El comienzo.

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Esta no es una historia cualquiera.

Sale de lo común y lo cotidiano que cualquier cuento de princesas atrapadas y príncipes encantadores dispuestos a salvarlas.

En esta historia, la princesa fue secuestrada por un feroz dragón, un dragón de hierro que planeaba tener a aquella joven como plato principal, si, escucharon bien, se la quería el dragón planeaba marinarla, cocinarla y en ultimo comérsela sin que la mínima pisca de piedad cruzara por su mente. Aquella princesa era pequeña, no de edad, si no que de estatura por lo que aquel dragón en el momento de su secuestro y ya teniéndola en un antiguo castillo le dijo "Se ve que eres pequeña, minúscula...así no te podre comer, eres muy poco, dejare que crezcas un poco más, así abra mas de ti para comer."

Y así fue, los años pasaron, el dragón mantenía prisionera a la dulce princesa que en sus momentos de completo silencio y soledad le narraba historias a ese feroz dragón escuchaba asombrado desde la cercanía de su habitación, cuentos sobre su antiguo hogar, amigos y familia, historias trágicas, de amor y suspenso, un poco de todo. Entre aquellos cuentos también estaban los que ella antes había leído, ah, como le encantaba leer a esa princesa, se podía pasar días y días leyendo un libro de historias y nunca aburrirse por aprender y llenar su mente de todas esas historias.

Un día, aquel dragón de hierro fue al pueblo en su forma más débil, tomo la forma de un humano, uno alto, de expresión firme y cabellera negra, todos en ese pueblo en cuanto lo veía se preguntaban "¿Quién es? ¿Por qué esta aquí? ¿Qué pasa con su aspecto?" Pero a el poco le importaba lo que dijera la gente sobre su aspecto, el dragón tenía un objetivo claro, uno que ni el sabía porque lo hacía pero te preguntaras ¿Cuál era ese objetivo? Es fácil, era el de comprar libros, sí, eso era, no era ninguna broma, el acudía al pueblo para comprar libros de historias fantásticas para que su dulce prisionera se los narrara como solo ella sabía hacerlo, el realmente se veía como un idiota comprando libros para la que algún día seria su desayuno pero el, con ese corazón de hierro, con esa mirada fría y esa actitud de superioridad se ablandaba con ver en sus pupilas a esa princesa sonreír, el nunca le había regalado nada, nunca había hecho nada por ella más que resguardarla en la torre más alta de su castillo.

Pasado el tiempo el compro centenares de libros, pilas enormes que en más de una ocasión se perdía la vista en buscar el extremo más alto. La princesa por su parte quedo encantada por esa inmensa cantidad de libros, por lo que comenzó a leerlos, uno a uno para aquel que la mantenía cautiva en lo más alto de ese viejo castillo le sonriera una vez más.


La princesa y el dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora