Tláloc estaba en la punta de la montaña, a él no le gustaba que lo hicieran esperar, pero esta vez no se miraba particularmente molesto. Se le miraba serio como siempre, pero, después de conocerlo tantos años, aprendes a notar la diferencia de sus expresiones. Como hoy, hoy sería uno de esos días donde la posibilidad de que me lanzara un rayo era mínima. Perdón, no me he presentado. Mi nombre es Akatzin, si lo sé es un nombre difícil de pronunciar pero créanme que les digo que es de los más fáciles aquí en donde vivo. Regresando al punto, soy de México, tierra de los aztecas. Si, ya se, todos dicen eso de que "Uy vives en un desierto, ándale ándale, saltamuros, etc." Pero en verdad mi país es mega diverso, hay diferentes tipos de clima y diferentes regiones, y si vas de un estado a otro, encuentras una gran cantidad de diferencias. Bueno mi madre es regia, eso quiere decir que es del norte del país y mi padre, ¡ah, mi padre! Él es el Dios Azteca de las lluvias, el agua terrestre, la purificación, etc. Obviamente existen los dioses Aztecas, pero ellos prefieren que los llamen Mesoamericanos. Si no, ¿por qué crees que en México siguen festejando sus fiestas y costumbres?, el día de muertos, ¡va ese duraba tres meses!, los bailes, danzas y comidas que no han cambiado, y que son muy diferentes las personas entre sí. Pero bueno yo sé lo que te digo, créeme. Los Dioses Mesoamericanos si existen. ¿O acaso los dioses Griegos existen? ¡Por favor! ¡No digas tonterías! Bueno, regresando al punto, mi Padre, el dios Tláloc, mide alrededor de 1.80 y es un hombre fornido, tiene unos lentes grandes de color azul, además, usa ropa de costa con un collar de conchas. Ese día me mando a llamar para encomendarme una importante misión. Al llegar me dijo: "¡Akatzin, mi hijo preferido! Te encomiendo este sagrado objeto, es de un amigo, el cual no es de tu incumbencia. Lo gané por una apuesta, pero seguramente me lo va a pedir de regreso, y digamos que yo no se lo quiero dar. Si se lo diera a los Tlaloques (que son los sirvientes de mi padre) seguramente lo perderían, así que confió mucho en ti hijo mío. Cuídalo bien.". Después de eso pasé a retirarme. Miré el objeto y parecía un rayo real, algo así como si fuera un arma. La verdad me saqué de onda cuando mi papa me lo dio. Regresé a la escuela. Voy al Calmecac de la Ciudad de México, es el más importante en nuestro país si eres un semidiós azteca, claro. Voy a ahí porque soy el hijo del dios Tláloc, cada clase está separada por un hijo de cada dios y en verano vamos al Chicomóztoc, el lugar de las nueve cuevas, de donde salieron nuestros ancestros después de Aztlán. Seguramente te estarás preguntando ¿Por qué tanta rigidez? Pues por dos cosas, los aztecas somos un pueblo guerrero y estudioso, además, éramos los únicos que dejaban ir a las mujeres a las escuelas. La segunda razón, y más importante, es que nuestros padres pedían sangre para vivir y técnicamente nosotros también necesitamos sangre... Bueno, no tanta como ellos, sin embargo si nos ponemos locos al verla. Al graduarnos del Calmecac nos enlistamos en el ejército mexicano, obviamente en una elite especial para semidioses. Regresando a lo que iba. Llegué a mi salón de clases y vi a mis amigos, entre ellos Zeia hijo de Tezcatlipoca, Etzatlan hijo de Huitzilopochtli, mi amada Junnueth hija de Quetzalcoatl y por último, mi gran amigo Mazacoatl hijo de Xipetotec, ellos eran hijos de los cuatro Tezcatlipocas, los dioses más poderosos que te puedas imaginar en nuestro mundo. Ellos se asombraron al ver que llegué, ya que le tienen miedo a Tlakatekolotl hijo de Mictlántecutli y su novio Teotl, hijo de Tonatiuh (, de repente paso una cucaracha por nuestro salón todos empezaron a gritar y aventarse Xóchitl hija de Xochiquetzalli me aventó para un lado y de ahí no recuerdo que paso pero en una hora estaba tomando conciencia y al despertarme vi a mi maestro Tlacalael y me que si estaba bien, yo le respondí que sí y volteé , vi a mi padre Tláloc yo ya sabía porque estaba aquí quería ese rayo de vuelta , volte a mi alrededor y no vi nada me estaba preocupando cuando "¿Dónde está el rayo?" mi padre preguntó. Verás, al ser joven, con mente