Dulce Amistad

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Dulce Amistad


En el pequeño plato, Lucia, había puesto los pequeños trozos de uva, picadas en cuadraditos. Las iban a comer con crema mientras miraban la nueva temporada de Glee; esa en la que aprecia Demi Lovato.

Ellas amaban ese postre... es más se podría decir que se conocieron gracias a las uvas.

Lucia había ido a la plantación de uvas un día de verano con sus padres, temprano. A la familia Aguirre le encantaba recoger sus propias uvas, o al menos esperaban perder algo de tiempo... ya que el verano era interminable.

Ese día Lucia había visto a una niña de su edad en la entrada de la plantación. Se habían cruzado unas cuantas veces, ocasionalmente, en los baños, en la calle: María solía vivir al final de la calle de donde vivía Lucia. Nunca se habían dirigido la palabra. Quizás era porque se tenían miedo, o se caían mal o sólo nunca habían tenido la oportunidad.

Lucia corría a través de la plantación solo para escoger las uvas más verdes y regordetas, era su fruta favorita... de las dos. En una de sus tantas selecciones de control de calidad, vio una uva casi en lo alto del árbol. Era el racimo de uvas más verdes que Lucia había tenido la oportunidad de ver. Las quería a toda costa. Considerando que ella sólo tenía seis años la altura no jugaba a su favor. Trato de ponerse de puntillas, pero se calló, trato de alcanzar una rama contigua para poder hacerla caer al soltarla: pero no pudo.

Inmediatamente se entristeció porque sus padres empezaban a llamarla y eso significaba que tenía que irse, sin ahora el racimo perfecto. Camino lentamente con una cara larga hacia donde estaban sus padres y partieron rumbo a casa en su auto. Al legar su madre empezó a hacer una torta con las uvas que Lucia había traído en su canasta. Ella realmente había querido ese racimo.


Cuando su madre finalmente había terminado de hacer la torta la familia Aguirre se sentó en la mesa para tomar la merienda. Hacia frio en su casa.

Poco antes de Lucia probara un bocado de la porción que su tierna madre le había servido el timbre sonó. "¿Quién será?" se preguntaron todos mientras el padre de Lucia se levantaba para ir a abrir la puerta. Todo era perfecto, el cuadro perfecto de la familia perfecta que estaba a punto de posar para una fotografía, estaba arruinado.


Era esa niña, de pelo negro, piel morena, y ojos marrones. María había traído en una canasta, incluso más pequeña que la de Lucia, el racimo que Lucia había sido obligada a abandonar.

El padre de Lucia la miro a los ojos, y como ella no decía ni una sola palabra intuyó que buscaba Lucia.

-Pasa-. Le dijo amablemente. Y la nena dio unos pasos adentro para que él cerrara la puerta.

Él llamó a Lucia casi en un susurro, y ella vino de inmediato-. Creo que te buscan-. Dijo, mientras giraba su cabeza para ver a María.

-Cre-cre-creo... que querías esto- María le entrego la pequeña canasta con las jugosas uvas, que tenía un gran moño rojo en la asa. Era algo exagerado, sin contar que la fruta ya había entrado en un estado de putrefacción por la forma brusca en la que fue manejada, quizás.

-Gracias... Eso creo-. Respondió Lucia recibiendo la canasta, la dejo en piso, y le dio un abrazo a la otra niña-. Muchas gracias ¿Cómo supiste que la quería?

"¿Cómo supiste que la quería?" aquella pregunta era muy fácil de responder para la nena. En realidad ella había estado espiando a Lucia durante un largo periodo: aunque ella no se hubiese dado cuenta de eso, porque ella ni siquiera se daba cuenta que en los recreos Maria se moría por saltar a la cuerda con Lucia, como lo hacía con sus amigas.

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