Estamos solos en el mundo, todo lo demás es una ilusión. Soledad, se escribe con "S" de silencio, de salida, de suicida, con un susurro de sálvame. Y duele. Duele saber que estamos solos, que no existe nadie que pueda salvarnos. Salvarnos de nosotros mismos. Algunos prefieren construir y alimentar esa ilusión, así como un puente que los une con otras personas. Y otros prefieren quedarse encerrados dentro de su propio castillo.
Había una princesa, y como en todo cuento ésta estaba encerrada. Encerrada en su propia torre. Una torre sólida e invisible. Invisible para los ojos de los demás. Era la torre más poderosa y malvada que jamás podría existir salvo para ella. Torre con "T" de tortura. Era torturada por el odio. Su odio era demasiado grande. Casi tan grande como para pensar en la muerte. Sólo que la princesa era cobarde. Cobarde para escapar de esta, para revelarse y vivir. Se sometía a ella de manera sumisa. Obedeciendo a cada cosa que le dijera. La torre era su propia mente, y su único escape eran los buenos libros.
Los libros son puentes. Puentes con "P" de pasajero. Puentes pasajeros que te llevan al más allá, hacia otra realidad paralela. Una realidad donde todo es perfecto. Donde existen los finales felices, donde las princesas son verdaderamente princesas encerradas en un castillo verdadero. Paradójicamente cuando la lectura llega a su fin, la realidad vuelve a azotarnos. Nos golpea con la fuerza de mil olas. La salvación de la princesa fue leer. Leer buenos libros, refugiarse en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra. Donde podía sentirse libre, y por un segundo ser feliz.
No es fácil vivir en un mundo donde ser feliz cuesta tanta felicidad. Felicidad con "F" de fuerza. Fuerza para vivir. Fuerza para no morir. Fuerza para vivir y no morir en el intento. La alegría es efímera como lo son las estrellas fugases. Dicen que cuando se ve a una estrella fugaz se debe de pedir un deseo. El deseo genera esperanza. La felicidad es esperanza. Esperanza por la vida. La vida que fue, la que es, y la que será. Pero dicho momento de felicidad, de esperanza, de vida, se destruye cuando aparecen los monstruos.
Monstruos con "M" de maldad. La maldad engendra el odio. Odio a uno mismo. La princesa se hacía daño en el exterior tratando de matar al monstruo que habitaba en su mente. Ella intentaba no escucharlo, pero es más fuerte que su propia voz. Le hacía olvidar que es su vida, y la tomaba como propia. La moldeaba a su placer, la vuelven negra y cuando ella menos lo espera la depresión es su vida.
En el abismo uno nunca sabe que va a pasar. Podría dar un paso hacia delante y caer, o podría dar un paso hacia atrás y salvarse. Depresión con "D" de desamparo. Desamparo con uno mismo. Uno elije no construir un puente, o elije no alimentar a la ilusión y prefiere vivir en el abandono, en la soledad. Pero a veces para construir hay que destruir. Destruir a los monstruos, destruir la torre, y construir más puentes. Destruir la vida conocida para crear otra nueva, para volver a nacer.
Nacer con "N" de nuevo. Nuevo con "N" de nacer. Una se alimenta de la otra para ser. Nacer es vivir. Vivir es tener una nueva oportunidad. Oportunidad para crear un castillo, con puentes, y con una torre. Pero que ésta no nos aprisione como esclavos. No obstante, no se puede volver a nacer, pero se puede derribar la torre. Hasta el castillo más sólido se desmorona, y la princesa podría escapar de la prisión de su propia mente. Sólo debía tener fuerza. Fuerza para derribar la torre, para destruir al monstruo, para salir del desamparo. Salir por el puente creado. Salir y vivir. Vivir una nueva vida, siendo la misma persona. Una nueva oportunidad de vivir.
Vivir plenamente. Vivir donde la felicidad y la tristeza son pasajeras, pero que aquellas no afecten. Sólo vivir. Vivir con "V" de voluntad. Voluntad ante uno mismo y para con los otros. Voluntad para vivir. Para destruir y construir. Voluntad para amar y amarse.
Amar con "A" de ayuda. Ayuda para amar. Ayuda para vivir. Ayuda para dar y obtener ayuda. Ni antes ni después, en el momento justo. El momento que nos permite salvarnos, destruir la torre, salir por el puente, pasar por las realidades que nos conducen a la felicidad, matando a los monstruos de la depresión, y nacer con la voluntad de amar.
Soledad se escribe con "S" de sano. Torre se escribe con "T" de triunfo. Puente con "P" de plenitud.
Felicidad con "F" de Fe.
Monstruos con "M" de mejorar. Depresión con "D" de dar.
Nacer con "N" de nobleza.
Voluntad con "V" de valentía.
Amar se escribe con "A" de alegría.
Sanar a base del triunfo y la valentía, que suscita la fe y la alegría, siendo su efecto secundario la nobleza, el dar a los otros aquello que necesitan pero principalmente el mejoramiento de uno mismo.
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Sonríe princesa.
RandomSe dice que todos somos diferentes, pero hay algo que todos los seres vivos compartimos: una historia. La historia de nuestras vidas la construimos día a día con nuestros hechos, y la compartimos con otros seres. Así que princesa procura hacer de tú...