"Yo se que es amor".
Es lo que pensaba un pequeño rubio de ojos rojizos, no sabía a que se debía la atracción que sentía por el dios de la calamidad Yato.
Sabía perfectamente que Hiyori también tenía esos mismo sentimientos de amor por el chico de los (a su parecer y al de la chica) hermosos ojos azules. Sin embargo él no sabía si Yato gustaba de alguien, aunque tenía sus sospechas sobre Bishamone, ya que el azabache ha salvado en dos ocasiones la vida de la de orbes morados, también le hervía la sangre por el simple hecho de recordar a Nora, ella si qué era un dolor de cabeza pues no dejaba de seguir a Yato, Bishamone era soportable dentro de lo que cabe y también era la señora de su buen amigo Kazuma, pero con respecto a la niña de cabello negro ni hablar ella era su mayor molestia.
Ambas chicas, siendo sinceros, lo hacían sentir celoso, pero no se podía quejar de ninguna manera pues Yato también le salvo la vida a él, y ya había liberado a Hiki de ese nombre por lo que Nora ya no se aparecía más por sus alrededores , en el momento en que lo tomo como su instrumento divino, decidió que estaría con él por el resto de sus días.
Ni él mismo lograba comprender por completo todo lo que implicaba estar enamorado, era su primera vez ya que en su vida nunca llegó a experimentar ese sentir con nadie.
Ahora estába decidido a decirle todo lo que siente y expresar todo ese amor que dentro de su ser contiene.
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—Yato, ¿podemos hablar? —pregunto el chico de cabellos amarillos, que se encontraba con un nudo en la boca del estomago y los nervios a flor de piel se estaban apoderando de él.
—¿Qué pasa Yukine? —respondió con otra pregunta el azabache, sabía que la relación entre él y el de ojos rojos era muy buena y este siempre le contaba todo lo que sucedía con respecto a su persona, así que a sabiendas de eso decidió escucharlo, eso sin contar que sentía un dolor en el pecho lo que significaba que su Sekki no se encontraba estable emocionalmente y si hablar con él lo ayudaba a desahogarse, estaba más que dispuesto a escucharlo. —Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras. —Coloco su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Yukine.
—Yo... —se encontraba totalmente nervioso pero de igual manera ansioso por poder expresar al fin lo que siente —yo... No puedo estar en un cien por ciento seguro de lo que estoy a punto de decir pero el noventa por ciento de mi qué si esta seguro desea decírtelo. —Bajo la cabeza por un corto lapso*, unos pocos segundos, respiro profunda y pesadamente, llevo su mano izquierda hasta la mano del más alto, qué aun se encontraba sobre su hombro, la sujeto con fuerza y con toda su valentía lo dijo. —Yato... Tú me gustas.
—Qué bueno que te guste como tu dios Yukine, significa que...
—No, no me refiero a que me gustes como dios, me gustas como algo más... no se como expresarme correctamente, pero estoy seguro de que lo que siento por ti es amor. —Lo pudo decir por fin, y sintió que su corazón se liberó de una gran carga. Pero, sin embargo no fue así ya que al pasar el tiempo nada más y nada menos que treinta segundos se dio cuenta de que ahora su corazón y pensamiento era ocupado por otro sentir, uno aun más doloroso e inquietante, la incertidumbre.
Esa incertidumbre que se crea al no tener ni la más remota idea de lo que va a acontecer, su incertidumbre era causada por el hecho de no conocer a ciencia cierta los sentimientos de su maestro, bien podía ser correspondió cómo también rechazado, o incluso podía ser dejado con esa falta de información y no conocer la respuesta del azabache. Y sin darse cuenta de nuevo estaba causando un malestar en el interior de Yato.
—Yukine, por favor... te pido que estés tranquilo, si no lo haces no podré responderte debidamente. —Esto hizo que el estado de ánimo y los nervios del rubio de estatura menor se pusieran aún peor, pero en cierra parte el saber que tendría una respuesta le dio un poco de paz, y trato por todos los medios posibles el poder estabilizar sus emociones.
