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Se encontraba vigilando a SeHun a lo lejos, desde que éste había sido liberado de su castigo le habían ordenado seguirle y, en cuanto notara que algo comenzaba a salir mal, entrar a su rescate y si pasaba algo que no le parecía bien, tenía orden de aniquilarle. El ángel no se dio cuenta que en el lugar se hallaban algunos demonios, no fue hacia SeHun puesto que él podía lidiarles solo. Desde lo lejos se encontraba mirando todo, incluso cuando una parte del traje de SeHun se tiñó de un color oscuro, ahí supo que algo estaba mal, saliendo con rapidez de su escondite pero al ver que el demonio que se encontraba vivo comenzó a ahorcar al ángel, hizo que del cielo cayeran rayos, espantando al demonio, viendo como este se esfumaba.
Se acercó rápidamente a SeHun para curarle, posando ambas manos en el cuello de este, presionando ligeramente mientras cerraba sus ojos al tiempo que sus manos comenzaban a brillar, curando con sus poderes el dolor de SeHun.
ㅡEres un serafín y no pudiste curarte.
ㅡCállate Jongdae. Si te hubiese pasado lo que a mí, no dirías eso. No es un demonio normal, no como al que maté. ㅡ Comentó SeHun, quien aún se encontraba tendido en el suelo, observaba el cielo mientras pasaba una de sus manos por su cuello.
ㅡSolo recoge todas esas almas, yo volveré primero. ㅡ Comentó su compañero algo enfadado antes de desaparecer frente al Serafín.

SeHun suspiró y levantó, caminando hacía donde se encontraban los cuerpos para extraerles el alma. ≪Me quitaron la diversión, tsk≫ se decía a sí mismo, al tiempo que sacaba de su saco una daga para cortar la unión de las almas que tenían con los cuerpos y después crearles un camino hacia el paraíso. Enfadado por no poder seguir con aquella diversión, dirigió la mirada hacia su libreta para ver la lista que tenía en esta, dándose cuenta de que faltaron muchas personas por matar, "Todo por culpa de aquellas escorias." Se dijo mientras tiraba con algo de fuerza y rabia, la daga al suelo. Pero tan mala fue su suerte que terminó clavándosela en el pie, gritando por ello.

ㅡ¡Agh!, ¡si seré estúpido!ㅡ Se quejó el Serafín al tiempo que trataba de quitar con cuidado la daga de su pie, a SeHun nunca le gustaron las dagas que en el centro de almas le daban, debido a que éstas no sólo le hacían daño a los humanos, sino también a los ángeles. Con ojos llorosos finalmente pudo retirar la daga de su pie, dejando esta a un lado suyo para poder envolver con sus manos su pie y curarlo, recordando lo que le había dicho Jongdae y recordando a los demonios.

Demonios.

Al recordar a los demonios, volteó para buscar con la mirada al susodicho pero no encontró el cuerpo, se tensó por unos momentos y entró en pánico, volteando hacia todas las direcciones en busca del demonio pero no le hallaba, según él, le había aniquilado pero al parecer no fue así.
Si le encontraba nuevamente, esa vez se aseguraría de terminarle de una vez por todas.

Sin pensarlo más, se transportó hacia el siguiente lugar para seguir con su labor.








Con sus ojos y cuerpo cubierto por dos de sus tres pares de alas, se encontraba cantándole al rey, de tan fuerte que era el brillo que emanaba les hacía daño a los ángeles, por lo que se cubrían con sus alas. Eran contados los ángeles que le cantaban al rey, solo un pequeño grupo de Serafines tenían el honor de cantarle. Fueron incontables horas en las cuales le cantaron, deleitando al rey con las hermosas armonías de los serafines. Al terminar sus cantos, cada Serafín se fue retirando para ir a seguir con sus labores en la tierra.




