Un día sabría vivir mas allá de sus propias incomodidades, con una simple sonrisa triste. Pero en lugar de eso, yacía sentada sobre la tierra del borde de la quebrada oculta por el brillo tibio, blanco y rojizo del sol de la tarde, esperando que las lagrimas se secaran solas y luego no tener que contarle a nadie el pesar ni el cansancio que tanto la estaban quebrando.
"Hay cosas que solo se pueden hablar de espaldas al mundo..." Eso pensó él mientras se alejaba de la quebrada, deseando que un día ella pudiera decir sus pesares de frente, pero no para un tierno desahogo, sino que como punto final a sus desdichas.