Hablemos de sentimientos.
Todas las cosas que pueden hacerse por despecho, pero yo no voy a fingir que no duele, es obvio que sí. Y si te preguntas por qué volví a buscarte fue porque pensé en nuestro futuro, nuestras vidas dentro de 20 años. Y no puedo imaginarme que en ese tiempo aún me sigas importando, me sigas doliendo y me arrepienta de no haberlo intentado, de no haber renunciado por una vez a este tonto orgullo.
Reconozco que me equivoque, pero cómo saber si esto funcionaría si ni siquiera lo intentaba. Ya no voy a sufrir por esto porque gracias a tu rechazo me di cuenta de muchas cosas que debí saber antes de ahora y creeme que si a ti no te importa a mi tampoco, doy por concluido este amor.
Estoy tranquila porque ya no voy a sentir ese sentimiento de culpa, no habrá dudas del qué hubiera pasado.
Esta carta no es un último intento desesperado, es una explotación coherente de mi actuar tan irracional, sé que te sorprendiste, que no lo esperabas pero al final lo hice por compromiso, un compromiso conmigo misma, con mi felicidad, mi paz y tranquilidad.
Sin rencores, no hay reproches, fue todo un placer. Gracias por todo, tú siempre dándome más de lo que merezco, muchas importantes lecciones, mucha fortaleza y muchas, muchas ganas de vivir.
Sinceramente tuya
M. C.