Prólogo

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*Suena el despertador*

Intento abrir los ojos, pero la luz del sol que se cuela por la ventana me lo impide.

Poco a poco me voy acostumbrando a la claridad.

Miro al pequeño despertador que hay encima de la mesa, marca las 8:00AM.

«No entiendo como puedo tener la costumbre de poner el despertador cuando no tengo nada que hacer por las mañanas. - pienso sonriendo.»

El estómago me incitó a hacerle una visita a la cocina, un café no vendría nada mal a estas horas.

Según entro por la puerta me fijo en el pequeño cubo de la basura que hay en una esquina, lleno de los desperdicios de los días anteriores.

Antes de desayunar decido bajar a tirar la basura.

Mientras bajaba esas largas escaleras de mármol mi cuerpo se iba parando poco a poco hasta dejar de responder.

Me asusté, eso no era algo normal, intenté pedir ayuda pero ninguna palabra salía de mis labios, los nervios se apoderaban de mí, hasta que de repente, todo se tornó negro.

*

Abro los ojos y lo que me encuentro no es precisamente tranquilizador.

Me hallo en una especie de celda antigua, con unos barrotes de lo que parece ser marfil, las paredes se forman por ladrillos de un material que no había visto anteriormente, pero lo que me dejó sin aliento, fue ver que la única iluminación que hay en este lugar proviene de una bola de fuego azul suspendida en el aire, fuera de la estancia donde me hallo.

Las dudas en mi interior se hacían mayores, no sabía cómo había acabado en ese lugar, ni que iba a pasar.

Intenté ponerme en pie pero mi cuerpo no respondía, entonces descubrí que en mis manos se hallaban dos pulseras metálicas las cuales irradiaban un ligero brillo rojo.

Oigo unos pasos acercándose, y una persona se acerca al otro lado de los barrotes.

Llevaba una túnica negra que llegaba hasta los pies y una máscara la cual ocultaba su rostro.

Me habló, pero quizá está persona fuera de otro país ya que no entendí nada de lo que dijo.

Intenté gritarle pero mis labios no se movían.

El individuo levantó una mano en mi direccion y de pronto las pulseras metálicas cayeron al suelo.

Empezaba a volver a tener control de mi cuerpo.

Antes de que pudiera hacer nada, la persona que seguía delante de mi volvió a hablar.

-Seguramente estas confuso, la verdad, cualquier cosa que puedas imaginar se quedará corta con la realidad. -Dijo con una voz tan profunda, que parecía que saliera de mi cabeza- acabo de liberarte de los brazaletes que te tenían paralizado y también he compartido con tu cerebro el conocimiento de nuestra lengua, para que veas que somos unos buenos anfitriones.

Aparentemente me habían secuestrado una panda de locos, lo que decía no tenía ningún sentido, debía de pensar en alguna forma de escapar.

-Estás tardando mucho en preguntar, ya te he dicho que somos unos buenos anfitriones, te responderé con gusto a cualquier duda que tengas. -Su voz seguía resonando en mi interior.

-¿Donde estoy, quienes sois y por qué me tenéis cautivo?

-Estás en la torre de Kasoen, pero seguramente no servirá de nada decirte cómo se llama este sitio o ninguno alrededor ya que vienes de otro mundo. Somos unos simples investigadores intentando desentrañar los misterios de la energía y conocer un poco más acerca de otros mundos.

Se quitó la máscara desvelando su piel de un color azul celeste, pero era lo único raro en su apariencia, el resto de rasgos eran los comunes a la de cualquier otra persona.

-No estás cautivo, sólo eres un huésped temporal, cuando terminemos lo que queremos hacer contigo te devolveremos a tu mundo de origen. - Hablaba de forma serena.

Esta vez la voz provenía de él y no de mi interior. Todo lo que me había dicho era cuanto menos imposible, no era algo fácil de creer.

-¿Como sé que es verdad lo que dices?

Gesticuló una leve sonrisa y tras una reverencia, dirigió su mano en dirección a los barrotes, convirtiéndolos en polvo.

-Esto es energía, capaz de moldear lo inmoldeable y desmoldear lo moldeado. Bastante diferente a la que usáis en vuestros artefactos. Y ahora, ven conmigo que te voy a presentar a mis compañeros. -Tras una pausa fijó su mirada en la mía- Llevamos mucho tiempo investigando tu mundo y nunca habíamos podido traer a nadie de allí. Se cuenta que en nuestro mundo hay una persona que es capaz de ir y volver de allí a placer, pero me temo que es sólo una leyenda, ya que nadie ha sido capaz de dar con él y una sola persona no es capaz de acumular tanta cantidad de energía.

Me indicó con una mano que le siguiera y continuó hablando:

-Para poder traerte aquí hemos tenido que acumular energía en nuestro pilar principal durante mucho tiempo. Hasta ahora lo único que hemos podido hacer era solamente observar.

Todo me resultaba muy confuso, pero si quería resolver mis dudas y regresar a mi mundo, por ahora, debía seguirle.

MUNDOS ENTRELAZADOS: Lejos de un hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora