Frío

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Frío era lo que sentía mientras caminaba a solas con mis pensamientos por las calles de esta tranquila ciudad. Lo único perceptible por los sentidos era cada una de mis pisadas sobre el suelo empapado...no tenía destino fijo, sólo caminaba y caminaba, sin darme cuenta que el camino ya habia sido fijado; Por tí.

Al final de la calle vi unas siluetas que las luces plasmaban en el suelo. Sin dudarlo me aproximé a ellas abriéndome camino entre una silenciosa lluvia repentina. Casi en el último suspiro una de ellas desapareció. Fue ahí cuando llegué a la esquina y lo primero que vi fue a ti. Sentada en el banco, llorando desconsoladamente. Me partió el alma...

Cuando reconociste mi voz, y alzaste la mirada, no pude evitar abrazarte. Consolarte. Pero no sabía que había pasado, porque estabas así y tu decías que no tenía importancia, que había sido un cúmulo de sentimientos heridos...

Pero tu mirada...me estabas mintiendo y te lo hice entender con una simple mirada a tus hermosos ojos. Lo entendiste a la primera. Sin pronunciarte, me señalaste el brazo por el que yo te estaba sujetando. Ni siquiera eras capaz de subirte la manga de tu chaqueta...lo hice por tí. Y preferí no hacerlo. ¿Lo que ví? Tu brazo lleno de heridas y moretones...

Morí por dentro.

Era tan horroroso que ni a mí eras capaz de mirar. No se me ocurrió otra cosa que llevarte a mi casa, prepararte algo caliente y sentarme contigo a escuchar toda la historia. Aunque tardásemos horas. No me importaba...

Me contaste que no querías volver a tu casa, que tu padre te maltrataba...te pedí por favor que te levantases la camisa, lo hiciste con mucho recelo...

No pude aguantar mis lágrimas. Era como sacado de algo surrealista, algo imposible...

Cuando viste mi reacción te intentaste tapar, pero no te dejé. Coloqué mi taza de café sobre la mesa. De espaldas te pregunté que si te había hecho algo más, me negaste moviendo tu cabeza y tus lágrimas empezaron a brotar de nuevo. Volví a consolarte. Hasta ese momento no noté la suavidad de tu piel con la mia...Al instante nuestras miradas eran una. Empecé a notar un calor emanando dentro de mi que me obligaba a besarte. Pero no podía. No quería hacerte más daño...

Sin embargo parecía que deseabas besarme por todos los medios. Así que cumplí tu deseo. Dejé que al menos esa noche fueses feliz, haciéndomelo ser a mi también.

Dejé de abrazarte para pasar a acariciar tu piel...mientras mis labios jugaban entrelazados con los tuyos. En un frenesí te llevé a mi cama, te puse sobre ella con todo mi cariño, de la forma más tierna posible. Me lo agradeciste tomando de nuevo mis labios...

Me pediste que me tumbase a tu lado. Te obedecí sin pensarlo y te abrazaste a mí, yo nos arropé y tu te acurrucaste en mí, nos volvimos a besar y cerraste tus ojos, mientras yo acariciaba tu pelo y te envolvía con mi cuerpo tu te aferrabas aún más a mí. Yo miraba por la ventana como la luz resaltaba tu cuerpo y la lluvia aturdía mis sentidos, mientras por inercia seguía acariciándote, así, hasta que me quede dormida junto a tí amor...

FríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora