Sin darme cuenta, encuentro el sonido que buscaba; mi respiración se agita, queriendo llegar a todos los rincones que mi mente viaja con la melodía. Me abrazo a mí misma llena de júbilo. Una fuerte necesidad de ser envuelta por la melodía me sobrepasa y me dejo estar por horas en un eterno delay.
Y viajo.
No sé cómo volver.
No quiero volver.
La ansiedad me devora el pecho como si fuese nuestra última vez en el mundo. Imágenes, aromas, frases, anhelos y mis más oscuras fantasías se reproducen en mi cabeza a un ritmo que no puedo controlar y me desespero. Por primera vez siento algo que se retuerce golpeando en mi tórax. Cierro los ojos para centrarme nada más que en esa extraña pero placentera sensación. Dejo que me guíe donde ella quiera.
Suspiro.
Había vuelto a la vida.
