Pequeño Amigo

3.5K 356 1K
                                    

Jyushimatsu había comenzado su día como cualquier otro. Despertar rápido, vestirse, desayunar e ir a entrenar en la playa con su bate de baseball, pronto conseguiría vencer su récord de bateadas.

Era tan amena la vida. La disfrutaba bastante, ser un nini está infravalorado.

El quinto hermano rió por lo bajo, seguramente si su hermano mayor Osomatsu escuchara esa excusa, la usaría todos los días de su vida. Jyushimatsu no se detuvo en ningún momento, él seguía bateando. Su mente rondó tanto por Osomatsu que pensó en sus demás hermanos, hasta llegar al que seguramente era su favorito, y le gustaba pensar que era recíproco.

Ichimatsu. Al pensar en él, los movimientos de bateo se volvieron más intensos. Pensar en su hermano amante de los gatos le traía una emoción inimaginable.

Se puso a pensar también en como se llevaban. Sin duda tenían una relación envidiable. Siempre estaban juntos, se acompañaban el uno al otro, se querían más entre los demás (aunque para Ichimatsu esto fuera clarísimo, Jyushimatsu se sentía culpable de elegir a Ichimatsu como al que más quiere), Ichimatsu a veces le compraba dulces o cosas que quería, también se prestaba como bate para sus entrenamientos -Aunque hoy no lo hiciese porque quería ver a unos gatos bebés de un callejón cercano. Jyushimatsu respetó eso completamente-, cuando enloquecían por cualquier cosa siempre lograban calmarse entre sí. Eran como unas piezas de rompecabezas, se necesitaban el uno al otro. Aun así, el quinto de los sextillizos no quería ser sólo considerado como un hermano, quería una palabra que describiera mejor su relación.

Si ellos fueran personajes de algún manga de esos que leía Choromatsu, seguramente los fans los emparejarían mucho, demasiado.

Sin darse cuenta, había roto su récord hace ya un rato. Últimamente cada vez que pensaba en Ichimatsu se quedaba como soñando despierto. Estaba ahí, pero con la mente en otro lado. Lo gracioso era que mientras pensaba en su hermano, seguía contando los bateos. Bajó el bate y lo soltó, haciendo que este cayera a la arena, se frotó las muñecas y los brazos con algo de dolor. Pero no le preocupó, cuando superara ese dolor se volvería más fuerte. Luego de eso, agarró de nuevo el bate y fue directo a su casa con suficiente energía como para ir gritando su típico "Muscle Muscle! Hustle Hustle!".

De camino a casa, pasó cerca del oden de Chibita, pero estaba cerrado. Esperaba encontrarse con alguno de sus hermanos allí, pero recordó que era por la tarde y sus hermanos siempre iban en la noche. Siguió su camino, pero unos gritos lo distrajeron, haciendo que él también parase de gritar.

- ¿Cómo no me crees que soy de Francia? ¡Está demasiado obvio, Chibita, sólo debes mirar mi carísima ropa! - Jyushimatsu reconoció esa voz como la del inconfundible Iyami. Se acercó hacia ellos para ver de que hablaban, aunque ya Choromatsu lo haya regañado por escuchar conversaciones ajenas, no le importó, su curiosidad era más fuerte. Además, así tendría más que contarle a Ichimatsu al llegar a casa. Observó que que Iyami estaba hablando (o mejor dicho, discutiendo) con Chibita.

- ¡Nunca en toda tu maldita vida has estado en Francia, malnacido! Deja de molestarme, debo abrir mi puesto para cuando esos sextillizos vengan a... - El de baja estatura paró súbitamente. Iyami, que le miraba antes con altanería, ahora le miraba confundido.

Chibita había visto a Jyushimatsu, y éste al verse descubierto -Aunque no se había esforzado mucho en esconder su presencia, su plan era acercarse caminando hacia ellos y esperar a que no le notaran- lo saludó efusivamente.

- ¿Qué? ¿Chibita? ¿Qué ocurre? - Iyami miró para todos lados buscando lo que miraba su compañero, y al voltearse, divisó al quinto hijo de los Matsuno. - Ahh, era Osomatsu.

Petit AmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora