-"Esto no está bien"- dije mientras me sumía en un profundo sueño, uno en el que sin darme cuenta yacía todos y cada uno de mis días desde que lo conocí.

- No te vayas, por favor. Anthon... -Mi mano se estiraba con desesperación, buscando atraparlo con mis dedos y poder rescatarlo de la lejanía- ¡No me dejes! – Grité mientras sus labios se tornaron inexpresivos y su silueta desaparecía en un abismo, ese abismo sin fondo en el que todos tememos caer algún día. El abismo del olvido.

Lo siguiente que pude escuchar no fue su cuerpo impactando contra el suelo del fondo, sino un desabrido y simple "Lo siento", nunca supe interpretarlo, nunca supe por qué lo sentías, nunca supe si de verdad lo sentías; lo único que sabía era que te amaba y que mis ganas de amarte no se irían jamás, por el simple hecho de que siempre regresabas.

-Katherine, ¡Eh, Katherine! ¿Soñando despierta de nuevo? Ya deja a ese pobre chico en paz o más bien, déjate tú en paz. ¿Acaso no ves cómo te tienes? –Encarna una ceja y me arrebata el libro de las manos con brusquedad- Ya deja esto, a él, a ti. No vale la pena.

-Ah, lo siento Emma. – replico y tomo mi libro de vuelta- ¿Puedes dejar tú esto ya? Anoche no dormí, estoy cansada, es todo.

-Sabes que no es así, mueres por él y todo lo que tenga que ver con Anthon. –Se acercó y besó mi frente con una mirada que, al parecer tenía gesto de lástima- me pregunto cuándo dejarás de lastimarte.

-Emma, no me tengas lástima, pues no la necesito. Soy lo suficientemente grande y responsable como para saber llevar mis asuntos y ocuparme de cada uno de ellos en su debido tiempo. – Me coloco un mechón de cabello tras la oreja y me levanto del asiento un poco ofendida- Sólo no te metas en mis asuntos y deja de creer saber que pienso y que pasa en mi cabeza, porque déjame darte noticias ¡No sabes que pasa por mi jodida cabeza! – Tomo mi mochila y procedo a salir del aula- Ten una linda tarde.

No es que haya hecho algo lindo por mí o algo importante, no me salvó la vida ni me regaló una flor, si me preguntan, no recuerdo por qué el hecho de haberme enamorado de él.

Me gusta el olor del té negro por la mañana, una camiseta limpia y una ventana con una hermosa vista; puede ser la de una ciudad, una montaña, pasto, una escuela o sólo unas vacas, en mi opinión todo se ve hermoso por la mañana. Siempre tengo una libreta y un bolígrafo cerca, pero nunca sé en qué gastar la tinta y las hojas, pues odio lo que dibujo y lo que escribo me parece bastante incoherente o muy malo.

Hoy viene Emma a ayudarme con la tarea de la universidad "-¿debería arreglar la casa para recibir a mi mejor amiga?" –Me pregunté mientras me cepillaba los dientes- Creo que voy a parar a loca si sigo hablando y haciendo comentarios como estos mientras estoy sola.

Preparo mi té como de costumbre y me siento en el balcón a ver el resto del campus y a algún idiota trotando como de costumbre en la mañana sólo para atraer el interés de alguna chica más idiota que él, digo, no es que sea malo hacer ejercicio –Más bien es algo que yo debería hacer- pero se supone que es para cuidar tu salud, no para conseguir chicas o chicos, creo que los critico porque no hago nada de ello, soy más idiota que ellos... -Suspiro y tomo un sorbo de mi té- Hay muchas cosas que debería hacer en mi vida, como por ejemplo buscar en qué soy buena, ah, eso sí que sería toda una aventura, quizá hasta encontraría amigos como en los cuentos infantiles y todo eso.

-¡Noc, noc! Buenos días, lentitos. Te traje un trozo de pizza y una cocacola. –Sonríe tiernamente y besa mi frente- Lamento lo de ayer, ¿vale? A veces me preocupo mucho por ti...

-Emma, te quiero -le interrumpo-. Entiendo que te preocupes, pero trata de no sobre pasar tanto el margen. –Le digo corta y brevemente-

-Está bien, pequeña. Lo siento –Se abalanza encima de mí a abrazarme-

-¡AH, QUEMA! –Huyo de sus brazos y le lanzo una almohada- Vamos a comer, te estaba esperando. –Le reclamo mientras acaricio mi estómago.-

-¡Buen provecho!

Emma y yo pasamos el resto del día en mi habitación conversando acerca de tonterías, hablando de lo mal que nos caía el profesor de biología y de lo bien que se la pasaba en el club de teatro en el cual insistía de sobremanera que me uniera. Finalmente se hizo tarde y todo volvió a la normalidad, mi mejor amiga se había ido y yo, de nuevo, estaba en compañía de mí misma hasta quedarme dormida.

Es fin de semana por fin, estoy tirada en mi cama viendo el techo con una caja de chocolates a un costado. "Es muy temprano para comer chocolates ¿no?" –pienso mientras me meto uno a la boca- Maldito seas, Anthon.

Prisionera de mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora