×Ocho×

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El pelinegro se encontraba espiando la escena detrás de una pared cuando de repente sintió que un viento caliente le sopló la nuca y saltó hacia atrás tomando su pecho con rostro de haber visto a la muerte antes de que ésta le quitase la vida.

El hombre frente a él comenzó a reír cómo imbécil mientras se agarraba del estómago, y el más bajo dió unas miradas furtivas hacia la mesa donde se hallaba aquel par, para ver si se habían dado cuenta de tanto alboroto.

—NamJoon hyung, deje de ser tan estúpido y no me haga esas bromas otras vez. —resopló con enojo y acomodó el oscuro flequillo de sus ojos.

El mayor podría ser un desgraciado cuando quería y él lo sabia muy bien. Sólo había bastado saludarlo bastante seguido y se había conseguido la amistad del de piel oscura. Ahora no se lo sacaba de encima ni con una órden de restricción.
JeongGuk entró a la empresa para cumplir su sueño, no a hacer amigos, además sabía que quizás los otros chicos ni siquiera debutarían, y esa era su regla: nada de amistad con personas que probablemente dejaría atrás en algún momento. Y él tampoco estaba tan asegurado en ese lugar, sólo era un niño con esperanzas y expectativas altas sobre sus habilidades y el mundo; sin embargo debutó, y también se quedó con un amigo que no había pedido.

—Dime JeongGuk  —aprovechando que el menor le llamaba por su nombre real él también lo hizo—. ¿Qué hace un niño bonito cómo tú observando a la gente, EH?

»—le dió un golpe en la nuca—. ¿Tu madre no te enseñó modales?

JeongGuk se quejó mientras sobaba su nuca, está cansado de éste trato, él se viste de negro, siempre parece emo, es un poco rebelde, se junta con KyungSoo y todo, pero no es un masoquista.

Negro de mierda...

Pensó para sus adentros pero sabia que tendría que contar sus segundos de vida si lo decía en voz alta, a juzgar por cómo eran los demás negros NamJoon podría tener una navaja escondida por ahí.

—No, no me enseñó... —suspiró y miró al mayor como si fuera un bicho—. Así cómo la tuya no te enseñó a no meterte en asuntos ajenos.

NamJoon rodó los ojos, qué mocoso tan contestón.

—¿A quién le importa lo que haces o dejas de hacer, mocoso? Venía a preguntar por Jin-hyung.

RapMon lucía nervioso, apretando sus manos y haciendo caras raras. JungKook le miró de forma cálida ésta vez y ahora su dulce sonrisa se mostró en su rostro de conejo; aunque nadie lo crea, él admira y quiere mucho a su amigo, pero no suele demostrarlo.

—¿Otra vez buscando a hyung? —movió las cejas de forma insinuante.

NamJoon negó con una pequeña sonrisa avergonzada, y fingió que nada pasaba cuando en realidad sentía que le sudaban las manos.

—¿No sabes donde está? Necesito hablar con él de algo muy importante.

JungKook miró al techo y suspiró desganado. Odiaba la situación en la que se hallaba en medio, desearía que todos fueran felices y no tuvieran que pasar por tantas cosas, pero la vida no sabía sobre cuándo debería acelerar las situaciones desagradables y pasar a los buenos momentos.

—Jin acaba de irse con Kidoh. —escupió la amarga verdad que le sabía cómo el mismísimo veneno.

NamJoon no se sorprendió. Siempre sucedía, sabia perfectamente sobre el enamoramiento que ambos se tenían y nunca pensó en estar sumido en un dolor tan fuerte. El amor dolía y aprendió de la peor forma.
Enamorándose de su amigo aún sabiendo que éste amaba a alguien más.

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