Epílogo

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April

14, 2043

Bajé lo último de los dibujos de Pippa de la pared de la sala. Había unos pocos rascacielos en ellos, algunos punteados con luces rojas, uno con la forma de la Torre de la Estratósfera. Quizás fue tonto tomarlos, pero no podía dejarlos ahí. Tenía que estar segura de que todos ellos estuvieran apilados ordenadamente en lo alto de la maleta. Ellos fueron algunas de las pocas cosas que hicieron sentir al apartamento como un hogar.

Ella los había dibujado una noche hace varias semanas, antes de que todo pasara. Caleb y yo habíamos estado leyendo en el sofá – Yo, algunos exámenes de los estudiantes de la escuela, y él, el boletín de la Ciudad que solo había sido publicado esa mañana. Él había resumido otra historia sobre las elecciones para mí. Aún cuando el periódico ahora era publicado independientemente, la mención había sido escondida en la parte posterior. Caleb había tratado de no aumentar la voz en frente de ella, pero estaba molesto.

Pippa estaba extendida sobre su estómago junto a la ventana. Recordaba eso claramente, debido a que cuando levanté la vista, viéndola ahí, se vio por un instante como si estuviese flotando en el espacio. Las cortinas estaban cerradas todo el camino de vuelta. Ella estaba presionada contra la pared de cristal, mirando hacia la Ciudad. Cada edificio era una chispeante, perfecta cosa.

Retuve esa memoria un momento, entonces coloqué el dibujo en la parte superior de los otros. Puse algunos artículos más pequeños en la bolsa —una pulsera que Arden me había dado por mi cumpleaños, una muñeca con la que Pippa había crecido (nunca había sido capaz de tirarla), y un diario con dos hojas de hierba presionadas entre las páginas. Estaba tirando de las tachuelas en la pared cuando escuché a Caleb detrás de mí.

—Ellos no van a prestar atención si los dejamos allí—dijo—. Lo prometo, Eve.

—No puede hacer daño despegarlos, sin embargo, ¿cierto? Sigo imaginándome quien estará aquí luego. Lo que ellos colocarán...si colocan algo.

Caleb vino hacia mí, sentándose sobre el borde del sofá. Cinco años y sigue cojeando debido a sus heridas, aunque no fue tan notable para mí – sólo se había convertido en parte de lo que era él. Él palmeó el sitio al lado suyo.

—Déjame ver nuestra última maleta—dijo—. ¿Hay lugar para mis cosas? ¿Puedo al menos conseguir llevar una camisa o dos?

Sonrió, sus ojos verdes iluminándose. Cuando llegué a él presionó su cara en mi cuello, besándome una vez, quedándose ahí durante unas cuantas respiraciones antes de alejarse.

Puse la maleta más pequeña a su lado y luego la revisó, riéndose de la muñeca de un solo ojo. Entonces abrió el diario, presionando sus dedos contra las secas, dobladas hojas de hierba. Una seguía retorcida en un círculo.

—Nuestros anillos de matrimonio. Me alegro de que alguien recordara estos— cogió mi costado y me atrajo hacia él, sosteniéndome por un momento.

—Pippa enloquecería si los olvidaba.

—Quizás cuando lleguemos a Califia me dejarás casarme contigo de verdad.

—Quizás. —Cierro el diario, metiéndolo en lo alto. Después de casarme con Charles, pasando por el compromiso y las fiestas y la ceremonia, después de tanto fingir, una boda no se sentía como que significaba algo. Yo siempre había pertenecido a Caleb y él siempre había pertenecido a mí. Nunca había necesitado cualquier anillo o un pedazo de papel para demostrarlo.

Fue Pippa quien quiso que tuvieramos anillos. Ella había sido la niña de las flores en la boda de Clara. Clara estaba recibiendo su título de abogada cuando se encontró con Ethan, un hombre alto y tranquilo que parecía siempre estar pensando, tomándolo todo. Después de la ceremonia, Pippa parecía profundamente preocupada porque no teníamos los mismos anillos que Clara y Ethan tenían. Así que cuando estábamos en el parque un día, hicimos algunos. Habíamos tratado de llevarlos tanto tiempo como pudimos, pero seguían cayéndose.

Epílogo de Rise - Anna Carey. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora