ACTO SEGUNDO
ESCENA PRIMERA ORGON, MARIANA
ORGON:
-Mariana...
MARIANA:
-¿Padre?
ORGON:
-Acercaos, que he de comunicaros una cosa en secreto.
MARIANA:
-¿Qué miráis?
ORGON (que se ha asomado a un cuartito lateral):
-Miro si no habrá ahí alguien que nos oiga, porque ese gabinetito es propicio para escuchar. Pero no hay nadie. Yo, Mariana, os he reconocido siempre un carácter muy dulce y siempre me habéis sido muy querida.
MARIANA:
-Muy obligada estoy a ese amor paterno.
ORGON:
-Bien dicho, hija. Y para merecerlo sólo es menester que me contentéis.
MARIANA:
-En ello cifro mi gloria más alta.
ORGON:
-Muy bien. ¿Qué me decís de Tartufo, nuestro huésped?
MARIANA:
-¿Yo?
ORGON:
-Vos. Ved bien lo que me respondéis.
MARIANA:
-Yo diré cuanto vos queréis.
ORGON:
Eso es hablar con discreción.
(DORINA entra en este momento sin hacer ruido y se sitúa detrás de ORGON.):
-Decid, pues, hija, que toda la persona de ese hombre resplandece de elevado mérito, que él conmueve vuestro corazón y que os sería dulce verle, por mi elección, trocado en vuestro esposo.
MARIANA (Retrocediendo, con asombro.):
-¿Eh?
ORGON:
-¿Qué decís?
MARIANA:
-¿He comprendido mal?
ORGON:
-¿Cómo?
MARIANA:
-¿Quién queréis, padre, que diga que me conmueve el corazón y que me sería dulce verle, por vuestra elección, trocado en mi esposo?
ORGON:
-Tartufo.
MARIANA:
-Os juro, padre mío, que no hay nada de eso. ¿Por qué hacerme decir tal impostura?
ORGON:
-Yo quiero que sea una verdad y para vos debe bastar que yo lo disponga.
MARIANA:
-¿Cómo? ¿Queréis, padre mío...?
ORGON:
-Sí, hija. Pretendo, casándote con él, unir a Tartufo a nuestra familia. He resuelto que sea tu esposo, y como yo tengo sobre tus deseos... (Se interrumpe al reparar en DORINA.)
ESCENA II
ORGON, MARIANA
ORGON:
-¿Qué hacéis ahí? Muy fuerte es, amiga mía, la curiosidad que os impulsa cuando habéis venido a escuchar de esa suerte.