La humanidad distingue el bien y el mal mediante seres sobrenaturales y les nombra de diferentes formas. La mayoría asocia a un ser llamado Dios con la bondad y a un ser llamado Diablo para referirse a la maldad. Yo, por mi parte, creo que Dios y el Diablo son la misma cosa.
Toda mi vida ha estado vacía. Nunca he encontrado una razón por la cual existir. Alguna vez las personas creyeron que yo tenía talento para escribir, incluso la fama me alcanzó un poco, pero terminó esfumándose al igual que mi alma se deterioraba con mi adicción por el alcohol.
A estas alturas de mi vida, nada tenía sentido y eso era suficiente para mí. Asumía mi vida mediocre y estaba resignado a ella. No soñaba con nada y mucho menos con tener a alguien a quien amar y que me amara. Pero algo cambiaba, el destino me enredó en una jugarreta.
"Dios, si en verdad existes, quiero decirte que eres el peor de los bromistas.
Te dices llamar un ser de amor y en la vida no me has dado más que amargura y soledad.
Ahora que me adaptaba a mi insignificante vida me muestras esperanza, como un sediento que cree haber hallado agua y al beberla la encuentra salada.
Me has hecho conocer a una mujer esplendida pero quizá sólo lo haces para que vea lo que jamás tendré.
Te mofas de mí. Me ilusionas. A pesar de ello, es lo único que te agradezco.
Nunca he amado en la vida pero al menos ahora conozco a la persona con quien pude haberlo hecho.
Seguiré tu juego hasta la última consecuencia. Estoy preparado incluso para la muerte. Después de todo, morir y no amar, termina siendo lo mismo."
Mis noches de desvelo al fin hallaban un significado, encontraron a alguien que disipaba mi soledad. Los días pasaban pero siempre esperaba con ansia las noches para ver aparecer en mi computador un mensaje de la mujer misteriosa.
Sus palabras entraban por mis ojos, perforando mis más profundos sentimientos. Apoderándose de mi mente y de mi cuerpo. ¡Maldición!, incluso ahora mis pensamientos le pertenecen a ella. Esa mujer me está dando vida y al mismo tiempo me está destruyendo. Sé que el alcohol me matará lentamente pero ella me asesinará en cualquier momento.
Intento negarme a la verdad. — ¿Cómo es que puedo enamorarme tan rápido de una desconocida? —Grité con fuerza, pero esta vez ni siquiera la sombra me respondía.
No quiero que se vaya de mi vida pero tampoco quiero hacerme la idea que algún día será mía. Tomé valor y le pregunté si podíamos conocernos en persona, ella asintió. Definimos una fecha y un lugar, pero pude distinguir el orden de sus palabras. Su respuesta era fría y sin ganas. Sus mensajes ya no tenían el mismo ímpetu. Tal parecía que no le importaba verme o quizá ya no le intereso más. Algo pasaba con ella y no podía negar que eso me afectaba también a mí. Ahora no sólo no dejo de pensar en ella, también me duelen sus pesares. Utilicé todo ese sentimiento para escribir y nuevamente las palabras salían sin detenerse.
"Esta noche sufrías, tal vez. Y yo no pude hacer nada para impedirlo.
Mujer, ya no estás sola. Yo cargaré tu tristeza y tus angustias.
Permíteme entrar en lo más profundo de tu ser. Dame el honor de entender por qué una mujer tan bella como tú, se siente tan vacía.
Déjame secar tus lágrimas y darte lo poco que me queda de vida.
Sé que no puedo reparar tu corazón hecho pedazos, pero te daré las piezas que quedan del mío para que formes uno solo.
Así, al menos tú seguirás con vida. Así, al menos uno de los dos será feliz."
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Cuentos con sabor amargo
FantasyCuando se escribe te das cuenta de lo inofensiva que es la realidad, lo frágil que es la ilusión y lo indestructible que es la imaginación. Plasmemos nuestros sentimientos en letras para que dejen huella en el tiempo.