Vivir el Fordstown, el pueblo que nadie en el mundo conoce, ya que está escondido en medio de un bosque, es tranquilo, nadie entra o sale de el... o al menos eso es lo que los habitantes de el creían. Pero existían mitos, leyendas o cualquiera de esos cuentos inventados: Se decía que hacia millones de años en este mismísimo lugar donde ahora se localiza nuestro pequeño pueblo, era utilizado como lugar de sacrificios y hechizos, un lugar mágico y lleno de ceremonias sagradas.
Bueno pues, son puras tonterías inventadas por los ancianos para asustar a los mocosos pequeños que hacían desastre.
Yo en cambio era una pequeña chica de 16 años que creía en todo que le decían, hasta las cosas mas imposibles yo las podía creer. Mis ojos siempre lo comparaban con almendras y mis cabellos con las castañas hojas de otoñó que caían hasta unos centímetros mas abajo de mis hombros y algo ondulados dado lo húmedo que era nuestro pueblo. Vivía con mis padres y hermana menor, Michell. Todos tenían hermosas cabelleras doradas y ojos color del océano, aunque nunca lo dije,por alguna razón siempre creí ser adoptada.
Mi vida siempre fue entorno a la naturaleza junto a Michye (el apodo cariñoso que le había dado a mi hermana). Siempre salíamos a las fronteras del pueblo a recoger mariposas y guardarlas en un pote de vidrio, dibujarlas y luego dejarlas libre, también íbamos al pequeño rió cerca de nuestra casa a jugar con los pequeños peces que habitaban en el...
Pero un día Michye se enfermo y yo fui sola a buscar las mariposas y llevarlas a casa para que ambas juntas las dibujáramos, pero al regresar algo inesperado había ocurrido...