Era de noche y la lluvia parecía que iba a ser eterna, el Serafín alzó la mirada hacia el cielo y cerró sus ojos, dejando a los pequeños diamantes empapar su rostro y prendas, sintiéndose tranquilo al estar bajo la lluvia y que el frío le envolviera entre sus brazos, aspirando el aroma de la tierra mojada, sin duda alguna se sentía muy bien estar en ese lugar.

El mundo de los humanos podía ser de lo más bello como de lo más horrible.

«Ven, huyamos.»

«Ni siquiera él nos puede separar... Si lo hace, yo volveré por ti.»

Una voz en su cabeza le sacó de la tranquilidad en la que de encontraba, SeHun no reconocía al dueño de aquella suave voz. La curiosidad por saber quién era el dueño de esa voz se fue al oír los pasos apresurados de un humano seguido de su respiración apresurada, notando como este se adentraba al oscuro callejón en el que el ángel se encontraba. Su trabajo volvía a comenzar.

Esta vez se aseguró de no trabajar con la daga sino con su espada. Levantó ambas de sus extremidades a la altura de su hombro, notando como aparecía la espada entre sus manos, sonriendo al volver a re encontrarse con su vieja amiga pero no tenía tiempo para admirarla ni nada, en unos cuantos segundos se encontraría con el humano y terminaría con él de inmediato.

Desenvolvió la espada de la tela que le tenía presa, dejando a la vista lo hermosa que era la espada, aunque SeHun sabía que dentro de unos momentos su hermosura sería más.
Al tener al humano frente a él, no tardó en atravesarle con la espada pero para el Serafín, aquello tardó mucho pero pudo apreciar como desaparecía la espada en el cuerpo de su víctima, logrando atravesar la débil anatomía del humano. SeHun retiró rápidamente la espada al haber hecho aquello, se suponía que la espada terminaba con la vida del humano y también tomaba el alma, ahorrándole el trabajo pero al parecer no pudo ver alma alguna lo cual al principio le aterró, le habían ganado.

Sacó la espada de aquel cuerpo para poder salir del callejón y encontrarse con un par de personas, supuso que eran las que perseguían al otro chico por lo que no tardó en deshacerse de ellos y tomar sus almas.


Un escalofrío recorrió el cuerpo del ángel ante tal escena, la respiración de SeHun comenzó a agitarse en cuanto el aroma de la sangre mezclada junto al aroma de la lluvia se hicieron notar en el ambiente, aquello era más que magnífico.
SeHun dejó caer la espada al suelo al mismo tiempo que cerraba sus ojos, alzando el rostro para que la lluvia cayera sobre este y que retirara toda suciedad de su rostro para que se pudiese apreciar nuevamente su pálida piel.

Luego de varios minutos, el Serafín bajó la mirada para poder observar la hermosa obra de arte que había hecho: cuerpos descuartizados e irreconocibles se encontraban tendidos en el pavimento aquella fría noche de lluvia.
A este punto, los ojos del ángel ya se encontraban totalmente azules, una torcida mueca no tardó en dibujarse en el rostro de SeHun y, para evitar soltar la risa que trataba de retener, llevó una de sus manos a su rostro pero en el transcurso, se dio cuenta de algo que hizo que su rostro palideciera más.

Negro.

Una parte del traje de SeHun se encontraba negro, "¿Qué?" Fue lo único que pudo pensar.
Lo que se suponía que era su traje blanco ahora se encontraba manchado, la mayoría, por un color negro, un jodido color negro. El castaño no supo cuando su traje comenzó a mancharse ni por qué se manchó en primer lugar. Las lágrimas no tardaron en recorrer sus mejillas, SeHun se encontraba totalmente asustado.

De pronto, notar como el ambiente a su alrededor se tornó pesado, ¿qué pasaba?, ¿por qué su traje se manchó de negro?, no sabía.
SeHun pudo sentir una lenta y pesada respiración sobre su cuello, haciendo que sus lágrimas bajaran con rapidez y voltease de forma inmediata hacia atrás, encontrándose a lo lejos con alguien.

Alguien de traje negro.

Con una sonrisa en su rostro.

Y ojos azules.

Al igual que él.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2022 ⏰

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