Prólogo:
La canción I wanna go de Britney Spears, una de mis cantantes favoritas, comenzó a sonar a todo volumen en el auto de Pattie. Chillé de alegría y me puse a cantar con Ryan, Chaz, Carlos, Justin, e incluso su madre.
Estábamos volviendo de un partido de soccer intercolegial, el cual ellos ganaron por mucho, y habían ganado la copa de oro. Los chicos tenían solo 14 años, pero sabían manejar el balón cómo ningún otro. Luego de unos minutos, llegamos a nuestro destino. Nos quitamos el cinturón de seguridad, abrimos las puertas y salimos corriendo a la entrada de la casa Bieber. Justin abrió la puerta rápidamente, y entró con los chicos corriendo. En cambio, yo, ayudé a Pattie con las bolsas del supermercado y nos dirigimos a la cocina a preparar la merienda, mientras los monos se daban un buen baño.
A los chico los quiero mucho, los amo, y tenemos muy buena relación por más que ellos me lleven un año, cosa que no es muy normal en la escuela por los ‘estatus’ sociales, pero hasta que no huelan a nuevo no los pienso tocar ni con un palo.
Yo: oye, Pattie, ¿ese tal Scooter ya ha llamado? – pregunté sentándome en la mesada, mientras dejaba las galletitas Oreo en un plato.
Pattie: no, aún no –
Me miró con una sonrisa triste, y yo hice una mueca, aunque por dentro, una pequeña parte de mí brincaba de felicidad. No quería que Justin se vaya, es mi mejor amigo, mi ‘bro’, una de las pocas personas que me quiere por como soy, que comparte mis mismos gustos, y que entiende que las chicas también pueden comerse una pizza entera, jugar al soccer, eructar aún mejor que los chicos, y usar videojuegos de acción u horror. Aunque por otro lado, era su sueño, quería que se cumpliera, verlo cantando en todos lados, apoyarlo en todo, y hacerle saber que yo estaría allí para lo que necesite.
Estaba por hablar, pero un inconfundible grito me interrumpió.
Justin: ¡Lucy! Mueve tu trasero y trae la merienda que tengo hambre, ¡apúrate! –
Su madre rio, y yo mordí mi labio inferior, rodando los ojos. Olvidé mencionar que también es in impaciente gritón que sabe cómo dejarte sorda, y cree que las mariposas muerden.
Yo: ¡ya voy! – Dejé los vasos, la jarra llena de jugo y el plato de galletas sobre la charola, la cogí y me dirigí hacia las escaleras – ¡vamos Sam! – llamé con una voz en verdad muy rara, al ver cómo el adorable perrito de mi amigo me movía la cola. Obtuve un ‘Guau guau’ cómo respuesta y comenzó a seguirme. Subí las escaleras, caminé por el corredor del segundo piso hasta la última puerta, la cual abrí con un golpe de cadera, y entré a la habitación.
Gracias a Dios y a la Virgen María, ya estaban brillando de lo relucientes que quedaron.
Carlos, mi hermano, se encontraba sentado cómo indio en el juego junto con Ryan, jugando a Resident Evil. Chaz aún no salía del baño, y Justin estaba sentado en su cama, afinando su guitarra.
Carlos: eh, Lucy, ¿me pasas una galleta? – pidió mi hermano, mientras cortaba a la mitad a un zombi con una cierra eléctrica…obviamente en el videojuego, ¿no? Asentí, dejé la charola en el escritorio, agarré una galleta y se la metí en la boca – gracias sister – agradeció masticando, dejando ver cómo deglutía la comida. Reprimí una risita, alcé a Sam del suelo y me senté en la cama.
Yo: ¿galletas? – ofrecí sosteniendo el plato en su dirección, sonriendo exageradamente, con el perro en mi regazo. Él rio y cogió 3 que metió en su boca simultáneamente.
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See you again | Justin Bieber
Teen FictionÉl se fue sin mirar atrás ni decir adiós. Ella se quedó esperando a que volviera. El tiempo pasó, y los recuerdos se perdieron. Los años pasaron, y ellos se volvieron a encontrar. Pero...¿Sus sentimientos serán los mismos de antes? 'Puede que lo que...