Me llamo Samantha, tengo 20 años de edad y mi historia comienza así:Una mañana como cualquier otra, desperté junto al hombre de mis sueños, estaba a mi lado y podía ver como dormía; se veía tan tranquilo, pacífico, realmente es tan hermoso... A veces me es difícil creer que es mi esposo, es lo que siempre quise y lo que ahora tengo, que suerte la mía, ¿verdad?
John despertó e hizo que me desconcentrara de mis pensamientos.
Buenos días lindura — bosteza — ¿qué haces viéndome mientras duermo? -— sonríe de medio lado —
Buenos días mi cielo, ¿cómo no podría despertar y quedarme admirando lo perfecto que eres? — le da un beso en la frente —
Lo mismo digo cada vez que te veo por horas y me tapas los ojos diciéndome "no me veas así, me pones nerviosa", ¿ahora me entiendes, tonta?
— se sonroja — Joder, ¡te amo! — se lanza sobre él y comienza a darle besos —
— le sube el mentón y le acaricia la mejilla — No sabes lo feliz que me haces Samantha, eres lo mejor que me a pasado.
Basta de momentos cursis — ríe — iré a preparar el desayuno, ya regreso cariño.
— se levanta de la cama y prosigue a ir a la cocina a preparar la comida —
¿qué hago para desayunar?, quiero hacer algo especial pero no sé el que. — me dije a mi misma —
Me decidí a hacer una arepa, algo típico de mi país, aunque ya no vivo en Venezuela por problemas, supongo que fue lo mejor. Aunque he de decir que extraño tanto a mis amigos, maldición.
Preparé las arepas y acomodé la mesa para poder ir a comer juntos, serví el café con leche y coloqué todo en aquella mesa con mantel blanco de cuatro sillas.
¡Cariño! — grité para que viniera a comer — ya está listo el desayuno, ven a comer.
¡Voy mi cielo! — respondió y prosiguió a venir al comedor —
Ambos nos sentamos y comenzamos a comer, salió una que otra carcajada por alguna tontería que él hacia o que hasta yo misma hacía, parecíamos más como unos mejores amigos que pareja, ¡que precioso!
Terminamos de comer y él se ofreció para lavar los platos, mientras yo iría a acomodar la cama.
Entré al cuarto y lo acomodé, pero... vi algo, era una caja un tanto pequeña
¿qué es esto...? — dije en voz baja —
— lo abrí cuidadosamente encontrándome con un collar — Dios, no me acordaba de esto, recuerdo que era de mi madre... La extraño tanto.
— se escapó una lágrima de mi rostro—Mi madre murió en Venezuela a causa de que unos delincuentes la iban a robar y como no tenía nada, no les quedó de otro que quitarles lo único que tenía... Su vida.
— se abre la puerta del cuarto, era John —
Cariño ya lav... ¿Por qué lloras amor?, ¿qué ocurre?
— va a donde está ella y la abraza mientras seca sus lágrimas—Sólo estaba recordando a mi madre y me entró algo de nostalgia, n te preocupes cariño, es que... la extraño demasiado — lo dice con voz temblorosa mientras que lo abraza entrando en llanto —
Ay bebé, yo intentaré llenar ese vacío que tu madre dejó aunque sea casi que imposible, ¡lo prometo chiquita! — la abraza fuerte haciéndola sentir segura —
Está bien amor, yo confío en ti.
— sonríe de medio lado y lo besa —¿te parece si vamos a algún lugar a tomar un café? — dice con tono alegre intentando animarme —
Está bien cariño, déjame bañarme y vestirme.
¿y si mejor nos bañamos juntos? — lo dice con un tono un tanto pervertido y una sonrisa pícara —
No deberías ni preguntarlo; sabes perfectamente que todo lo que tenga que ver contigo para mi está más que perfecto... — responde un tanto cursi haciéndolo sonrojar. —
Te amo tanto.
Yo más.
Juntos se desvisten y van a la ducha juntos, él la ayuda a lavarse la espalda y viceversa. Ambos salen al mismo tiempo, se secan y se van a cambiar, casi siempre se ponen el mismo color de ropa, lindo, ¿no?
Yo me coloco un suéter gris con un Jean corto azul oscuro y unos vans grises; casi siempre intento combinar toda mi ropa.
Él se coloca una franela azul oscura, unas Bermudas con unos zapatos negros.
Ambos nos veíamos bien tiernos, siempre que se trataba de nosotros para mi siempre me parecía hermoso; pero cuando se trataba de mi, ew, que asco.
Salimos de la casa y fuimos a la cafetería más cercana, allí nos encontramos con algo que nos sorprendió a ambos...
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365 Días Sin Ti.
RandomA veces grandes personas forman parte de nosotros como nosotros formamos parte de ellos; hacemos un complemento casi que perfecto, pero de alguna u otra forma, la vida te arrebata ese pequeño "complemento" y nos sentimos solos, sin compañía y sin na...