ágil y bien parecido, las respuestas ingeniosas brotan por tus poros "¿El qué?", "El rayo" replicó mi padre, "La cosa larga, llena de electricidad que te pedí que me guardaras. Verás, lo necesito". "Padre, no sé si te has dado cuenta últimamente, pero acabo de recuperar la conciencia por lo que parecieron siglos. Dioses, hombre, dame un poco de tiempo" El rayo, ¿CÓMO RAYOS FUI A PERDER EL RAYO? Necesitaba distraer a Tláloc lo suficiente para encontrarlo... O lo suficiente para cambiar de identidad y de continente, con la esperanza que no mi padre no me abogara en el camino. Gracias a... Ometeotl, todos lucen exactamente igual para mí,como hace rato, pero Opochtli uno de los sirvientes de mi padre le llamó y dijo que lo necesitaban, por suerte salí de esa embarazosa situación. Mi padre dijo que volvería en una hora por el rayo. Si bien, sospechaba de mi evasiva respuesta, no lo mostró. Una hora, una maldita hora. Bien, manos a la obra, al ser hijo de un Dios, tienes un ligero margen de ventaja en lo que a curación se refiere, tienes sangre fuerte. Así que en lo que un mortal cualquiera se curaría en dos horas, yo me curé en media hora. No se lo puedo contribuir totalmente a mi sangre divina, podría ser el hecho que había más adrenalina y miedo en mi sistema que glóbulos rojos. Esa variable sí que altera el producto. Por suerte mi amada Junneth vio que traía el rayo y lo recogió, eso es lo que me dijo mi amigo Mazacoatl, el chiste ahora era encontrarla la busqué por toda la escuela. La escuela no es precisamente chica, tardé sus muy respetados 9:49 minutos buscándola. Ya desesperado, me detuve por un respiro y para aceptar mi muerte es una manera relajada, 9:55 y miré su pequeña cabeza saliendo del baño de chicas, rayo en mano. Mi padre, puntual como siempre, venía acompañado de quien yo suponía era otro dios, ya saben los Dioses Mesoamericanos son muchos y uno nunca llega a aprenderse todos sus nombres, ese Dios me exigió el rayo a lo que mi padre Contesto: ¡ZEUS DEJALO YA ES RAYO ES MIO POR DERECHO Y TE DIJE QUE ESTABA EN BUENAS MANOS!., yo me sorprendí ya que ese nombre no era Náhuatl ni Maya , ¿cómo lo sé?, soy un semidiós azteca y hablamos Náhuatl y la forma Maya de mi padre es Chaac así que a veces me enviaba con los mayas a entrenar y ahí aprendía palabras, me sonaba más como otro tipo de mitología griega si no me equivoco, ellos empezaron a discutir y decían: EL RAYO ES MIO TLALOC, dijo Zeus, LO SIENTO ZEUS PERO LO GANE POR DERECHO, respondió mi padre, de repente vi como el otros Dios cambiaba de forma, como lo hacía al pasarse mi padre a su forma maya, también divise que mi padre cambio a su forma maya, CHAAC NO QUIERES GUERRA ¿O SI?, dijo la divinidad, LO SIENTO JUPITER PERO A ESTO NO HAY MARCHA A ATRÁS, dijo Chaac, vi que seguían discutiendo y al alrededor nuestro el cielo tornaba oscuro, como si quisiera llover, además se oían truenos y relámpagos, vi que llego mi Madrastra Chalchihuite, yo la quería mucho y ella a mí, ya que los aztecas permiten la poligamia, era como mi segunda mamá y vio lo que pasa y se asustó y me volteo a ver y dijo que no era bueno, de repente vi que llegaban más y más dioses aztecas y mayas, del otro lado divise a griegos y lo que parecían romanos, ESTABA SORPRENDIDO ¡JAMAS PENSE QUE LOS GRECORROMANOS EXISTIERAN!, todo mi orgullo se fue a la basura, ya que si ellos existen también debe de haber semidioses de ellos, por lo tanto, yo no era un semidiós especial de uno de los dioses Grandes, de repente vi que Chantico, la diosa de la familia, la fogata, los volcanes y la protección se acercó a Tláloc y Zeus con ella vi que iba otra diosa, me parece que se llamaba Hestia, ellas dijeron que se estaban comportando como adolecentes, desde que los dioses grecorromanos llegaron a América ha habido una pelea por el poder en este continente decían ellas, pero hubo paz cuando una hija de Zeus y un hijo de Quetzalcóatl se casaron y tuvieron un hijo y se suponía que por bien de él y los demás hubo paz , después no vieron diferencias y la prueba era que se hicieron amigos varios dioses como ejemplo decían eran ellas a diferencia de otros panteones, me quedé estupefacto ¿OTROS PANTEONES?.
