28 de febrero de 2015
El colegio hace un campamento para que los chicos de primer año hagan amistades. Me arrepiento de haberle dicho a mis padres de que me quería cambiar de colegio. Hay que estar a las 8 am allí, en la puerta del colegio y nos vamos al día siguiente a las 4 pm. Claro, me voy de un colegio de la mañana a uno de la tarde y tengo que levantarme a las 7 am ¿en serio?
Y ya estoy acá, esperando a que alguien venga a hablarme, no pienso ir a interrumpir una charla de amigas para sociabilizar.
Es impresionante como se distingue entre los "nuevos" y los "viejos". Pasan 30 minutos y yo que me olvido el celular, me muero de aburrimiento. Tengo que ir a hablarle a alguien o muero sola. Localizo a una chica que sea nueva y antisocial, sólo por las dudas. La encuentro, respiro y camino hacia ella.
- Ho-ola.
Que voz de estupida y tartamuda que me salió. Se da vuelta lentamente y responde.- Hola. ¿Todo bien?
- Si si. Soy nueva, ¿vos también no?
Ay no, ahora va a pensar que le estoy diciendo antisocial.- Si si.
Riéndose.- ¿De que te reís?
Obviamente suelto una risita sencilla para no parecer tan dura.- Estás muy nerviosa, tranquila.
Me calma acariciandome suave el hombro.- Si, pasa que estuve cinco años en un colegio y digamos que no habia muchas personas con las que relacionarse.
Suelto una risita pelotuda que me hace quedar como una estúpida.- ¿Te sentas conmigo en el micro?
- Dale.
Así conseguí mi primera amistad en Las Nieves: Belén.