Cuando lo logró, el pecho de Yato dejo de doler y este a su vez se incorporó correctamente ya que por el sentir que le aquejaba se vio obligado a sentarse en el piso para que no cayera y sufriera algún daño, ya que al estar debilitado por su instrumento divino su cuerpo se volvía más vulnerable a sufrir algún daño.—Yukine... —Se levantó por completo y se paro frente al pequeño chico de ojos rojos, —no sé si esta es la respuesta que deseas, pero es lo que quiero en este momento. —Coloco sus manos sobre ambas mejillas del rubio, acariciándole para poder sentir esa tersa piel, suave ante sus dedos que se encontraban llenos de sangre derramada en el pasado, Yukine se sorprendió ante tal acto pues nunca se lo espero y mucho menos de esas manos qué en un principiante le disgustaban por ser sudorosas, pero ahora no le parecían así, ahora podía disfrutar de ellas y aunque no lo admitiera (al menos no por el momento) le gustaba estar entre sus manos porque de esa forma se sentía seguro, sin darse cuenta su cara ya había tomado un color rojo lo que no paso desapercibido por el mas alto de los dos, así que Yato volvió a tomar la palabra —ya estas tan sonrojado y eso que ni si quiera te he besado.
Esto fue la gota que derramó el vaso, las mejillas de Yukine, bueno no solo las mejillas, los pómulos, la comisura de los labios e incluso su barbilla se tornaron de un color rojizo más intenso que el de sus ojos.
—Yat... —Antes de que al menor le diera tiempo de hablar, Yato tomo su barbilla para poder besarlo, no sabía si ese era el primer beso del rubio y dentro de su ser, deseaba que así fuera. También era consciente de que Yukine fue un humano por ende conoció muchas personas en vida, aun siendo un delincuente eso no le impedía ni le privaba de socializar con otros humanos, sea cual sea el caso haría todo lo posible para ese beso, ese momento, incluso si sólo eran instantes, fueran inolvidables para ambos, porque el deseo de Yukine fue oído fuerte y claro.
—Sekki. Un dios no puede entender a la perfección los sentimientos de los humanos debido a que estos se someten a constantes cambios, uno de ellos es el amor único en su especie e incomprensible para él más sabio. Se que quizá lo que te este diciendo en este momento no es más que palabrería para ti, —el más alto decidió hacer una pausa bajo la atenta mirada de esos ojos rojos qué le embriagaban la conciencia y le nublaban el pensamiento. —Pero creo que lo que siento por ti es lo mismo... —No pudo terminar de hablar ya que los labios de Yukine se encontraban de nueva cuenta sobre los suyos.
¡Yukine lo estaba besando!
En qué momento había sucedido eso, ni el mismo lo sabía pero no se dejaría llevar del todo por sus emociones así que con un poco de fuerza se separó del menor —Yuki, permite hacerlo como se debe. —Y sin más preámbulo le beso con amor sincero y demostrando todos esos sentimientos que él mismo se empeño tanto en guardar solo para sí. Era un beso con calma pero no dejaba de tener su lado fogoso y provocativo. —¿Sabes que con tus sucios pensamientos pervertidos me haces sufrir? —se separó de su pequeño, no sin antes proporcionarle una mordida en su labio inferior.
—Ca... Cállate, —se sonrojo ante tal comentario por parte de su amo. —Tú eres el culpable de que ellos se hagan presentes así que no te quejes y haste responsable. —Dijo completamente avergonzado.
—Por ¥5 tu deseo puede ser cumplido.
—Aquí están. —Le entregó la pequeña moneda a Yato.
—Tu deseo ha sido escuchado fuerte y claro. —Lanzó la moneda como regularmente lo hacía en señal de que el trato estaba hecho. Porque lo que no dejaba de rodear la cabeza de Yukine era:"Yo se que es amor".
*Un lapso solo puede ser usado para referirse al tiempo, por eso es que esta mal y es un pleonasmo poner o decir "lapso de tiempo". Se que varias ya lo saben pero para los que no es un dato curioso.
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Yo Se Que Es Amor
FanfictionLa confesión de Yukine, que Yato nunca se espero. Pero en el fondo de su ser deseada escuchar. Yato x Yukine Noragami.