su alquiler. Él hace  de  Elvis para  eventos de  caridad  porque  nadie le  pagaría por hacer  esa  imitación. Él no  es  bueno.  — Beth  se  aclaró  la garganta.   —Que mierda. "—Ella lo miró a Smiley. —Eres  como  mi cuñado. ¿Qué tal  si lo  sostienes  mientras yo  le  pego  para  sacarle  la mierda? ¿Suena como  un  buen plan?   —No puedo  atacar a un  ser  humano.  —Smiley  sonrió.   —Sería mala  prensa, incluso  si  se  lo  merece. —Maldita sea  —Eso  deprimió  a  Beth.  "¿Con  quién  tengo  que  joder  aquí para  conseguir a alguien para poner  lastimarlo? —Conmigo,  —una  voz  ronca y  áspera. Beth se sobresaltó y giró la cabeza para mirar a un gran hombre felino de pie en la esquina. Él tenía  ojos  azules y  estaban  fijos  en ella.   —Lo mataré  por  ti si  te  vas  a casa  conmigo. Su  boca se  abrió, sorprendida. Ella  sólo  había  estado  soltando  las cosas  fuera para sacar  el estrés. Harley  se  adelantó  y  tomó  al macho,  tirando  de  él hacia atrás.   —Eso  fue  un  dicho  humano. Ella  realmente  no  quiere  hacer  eso.  —Él frunció  el  ceño.  —Dile.
Vio  la hilaridad  de  la situación.   —No lo  sé.  Estoy  muy  cabreada  y  ha  sido  un  largo  tiempo  desde  tuve  relaciones  sexuales. — ¡Beth!  — Vanni sonaba indignada.   —Ellos no  saben que  estás  bromeando.  Detente. —Está bien.  Era sarcasmo.  Dejemos  eso.  — Beth  suspiró.   —Voy a  mutilar  a  esa  rata  hijo  de  puta  sin  embargo.  — Ella  hizo  un  guiño  a  los felinos.  —Gracias embargo.  Eso  fue  dulce. —Debes permanecer  aquí  por unos  pocos  días.  —Smiley  no  parecía  contento.  —En nuestra  casa. —Exactamente,  —Vanni  estuvo  de  acuerdo.   —No voy  a  dejar que  te  enfrentes  a  esto  sola. Beth  se  tragó  una  maldición. Su  mejor amiga  tenía esa mirada que  conocía  demasiado  bien. —Estaré bien, —protestó. Vanni negó  con  la  cabeza.   —Va a ser  divertido. Vamos a  tener  una larga fiesta de  pijamas. —Excelente. —Beth se las arregló para no poner los ojos en blanco. —Saben que  tengo  un  trabajo,  ¿no? Jaded Wild  se  aclaró  la garganta.   —Te daremos un  trabajo  aquí en Homeland  si  eres  despedida por los seres  humanos por faltar  al trabajo.  Es  lo  menos que  podemos hacer. —Me voy  a  casa  mañana  — Beth  murmuró.  —Me  quedaré una noche.  —Se  quedó  mirando  a  Vanni. —Eso es  todo. El lunes voy  a volver  a  trabajar, así  tenga que  ir contra  viento  y  marea. O  un  mar de imbéciles con cámaras. Yo trabajo en un sótano. No pueden llegar a mí. Harley  atrajo  su atención.  —Cualquier persona  que  está  motivada puede  llegar    a ti. Nada me  podía  mantener lejos  si  yo  estuviera buscándote. No  estas  segura fuera de nuestras paredes.  —
Se acercó  más  con  su  oscura mirada fija en  ella.   —Es  mejor que  su  estancia  sea  en la  Reserva. —No me siento  muy  segura contigo  alrededor.  Eres  una amenaza  sobre  dos ruedas. —Tuvo  el descaro  de  sonreír.  —Yo  estaría  más preocupada por lo  que  puedo  hacer  en dos piernas. Beth  abrió  la boca, pero  no  sabía cómo  tomar  sus palabras.  Casi sonaba como  una amenaza. Ella  entrecerró  los  ojos y  le  devolvía la  mirada.  Ella  selló  sus labios. A  veces  era  mejor  simplemente no  decir nada. Vanni habló, interrumpiendo  el intenso  momento.   —Estas  más  segura aquí. Beth  la  miró, luego  miro  de  vuelta  a  Harley. Él  todavía  estaba la  estaba  estudiando  y  ella se preguntó  lo  que  estaba pensando. Ella rompió  el contacto  visual primero, luego    dio  una  mirada determinada a  su  mejor  amiga.   —Yo no  voy  a  esconderme  como  una criminal.  Puedo  manejar  cualquier cosa que  digan. Que tomen sus  fotos. Espero  que  se  puedan  imprimir  mi dedo  medio  enseñándoselos  a la cara. —Beth.  —Vanni negó  con  la cabeza.   —A tu madre  no  le  gustaría  eso. —Creo que  ella  va a  molestarse  más  que  leer que  me  he  convertido  en una prostituta.  — Beth  de  repente  se  echó  a  reír al ver  el  humor en  la situación.  —Realmente  necesito  tener sexo  si voy  a  ser  acusada de  esa  basura.  Es demasiado  triste  lo  contrario. Un gruñido  la sobresaltó  y  ella torció  la cabeza.  El felino  había avanzado  hacia  ella, pero  Harley había dado  un  paso  entre  ellos. Sus  manos estaban  en  puño  estaban  en  la  camisa  del gran  gato  y le empujaron  hacia atrás. —Eso  no  fue  una invitación,  —su voz  profunda dijo. —Nadie tiene  derecho  a  ella,  —el felino  gruñó. —Vas a tener que  pasar a  través de  mí para llegar  a  ella,  —Harley  gruñó.   —Mía. — ¿Discúlpame?"  Beth  pensó  que  debió  haber  oído  mal. Harley  la  miró  por encima  del hombro.   —Tu seguridad  es  mi  responsabilidad  hasta que  me  digan  lo  contrario. Fuiste  asignada a  mí,  así que  ¡Cállate,  Beth!  De  lo  contrario,  este  macho  te  va  a  tirar por  encima de  su hombro  y  llevarte  a casa. Lo  estás  provocando  cada vez  que  mencionas que  deseas compartir sexo  con  alguien. —Sólo  estoy  exponiendo  los hechos. Uno  pensaría que  estaría  teniendo  sexo  si  realmente  estaban Cobrando  por dormir con  hombres. No  era una  llamada para ser  atacada  por  él. —Una palabra más y  te  pongo  sobre  mi hombro  y  te  llevo  de  aquí.  — Giró  sobre  sus botas  de  motorista  y  se  acercó  a  ella. La  miró  peligrosamente  y  nada amistoso cuando  se  detuvo  a  sólo  pulgadas de distancia.  Se  inclinó  un  poco  y  puso  sus  labios a  su  oreja. —Deja  de  hacer  las  cosas peor.  Estás  trastornando  a  la  compañera  embarazada de  Smiley  y  no menciones  de  nuevo  que  necesitas sexo  en  una habitación  llena  de  hombres.  Tu  vas  a terminar jodida, si así  lo  quieres  decir o  no.  ¿Entiendes? Volvió  la  cabeza, sosteniendo  su  mirada. Sus bocas  estaban  muy  cerca  una  de  otra y  ella  bajó  la mirada hacia  ella, luego  de  vuelta  a  los ojos.  Estuvo  tentada de  cepillar  sus labios  contra  su boca sólo  para  ver  cómo  reaccionaría. Él merecía  ser  sorprendido  después de  ese  viaje  del infierno  que al que  había sobrevivido  en  su motocicleta  y  ella  no  había olvidado  la pérdida de sus queridos zapatos. Suavemente  gruñó, casi como  si hubiera adivinado  hacia  donde  sus  pensamientos  se habían  ido. —Vas a quemarte  si quieres jugar conmigo. Compórtate, Beth. —Tú eres  esa  clase  de  fuego  —bromeó.   —No me asustas.  —Ella  sonrió  para demostrarle  que  no  podía  intimidarla.  Las Nuevas  Especies no eran  matones  o  tipos de  golpear mujeres.  Podía  amenazarla todo  lo  que  quería, pero  ella no  se sentía ni  una pizca de  miedo. Se enderezó  y  retrocedió.  —Eres  un  problema. —No tienes  ni idea. He  estado  oyendo  eso desde  que  comencé  a  caminar.  Deberías comparar notas con  mi familia.  —   Ella  forzó  una sonrisa  a  Vanni.   —Una pijamada, ¿eh? fantástico esperó que haya comida involucrada. No he cenado.

Spinn Off HarleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora