Carl Sagan
La carga del escepticismo
Una sociedad cada vez más crédula, cuyos miembros aceptan igualmente lo
que les ofrece la medicina, las filosofías de la Nueva Era, la tecnología,
la pseudociencia, los políticos y las sectas, es una sociedad carente del
menor sentido del escepticismo. Y entre todo esto, mentes lúcidas como las
de Carl Sagan tratan de hacernos ver cuán importante es para el hombre
desarrollar ese pensamiento crítico, tratan de encendernos una luz en la
oscuridad.
¿Qué es el escepticismo? No es nada esotérico. Nos lo encontramos a
diario. Cuando compramos un coche usado, si tenemos el mínimo de sensatez,
emplearemos algunas habilidades escépticas residuales (las que nos haya
dejado nuestra educación). Podrías decir: "Este tipo es de apariencia
honesta. Aceptaré lo que me ofrezca." O podrías decir: "Bueno, he oído que
de vez en cuando hay pequeños engaños relacionados con la venta de coches
usados, quizá involuntarios por parte del vendedor", y luego hacer algo.
Le das unas pataditas a los neumáticos, abres las puertas, miras debajo
del capó. (Podrías valorar cómo anda el coche aunque no supieses lo que se
supone que tendría que haber debajo del capó, o podrías traerte a un amigo
aficionado a la mecánica.) Sabes que se requiere algo de escepticismo, y
comprendes por qué. Es desagradable que tengas que estar en desacuerdo con
el vendedor de coches usados, o que tengas que hacerle algunas preguntas a
las que es reacio a contestar. Hay al menos un pequeño grado de
confrontación personal relacionado con la compra de un coche usado y nadie
afirma que sea especialmente agradable. Pero existe un buen motivo para
ello, porque si no empleas un mínimo de escepticismo, si posees una
credulidad absolutamente destrabada, probablemente tendrás que pagar un
precio tarde o temprano. Entonces desearás haber hecho una pequeña
inversión de escepticismo con anterioridad.
Ahora bien, esto no es algo en lo que tengas que emplear cuatro años de
carrera para comprenderlo. Todo el mundo lo comprende. El problema es que
los coches usados son una cosa, y los anuncios de televisión y los
discursos de presidentes y líderes políticos son otra. Somos escépticos en