No estoy muy seguro de cuánto tiempo pasó entre discusiones, lloviznas y rayos, lo que sé es que la cosa se estaba poniendo más fea que el último partido de México contra Chile. Las palabras brotaron de mi boca antes de poderlas contener, o siquiera pensarlas bien "¿Por qué no lo arreglamos todo con un partido de Basquetbol?" todos me observaron, si hubiera un top 7 de las estupideces más grandes que he dicho, este sería el número uno. "¿Un qué?" exclamaron Zeus y mi padre, "Un partido de basquetbol, ustedes saben, dos aros, dos equipos, una pelota que rebota así" hice el ademán "¡Vamos chicos, basquetbol!" Todos se miraron unos a otros, confusos. No los culpaba. " ¿Es hijo tuyo?", "Sí"," Lo siento mucho". "Hey, el chico tiene razón, Big Bro, nada mejor que un partido entre dioses para liberar la tensión" Dijo, el que creo que se hace llamar Poseidón o Neptuno. Los griegos se acomodaron así: Zeus, Afrodita, Ares, Poseidón, Apolo y Hermes. De nuestro lado estaban: Tláloc, Xochitlquetzalli, Huitzilopochtli, Quetzalcóatl, Tonatiuh y Painal.
El partido inició sin contratiempos, todo bien, el partido se llevó acabo en una cancha construida por mi padre y Zeus, los mortales no podrían ver nada a causa día Niebla. Yo estaba en la banca, con el rayo entre mis delicadas y hermosas manos, Junneth a mi lado. Miré hacia las gradas, estaba un joven, no podría pasar de 17 años de cabello negro, al parecer ojos verdes y un tatuaje en la parte interna del brazo que no distinguía. Tenía una banderita que ondeaba de vez en vez, azul con un tridente en él. Al lado de él, una joven rubia, ojos claros, se le miraba un poco aburrida, sacó un libro y se puso a leer. Por prestarles atención a ellos casi les pierdo el punto que hizo mi padre. Al parecer, los demás dioses (de ambos equipos) no estaban realmente interesados en el juego. Solo Tlaloc y Zeus. Quedaban solo 3 segundos, era imposible que alguno de los dos hiciera el punto que desempataría esta guerra balonistica, pero nada era imposible para un dios. El tiempo avanza y mi padre tira el balón. Un segundo. Está dando vueltas por el aro de la canasta, parece que entrará al mismo tiempo que no lo hace. Cuando por fin parece que la pelota ha tomado la decisión, Zeus se acerca con esa mirada que sabes que no se le escapará este asunto de más manos. Justo cuando Zeus está tocando el balón y parece que el balón vuelve a bailar en la delgada línea de la victoria y la derrota que definiría al nuevo dueño del rayo maestro. Alguien toca mi brazo, mi madre, diciendo que me despertara, era hora de almorzar...
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Akatzin y Los Dioses Mesoamericanos
FanfictionVive la fascinante aventura de Akitzin un niño semidiós azteca