Prólogo: Mañana

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-Vic... Víctor... 

-am... ¿Qué ocurre mamá? Dije que no me llamases por mi nombre. -dijo el chico con algo de molestia intentando despertarse con bastante pereza-

-Víctor, siempre haces lo mismo, ya es lunes y vas a llegar tarde a este paso. ¿Qué diría tu padre? Además, eres mi hijo y te llamo como quiera yo, no como me digas tú. 

-Joder... Mamá... -se levantó de la cama con lentitud mirando a su progenitora a los ojos recordando que su padre ya se había divorciado de su madre unos años antes de que él entrara al instituto- Necesitas un hombre ya en casa además de tenerme a mi.

Su madre, más bajita que él y con mucho más carácter, decidió aguantarse las ganas de pegarle una bofetada en la cara y causar llantos del chico por todo el piso porque su hermano pequeño todavía dormía y entraba a clase más tarde que él. Víctor no dudó en salir de la habitación junto con su madre para dirigirse a la cocina, atravesando todo el pasillo y pasando por el salón, más triste de lo normal porque antes tenían un gato pero hace unos días se les murió.

-Todavía no me acostumbro mamá... Era parte de todos, menos mal que Diego no lo vio porque hubiera sido mucho peor.

-Si... No le recordemos porque haya muerto, recordémosle por las cosas divertidas que ha hecho a nuestro lado. -dijo cambiando un poco su humor de molesta, a nostálgica haciendo que sus ojos se ablandaran un poco-

No se dijeron nada más hasta llegar a la cocina, equipada con todo lo que una cocina pudiese tener, aunque lo más destacable era la mesa de madera oscura que tenían a un lado para dejar las cosas y para comer cuando tenían invitados, los blancos frigoríficos que por la pensión que pagaba su padre estaban siempre llenos, y el horno algo más antiguo que el resto de cosas. Por la ventana de la cocina se podía ver los pisos de la urbanización en la que vivían y la calle, en ese momento se podía apreciar en una de las cocinas de los otros pisos, a la amiga de Víctor, que no paraba de bailar porque vivía sola. Víctor miraba a su amiga sin que se diera cuenta por la ventana, se estaba riendo un poco hasta que la cafetera sonó y tuvo que apagar todo y servirse el café con leche en su taza de Harry Potter que guardaba en el mueble de las tazas junto a su madre. Después cogió la taza con todo dentro y fue al salón con su madre y empezaron a hablar de lo que harían hoy... Ese día sería interesante


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