Abrió los ojos de par en par repentinamente. Se vio obligado a parpadear varias veces para poder enfocar la mirada y divisar algo con la escasa iluminación del cuarto. Giró la cabeza hacia la derecha y luego hacia la izquierda, encontrándose primero con la pared y a continuación con el reloj situado sobre la pequeña mesa al costado de su cama. El aparato marcaba que eran las 4 de la mañana. Ni siquiera sabía por qué había despertado, pero definitivamente quería dormirse y soñar de nuevo.
Sin siquiera mover el cuerpo, cerró los ojos esperando volver a dormirse para poder visualizar una vez más a la hermosa pelirroja de su subconsciente. Sin embargo, pasaron los segundos. Los segundos se transformaron en minutos, y Christopher seguía escuchando el molesto tic-tac del reloj sin poder descansar. No conseguía dormirse otra vez. Abriendo de nuevo los ojos, se fijó en la hora. 4:30. Iba ya media hora tumbado sin poder soñar con aquella perfección de mujer. Al parecer sería imposible.
Lo malo de los sueños es que conforme más pasa el tiempo, menos recuerdas de ellos. El lugar donde había estado ya casi desaparecía de su memoria y si seguían avanzando los segundos olvidaría el rostro y el cuerpo de aquella pelirroja. Por lo tanto, lo mejor era mantener intacto en algún sitio su aspecto.
Iba a tener que levantarse de la cama para buscar un papel o algo donde dibujar. Luchó unos breves instantes contra la pereza, e increíblemente, logró ganarle. Sintió un leve peso sobre su pecho que no le dejó moverse; era la laptop que se encontraba en estado de ahorro de energía. Lógicamente, se había quedado con la computadora portátil hasta tarde y ni siquiera la había apagado. Ya se imaginaba a su madre regañándolo. "¡Te he dicho mil veces que no te duermas con esa cosa encima!" Al sentir la voz de la señora en su cabeza, no pudo evitar sonreír. Adoraba a esa mujer.
Tras quitarse la laptop de encima, se levantó de la cama. Estuvo tocando toda la pared hasta encontrar el interruptor de la luz; aunque pronto amanecería, las cortinas cerradas daban un aspecto mucho más oscuro. Con la habitación iluminada pudo buscar de manera fácil, sin embargo al encontrarse algo adormilado la tarea se le dificultaba levemente. Por lo tanto, tomó una pizarra que tenía guardada arriba de su armario y unos plumones que se encontraban tirados por allí. Ver todo borroso a su alrededor le recordó que no llevaba puestos sus lentes. Tanteó la mesita al costado de su cama, donde siempre los ponía, hasta encontrarlos. Reuniendo sus memorias del sueño anterior retrató lo mejor que pudo a aquella mujer. Christopher era un buen dibujante, por lo que le salió bastante bien. Una vez terminado apoyó la pizarra en una pared, tiró los plumones al suelo, apagó la luz y se envolvió entre las sábanas. Cerró los ojos tranquilamente, esperando volver a ver a la muchacha de sus sueños.
Sin embargo, no fue así por aquella noche.
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Cuando el despertador sonó anunciando que ya eran las siete de la mañana, Christopher se negó a levantarse. No había logrado soñar de nuevo con la muchacha perfecta y eso lo ponía de mal humor, más del que normalmente tenía los lunes por la mañana. Tenía planeado ya faltar a las clases de aquel día, pero el molesto tono del reloj no iba a permitírselo.
—¡Christopher, el desayuno está listo!—Una mujer de no más de 35 años irrumpió en su habitación. Sí, él vivía con su madre. Y es que no tenía dónde más quedarse hasta conseguir el dinero que necesitaba para independizarse. Además, por el momento no podía dejarla a ella y a su hermana solas. Así que, a sus 19 años, continuaría durmiendo bajo ese techo.
Tras unos breves quejidos, se levantó de la cama y apagó el despertador. Se dirigió al baño que incluía su habitación y se observó al espejo. Tenía un aspecto terrible; pero eso no era sorpresa para él. Sus ojeras estaban marcadas, como siempre, bajo sus ojos. Simplemente se mojó la cara para espabilar y se secó el rostro con una toalla. Fue por sus lentes y por fin bajó las escaleras con dirección al comedor.
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¿Sueño o realidad?
RomanceChristopher ha tenido un sueño con la chica perfecta. Atenta, inteligente, hermosa, ágil...Para él no había ser más completo que la muchacha que visitaba todas las noches en su subconsciente. Tanto que incluso se ha apartado más del círculo social q...